martes, marzo 19, 2024

Crítica de ‘Los perdonados’: El indiscreto desencanto de la burguesía

Las críticas de Daniel Farriol:
Los perdonados

Los perdonados (The Forgiven) es un thriller dramático británico que está escrito y dirigido por John Michael McDonagh (Calvary, El irlandés), adaptando la novela homónima de Lawrence Osborne. La historia nos presenta a una pareja adinerada que viaja desde Londres a Marruecos para asistir a una fiesta que se celebra en el suntuoso hogar sahariano de unos amigos, pero durante el camino atropellan a un niño y deberán lidiar con las costumbres locales para afrontar la tragedia.

Está protagonizada por Ralph Fiennes (El menú, La excavación), Jessica Chastain (El ángel de la muerte, Los ojos de Tammy Faye), Caleb Landry Jones (Nitram, Heaven Knows What), Christopher Abbott (Possessor Uncut, Black Bear), Saïd Taghmaoui, Matt Smith, Abbey Lee, Mourad Zaoui e Ismail Kanater. La película se estreno en salas de la mano de Universal Pictures Spain el día 29 de Julio de 2022. Ahora puede verse en Movistar+ desde el día 8 de Diciembre de 2022.

El primer mundo pisoteando a los más desfavorecidos

Los perdonados es una interesante película que pone sobre el tapiz distintas reflexiones acerca del comportamiento humano, la culpa, el perdón y, en especial, el concepto genérico inherente a la diferencia de clases, centrándolo todo a través del choque cultural entre Europa y África. A modo de thriller dramático y con dos líneas argumentales bien diferenciadas, John Michael McDonagh nos muestra el opulento comportamiento de la burguesía actual aislada de la realidad social de su entorno que suele utilizar los países económicamente más desfavorecidos como destino turístico como un síntoma de los últimos coletazos del pasado colonialista existente per se en las culturas del primer mundo.

La historia nos presenta a un matrimonio de alto poder adquisitivo, los Henninger, David (Ralph Fiennes) y Jo (Jessica Chastain), que mantienen las apariencias ante los demás para sostener una relación ya rota. Han viajado desde Londres hasta Marruecos con la única intención de asistir a una fiesta a la que han sido invitados por un matrimonio homosexual formado por Richard Galloway (Matt Smith) y Dally Margolis (Caleb Landry Jones) que a modo de oasis parasitario ha establecido su nueva residencia en una gran mansión en mitad de los desiertos del Alto Atlas marroquí.

Durante el trayecto nocturno por las dunas, los Henninger se pierden, discuten y acaban atropellando a un niño amazigh que se cruza en el camino para intentar venderles un fósil. Tanto los anfitriones de la fiesta, las autoridades locales y los propios implicados, pactarán que se ha tratado de una muerte accidental aún sabiendo que David estaba borracho al volante y podía haber evitado el atropello en otras condiciones. La cosa se complicará aún más cuando el padre del niño muerto acuda a la mansión para llevarse el cadáver y pedir a David que debe acompañarle a su poblado tal y como marcan las costumbres locales en una muestra de respeto a su memoria.

El horizonte infinito del desierto como escenario para purgar la culpa

La película Los perdonados se basa en la novela homónima de Lawrence Osborne, periodista y escritor inglés cuya obra está atravesada por la prosa de Graham Greene, Paul Bowles, Scott Fitzgerald e incluso la Patricia Highsmith de la saga sobre Ripley. Tras ese inicio casi de novela policíaca, la obra se decanta más por la exploración humanista de un personaje en busca de la redención que por la intriga que desprende la incertidumbre de lo que realmente quiere hacer el padre con el hombre que ha matado a su único hijo.

La sátira se utiliza para desenmascarar la superficialidad humana que nos permite cerrar los ojos ante las desgracias ajenas, pero curiosamente el «menos humano» del principio del relato será quién acabe siendo el único que sufra una transformación reparadora. La implacable mirada que lanza Osborne a la condición humana y, por ende, la del propio John Michael McDonagh en la película, es tan pesimista como desencantada, convirtiendo a todos los personajes que aparecen en seres odiosos y mezquinos.

Existe un evidente desequilibrio dramático entre las dos líneas de acción, a veces, parecen pertenecer a dos películas distintas. En la primera vemos a David abandonar la fiesta para acompañar durante dos días a los lugareños en un viaje por el desierto que le acercará a su cultura y creencias. En ese camino entablará una inesperada amistad con Anouar (Saïd Taghmaoui), intermediario del arisco padre del niño atropellado, Abdellah Taheri (Ismael Kanater), cuya mirada acusadora irá minando la conciencia del cínico adinerado británico (eso sí, el diálogo final entre ellos dos en inglés chirría bastante). Esta es la parte más interesante que tiene la película y nos permite observar el contraste de culturas o la diferencia de oportunidades, así como la necesaria confrontación de las consecuencias a nuestros actos a través de la purga interior de David cuando asume con sinceridad su responsabilidad directa en la muerte del niño.

Dos películas en una, pero solo acaba interesando una de ellas

La otra «película» o trama que encontramos en Los perdonados es la que sucede dentro de la mansión donde se celebra una fiesta que dura todo el fin de semana. Por allí pululan una serie de personajes infectos de la alta sociedad, entre ellos, la mujer de David que iniciará una aventura sexual con el estadounidense Tom Day (Christopher Abbott), en un acto de liberación que le sirve para finiquitar un matrimonio en el que no hay cabida para el amor. Toda esta parte interesa bastante menos, más allá de contar con buenos intérpretes y servirse de diálogos afilados para apuntalar mediante la ironía el clasismo que rezuma una burguesía retratada con mejor suerte por el cine en La Dolce Vita (Federico Fellini, 1960), El discreto encanto de la burguesía (Luis Buñuel, 1972) o La gran belleza (Paolo Sorrentino, 2013).

El contraste absoluto entre las dos vertientes argumentales que se utiliza para mostrar los distintos modos de vida entre gente que lo tiene todo y gente que no tiene nada, perjudica el ritmo de una película que se va desinflando a medida que avanza. Es una contraposición obvia y reiterativa de lo banal con lo trascendente que busca focalizar una retahila de reflexiones que acaban dispersándose entre cócteles, escarceos sexuales y baños en la piscina. Tampoco convence ese final impactante que cierra la película de manera abrupta, un efecto que tenía el cine clásico cuando las luces se encendían inmediatamente después de salir la palabra «The End» al colocar los créditos completos al principio. Aquí parece más efectista que efectivo.

Con un inicio que nos remite irremediablemente a Muerte de un ciclista (Juan Antonio Bardem, 1955), la película Los perdonados es un irregular thriller moral sobre el colonialismo posmoderno y la apropiación cultural, es decir, sobre los pecados del primer mundo, pero también sobre la responsabilidad individual que tiene cada uno en la construcción de la Torre de Babel en la que hemos convertido un mundo donde nadie escucha.


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Los perdonados

6.8

Puntuación

6.8/10

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