Las críticas de Daniel Farriol en el AMFF 2023:
Inland
Inland es un thriller dramático británico que está escrito y dirigido por Fridtjof Ryder. La historia es un cuento de hadas moderno que explora la identidad fracturada de un joven tras la misteriosa desaparición de su madre. Está protagonizada por Rory Alexander, Mark Rylance, Kathryn Hunter, Shaun Dingwall, Alex Lincoln, Nell Williams, Sebastian Orozco y Eleanor Holliday. La película ha podido verse en la Sección Oficial de Atlàntida Mallorca Film Fest 2023.
Una mujer desaparecida, un bosque mágico y un hijo perdido en sus recuerdos
El debut en el largo del británico Fridtjof Ryder, Inland, es un atmósferico e hipnótico thriller de texturas lynchianas que cuenta con un trasfondo incierto de cuento de hadas cuyos recovecos a menudo resultan insondables. La película se inicia con la reveladora imagen de un niño desenfocado en mitad de un bosque. Se encuentra observando a lo lejos la estatua de una mujer entre los árboles. Esos dos conceptos, la falta de foco en un entorno salvaje y el misterio femenino a partir del imaginario masculino, se irán repitiendo dentro de la extraña simbología que recorre transversalmente el filme.
La trama nos presenta a un hombre sin nombre (Rory Alexander) que ha pasado un tiempo indeterminado en un centro psiquiátrico y que regresa a su hogar para reencontrarse con su padre, Dunleavy (Mark Rylance). Que se dirija a él por su inicial D. denota una relación afectuosa, pero que alberga un distanciamiento emocional. Poco después descubriremos que el protagonista vive atormentado desde niño por la desaparición de su madre, al parecer, decidió abandonarles voluntariamente para adentrarse en el bosque. La mente del chico está fracturada por el trauma y, pese haber obtenido el alta médica, los recuerdos se confundirán en su mente con alucinaciones que harán complicado discernir entre lo real y lo imaginario.
Es importante entender que Inland asume en todo momento el punto de vista narrativo de su protagonista, es decir, una persona con evidentes trastornos mentales, así que muchas de las cosas que acontecen en pantalla son meras representaciones simbólicas recreadas en su mente que no deben entenderse como hechos factibles que hayan sucedido exactamente así.
Lynch y el complejo de Edipo
Las reminiscencias del cine de David Lynch en Inland se hacen evidentes desde el propio título que nos remite a Inland Empire (2006), la última obra filmada hasta la fecha por el genio de Missoula. También hay conexión con su cine a través de una atmósfera enrarecida que nos transporta al lado oscuro de la mente y, en un plano más técnico, por el uso envolvente de paisajes sonoros que sirven para definir los distintos estados de ánimos por los que transitan los personajes.
En última estancia y no menos importante, tenemos las bizarras secuencias que transcurren en el interior del local «Fairie Queen» («La Reina Hada»), un prostíbulo que toma prestado su nombre de un poema alegórico escrito a principios del Siglo XVI por Edmund Spenser. «Fairie Queen» es una suerte de combinación entre el «One Eyed Jack’s» de Twin Peaks: Fuego camina conmigo (1992) y el «Club Silencio» de Mullholland Drive (2001). Allí los clientes se emborrachan mientras observan con lascivia a las mujeres que hay en lo alto de un escenario para escoger con cuál de ellas van a pasar la noche, lo curioso es que vistas a través de los ojos del protagonista esas mujeres son solo estatuas de mármol (algo conectado con sus visiones de la estatua en el bosque).
Entonces podemos asumir que la relación con la madre durante su infancia tuvo connotaciones malsanas que han condicionado su comportamiento con el resto de mujeres siendo adulto. Inland es una película absolutamente onírica y ofrece pocas pistas para entender lo sucedido, pero lo que sí queda claro es el complejo de Edipo que sufre el protagonista al hallar en brazos de una prostituta madura un sustitutivo del cariño maternal que le fue arrebatado siendo un niño.
Onirismo y mitología
Más allá del trío principal, es decir, el chico sin nombre, su padre D. y la madre ausente, tenemos otro gran protagonista en Inland: el bosque. Lo contemplaremos siempre de lejos como si fuera un lugar impenetrable que oculta secretos inconfesables y que nos ofrece nuevas capas de lectura para la trama. Al igual que los sicómoros lynchianos, los árboles del Bosque de Dean son una puerta abstracta que parece comunicar mundos y emociones. Este lugar está ubicado en la realidad al oeste del condado de Gloucestershire y en el mismo se acumulan las leyendas mitológicas sobre caballería, las bestias milenarias que vivían en su interior e, incluso, las aventuras potterianas ideadas por la pluma de J. K. Rowling.
Fridtjof Ryder explora la realidad desde lo quimérico convirtiendo la figura de la madre en una ensoñación borrosa e idealizada de otro de esos seres mitológicos que habitan en el bosque, mitad zíngara, mitad hada-bruja, una mujer con unos ojos negros tan profundos como la noche. «Mi madre me decía que no debía jugar con las hadas del bosque» nos dice la voz en off al principio de la película, es la manera para introducirnos luego en ese universo de fábula oscura a través de canciones e historias propias del folclore de la zona. A partir de la construcción onírica del relato será el espectador quién deberá unir las piezas del rompecabezas para darle un sentido lógico a todo lo que sucede aunque muchos puedan acabar frustrados en el intento.
Un final abierto
Además de la siempre gratificante presencia de Mark Rylance, lo más destacado que encontramos en Inland tiene que ver con su arrollador despliegue visual lleno de imágenes sugerentes que trascienden por mucho al errático desarrollo de la historia. Existe un uso inteligente del encuadre y del desenfoque narrativo para potenciar el sentimiento alegórico de una película eminentemente nocturna que nos sumirá en un estado ilusorio narcotizante.
Como no podía ser de otra forma en un filme de estas características, el desenlace será igual de enigmático y quedará abierto a significados contradictorios, ya que puede entenderse como la confirmación de la deriva mental hacia la locura del protagonista o como un renacer espiritual que le conecta por fin con su propia naturaleza (y con la de su madre). Inland es un debut perturbador e interesante que, sin embargo, se queda a medio camino de sus referentes estéticos cinematográficos debido a lo confuso que resultan algunos elementos con los que juega.
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Inland
