Las críticas de Daniel Farriol:
Alien: Romulus
Alien: Romulus es un filme estadounidense de acción y ciencia-ficción que está dirigido por Fede Álvarez (No respires, Posesión infernal (Evil Dead)), quien también se encarga del guion junto a Rodo Sayagues, inspirándose en los caracteres creados por Dan O’Bannon. La historia sigue a un grupo de jóvenes colonizadores del espacio que se encuentra cara a cara con la forma de vida más aterradora del universo mientras rebuscan en las profundidades de una estación espacial abandonada.
Está protagonizada por Cailee Spaeny (Civil War, Priscilla), Isabela Merced (Dora y la ciudad perdida, Madame Web), David Jonsson (La larga marcha, Amor en Rye Lane), Archie Renaux, Spike Fearn y Aileen Wu. La película se ha estrenado en España de la mano de 20th Century Fox el día 15 de agosto de 2024.
La séptima entrega de una saga inagotable
Alien: Romulus es la séptima entrega de la saga iniciada en 1979 por Alien: el octavo pasajero, si de esa lista obviamos los exóticos crossovers con xenomorfos junto a predators, aunque en la línea temporal de la saga habría que situarla entre los acontecimientos narrados entre la primera y Aliens: El regreso (James Cameron, 1986), con una historia que funciona de manera independiente.
La acción nos lleva hasta el año 2142 donde un grupo de jóvenes colonos que viven atrapados en el planeta Jackson’s Star, bajo un yugo de explotación laboral por parte de la Weyland-Yutani Corporation, deciden asaltar una estación espacial abandonada llamada Renaissance para poder salir del planeta en busca de un futuro mejor, pero allí se encontrarán con la inesperada presencia de los xenomorfos que tienen otros planes para ellos…
El inicio de la película nos sumerge en un escenario de ciencia-ficción apocalíptica deudor de Blade Runner mediante el retrato pesimista de un futuro gobernado por élites que controlan al pueblo en pos de la industrialización (tal vez no haya que viajar al futuro). En esta parte, el director Fede Álvarez se muestra austero y poco imaginativo, nos presenta a sus personajes con calma y el planeta donde viven parece un clon de multitud de otras películas que forman parte de nuestro imaginario fantástico. Por suerte, tras unos minutos de incertidumbre, la película arranca y ya no tiene freno.
Los nombres de las tinieblas
Como siempre, los nombres que aparecen en las películas de la saga tienen connotaciones mitológicas. En este caso, el «Romulus» del título da nombre a uno de los módulos de la estación espacial «Renaissance (Renacimiento)» que es asaltada por los incautos protagonistas y hace referencia al mito romano de los gemelos «Rómulo y Remo», considerado el primero como fundador y primer Rey de Roma. De hecho, el otro módulo de la estación espacial se llama «Remus» y existen diferencias tecnológicas entre ambas partes que muchos ven como un guiño de Alien: Romulus para diferenciar su equitativa dependencia estética de las obras de Ridley Scott y James Cameron al situar su película cronológicamente entre ambas.
La nave de los colonos que utilizan para acoplarse a la estación espacial es la «Corbelan IV» que, al igual que otras naves que aparecen en películas de saga, toma su nombre prestado de la obra literaria de Joseph Conrad, en concreto es un personaje que aparece en la novela «Nostromo». Otra de sus más conocidas novelas del autor como es «El corazón de las tinieblas» tiene conexiones con la saga a nivel metafísico porque el trasfondo de lo que sucede en ese eterno enfrentamiento entre humanos y xenomorfos es mucho más profundo de lo que pueda plantear cualquier monster movie al uso.
Pero aquí hemos venido a pasárnoslo bien y Fede Álvarez nos ofrece un espectáculo de primera clase que rinde homenaje a grandes momentos de la saga (algunos planos son calcados), pero sin renunciar a proponer ideas nuevas que insuflan ese aire fresco tan necesario para revitalizar el interés del espectador tras algunas decepciones recientes.
La especie invencible
Alien: Romulus apuesta por la acción por encima del suspense o el terror, pero no duda en deleitarnos con instantes de viscosidad alienígena y salpicaduras de sangre en un survival que va incrementando la tensión dramática a medida que avanza. Su desenlace alberga más sorpresas y riesgos de los esperados conectando el imaginario de la película con el resto de la saga pese a que la historia funcione de manera alternativa por contar con personajes que no aparecen en el resto de películas… excepto uno que sí lo hace gracias a la tecnología de IA.
Fede Álvarez pone toda la carne en el asador con un ritmo salvaje que te deja sin respiración. Los guiños a otras películas no son meros caprichos estéticos y se integran con maestría en una narrativa propia que juega a elevar la angustia con elementos reconocibles recuperados de otros filmes clásicos como Depredador (la percepción termográfica) o Un lugar tranquilo (la percepción acústica), dotando a los xenomorfos de una supremacía absoluta respecto al resto de especies. Buen ejemplo de ello es su sangre ácida de la que tan buen uso se hace en esta secuela.
Y no solo los xenomorfos tienen protagonismo en esta secuela, todos los estados de la criatura aprovechan su momento estelar con especial atención a la presencia de los facehugger (abrazacaras) que, por algo, son la imagen promocional del estupendo póster y de la campaña publicitaria de unos cines que venden palomitas con uno de estos cariñosos seres enganchado al bol.
Una secuela ejemplar
La mayoría de fans ya colocan a Alien: Romulus como la tercer mejor película de la saga tras las dos obras maestras realizadas en 1979 y 1986, el paso del tiempo dictará sentencia, pero está claro que es muy superior a otras secuelas. Fede Álvarez realiza una película entretenidísima llena de set pieces de acción antológicas que combinan referencias constantes a sus predecesoras con otros elementos de su propia cosecha como la purga gravitacional.
El reparto no es lo más destacado de la función y la descripción de personajes acaba siendo insuficiente para que nos preocupemos de todos ellos, sin embargo, Cailee Spaeny supera con buena nota el reto de mantenerse a la sombra de Sigourney Weaver o Noomi Rapace. No nos hará olvidar a la Teniente Ripley, su rol posee menos fuerza y está más cercano a una final girl de cualquier slasher adolescente, pero su fiero desempeño contra los babosos alienígenas supera nuestras expectativas. Junto a ella destaca una sufridora Isabela Merced, «Dora, la exploradora», que al verla embarazada sabemos desde el principio que acabará teniendo un parto complicado… Y el androide de turno, esta vez defectuoso e interpretado por David Jonsson, al que considero le falta carisma en su doble rol. El resto de personajes son pura carne de cañón.
Alien: Romulus no inventa la penicilina ni falta que le hace. Más allá de los haters que dirán que es más de lo mismo, los verdaderos fans de la saga encontrarán en la película todo lo que desean ver. Una secuela digna con personalidad propia que respeta el legado de los filmes originales sin caer en la autocomplaciencia ni la simple transcripción, obsequiando al espectador con un despiporre palomitero no exento de malsana oscuridad.
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