Las críticas de Daniel Farriol:
Criaturas de Dios
Criaturas de Dios (God’s Creatures) es un drama irlandés que está dirigido por Anna Rose Holmer (The Fits, The OA) y Saela Davis. El guion corre a cargo de Shane Crowley, basándose en una historia de él mismo y de Fodhla Cronin O’Reilly. El argumento gira en torno a un pueblo de pescadores irlandés azotado por la lluvia donde una madre deberá mentir para proteger a su hijo que ha regresado recientemente a casa. Esa decisión resultará devastadora para la comunidad y para su familia.
Está protagonizada por Emily Watson (Chernobyl, Midas Man), Paul Mescal (Aftersun, La hija oscura), Aisling Franciosi (The Nightingale, El último viaje del Demeter), Toni O’Rourke, Isabelle Connelly, Marion O’Dwyer, Declan Conlon y John Burke. La película se presentó internacionalmente dentro de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2022. Se ha estrenado en España en Movistar+ el día 28 de Mayo de 2023.
El regreso del hijo pródigo
Criaturas de Dios es un drama psicológico de cocción lenta que encierra algunas cuestiones morales capitales a través de una historia mínima sobre el legado contradictorio de las tradiciones. La protagonista es Aileen O’Hara (Emily Watson), una mujer familiar que trabaja como encargada en la fábrica de ostras de un recóndito pueblo costero irlandés. Tras años de ausencia, aparece inesperadamente su hijo, Brian (Paul Mescal), un «bala perdida» que dice haber pasado un tiempo en Australia y que ahora ha regresado para ganar dinero mediante el cultivo de ostras o trapicheando con la pesca furtiva.
El verdadero detonante del conflicto que se plantea en la película tarda mucho en llegar cuando ya llevamos más de la mitad del metraje. Brian será acusado de haber agredido a una joven del pueblo que es compañera de Aileen en la fábrica, Sarah Murphy (Aisling Franciosi), lo que le obligará a posicionarse y mentir a la policía para proteger a su hijo. Eso desencadenará una serie de acontecimientos que transformarán por completo a la comunidad, a su familia y a ella misma.
Hasta llegar ahí, la película de Anna Rose Holmer y Saela Davis se limita a observar desde la distancia cómo es la tranquila vida en el pueblo. A través de la sutileza de los detalles podremos observar el tradicionalismo que impera en el pensamiento comunitario y los problemas de machismo estructural que se barren bajo la alfombra, por ejemplo, Sarah ha sido una mujer maltratada por su marido durante años.
Los peligros de la naturaleza
Lo mejor que tiene Criaturas de Dios es precisamente la capacidad de las directoras por reflejar esa atmósfera asfixiante del proceso involutivo de un pueblo en el que sus habitantes se asemejan mucho a las ostras que cultivan. Esos preciados moluscos crecen atrapados en una malla que es sacudida por el efecto de las olas y de las corrientes marinas para luego tener que superar un proceso de cribado en la fábrica. En una de las escenas de la película asistimos al cierre de la línea de producción tras hallarse unos hongos que han infectado a las ostras por lo que no son aptas para el consumo. Realizando una analogía con ese detalle, Brian tiene el hongo de una masculinidad tóxica heredada de generaciones anteriores.
La película funciona bien en el terreno de la metáfora y el fotógrafo Chayse Irvin hace un trabajo increíble para convertir los escenarios naturales en un personaje clave dentro de la película. Criaturas de Dios está rodada en 35mm. y la belleza del paisaje captada por la cámara contrasta con la brutalidad de una naturaleza que es tan peligrosa como la propia violencia humana. Por ello, la mayoría de exteriores son nocturnos con el tono sombrío del ocaso impregnando el sentir de unos personajes que viven apesadumbrados y se sienten atrapados en un callejón sin retorno, siendo su única actividad recreativa el pasarse las horas bebiendo en el único bar del pueblo.
El mayor problema que tiene esta propuesta es que la historia tiene un desarrollo moroso que deja una pesada sensación de inmovilismo en el espectador, algo que puede llegar a distanciarle de los hechos dramáticos que suceden durante el último tercio. Las directoras observan a sus personajes de manera distante y se tarda demasiado en focalizar el verdadero discurso de la película.
El cambio es femenino
Es entonces cuando Criaturas de Dios hace la gran pregunta: ¿hasta dónde serías capaz de llegar para proteger a tus seres queridos cuándo han cometido algo horrible?. El punto de vista se centra en la madre, magnífica Emily Watson, y en su proceso aceptación del dolor que supone asimilar que tu hijo no es quien te gustaría que fuera. En la introducción de esta reseña hablábamos del tradicionalismo como parte de la ecuación en la transmisión de valores, eso podemos observarlo claramente en la elocuente escena donde se niegan a servir una bebida a Sarah en el bar, siendo humillada/culpabilizada por varios hombres anónimos que, sin duda, saben lo que sucedió.
Sin embargo, las directoras no se ceban demasiado con el legado tradicional como único culpable de todos nuestros males y por eso también nos muestran la riqueza cultural que conlleva a través, por ejemplo, de la conservación paradisíaca del enclave costero o de la bella música folclórica que interpreta la propia Sarah.
Criaturas de Dios coloca a las mujeres en una posición preponderante para instaurar el cambio de mentalidad en las comunidades cerradas. Aileen y Sarah se verán inmersas en una confrontación que les servirá de aprendizaje para cambiar las cosas, son como ostras que absorben los nutrientes necesarios para su crecimiento y desechan los contaminantes, por eso sus decisiones finales marcarán el destino de sus vidas y, sin duda, supondrán el inicio de la transformación ideológica en las nuevas generaciones de la comunidad.
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