miércoles, abril 24, 2024

Crítica de ‘Matriarcado (Matriarch)’: La madre que me parió

Las críticas de Daniel Farriol:
Matriarcado (Matriarch)

Matriarcado (Matriarch) es un filme de terror estadounidense escrito y dirigido por Ben Steiner. La historia nos muestra a una ejecutiva bulímica y con problemas de adicción a las drogas que sobrevive milagrosamente a una sobredosis que le deja extrañas secuelas. Tras recibir la llamada de su madre, decide regresa a su hogar de la infancia para enfrentarse a sus demonios personales, pero allí descubre que también hay demonios reales. Está protagonizada por Jemima Rooper (Trauma, Persiguiendo a Jane Austen), Kate Dickie (Shepherd, Timestalker), Sarah Paul, Simon Meacock, Franc Ashman, Nick Haverson, John Baker y Clare Barrett. La película se presentó internacionalmente en Hulu y se estrenó en España en Disney+ el día 4 de Noviembre de 2022.

Del drama autodestructivo al folk horror

Matriarcado (Matriarch) es un ambiciosa película de terror cuyas expectativas están muy por encima de las posibilidades reales que posee la historia que, además, cuenta con un presupuesto limitado y un director novato. Y es que la trama va dando bandazos absurdos a medida que avanza y su mezcla de géneros acaba siendo más desconcertante que una experiencia satisfactoria, aunque hay que reconocer que contiene algunas buenas ideas que podrían haberse explorado con mayor audacia. El filme reflexiona sobre una maternidad que va más allá de la simple genética a través de la historia de una mujer que decide regresar a su pueblo natal para reencontrarse con una madre a la que nunca ha estado unida y descubrir entonces que sus verdaderos orígenes van más allá de lo puramente terrenal.

Laura (Jemima Rooper) es una ejecutiva de gran éxito profesional que, sin embargo, tiene graves problemas personales, ya que la mujer padece ansiedad, bulimia y es drogodependiente, aspectos que le afectan en sus relaciones personales y convierten su existencia en solitaria e insatisfactoria. Es un personaje antipático con el que cuesta empatizar durante este primer tramo de la película, sin que se nos expliquen con claridad cuáles son las motivaciones de ese comportamiento tan arbitrario. Se exagera tanto su estado de alteración que en una secuencia vemos como se mete más rayas de las que habría en la transcripción en código morse del discurso de un político.

El estilo dramático del relato vira hacia el terror cuando la protagonista sufre una sobredosis mortal de la que milagrosamente sobrevive mediante la intervención externa de una presencia que toma la forma de un enigmático líquido negro que podría recordarnos a la serie Ares (Pieter Kuijpers, Iris Otten y Sander van Meurs, 2020), siendo el significado aquí el simbolizar el «negativo» de la leche materna. Tras ese primer giro argumental la película cambia por completo y se transforma en un folk horror de manual.

Maternidades confusas

El director Ben Steiner dice estar influenciado por el terror británico, así que con el cambio de localización su película nos remite a clásicos como El general Witchfinder (Michael Reeves, 1968) o El hombre de mimbre (Robin Hardy, 1973), lógicamente salvando las distancias ante un producto menor con aspecto de Serie B. Laura abandona la ciudad, la frialdad de los despachos y su casa de diseño, para regresar a su pueblo natal y visitar a su madre Celia (Kate Dickie) con la que apenas tiene contacto. Algunos de los lugareños la reciben con hostilidad de buenas a primeras y enseguida podremos comprobar que hay algo extraño en ellos, casi todos, al igual que su madre, no han envejecido. Las tirantes relaciones familiares entre madre e hija que retrotraen a la protagonista a una infancia infeliz que creía olvidada se van alternando con otros episodios costumbristas impregnados por una atmósfera enrarecida donde la promiscuidad sexual parece estar ligada a un misterioso culto religioso.

La verdad es que explicado así tiene más interés del que de verdad acaba teniendo la película. La historia está mal planteada, los diálogos y personajes no tienen profundidad alguna, mientras que la acción carece del ritmo necesario para crear un mínimo de inquietud o temor ante los acontecimientos que se avecinan. Por momentos la película resulta tan desastrosa que provoca la risa involuntaria como en la escena de la orgía o con la pareja en el coche. Los únicos momentos perturbadores que podemos rescatar por el camino son esa madre devorando el rostro de su bebé (es uno de los sueños que tiene la protagonista al principio) o unos minutos finales absolutamente delirantes que incluyen la aparición de una diosa de la fertilidad lovecraftiana cuyos senos exudan leche negra para alimentar a la gente del pueblo y que bien podría compartir aquelarre con Las brujas de Zugarramurdi (Álex de la Iglesia, 2013).


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Matriarcado (Matriarch)

3.3

Puntuación

3.3/10

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