Las críticas de Daniel Farriol:
Lugares a los que nunca hemos ido
Lugares a los que nunca hemos ido es un drama español en formato episódico que fue escrito y dirigido por Roberto Pérez Toledo (Seis puntos sobre Emma, Los amigos raros). La película está compuesta por cinco historias distintas sobre personajes enfrentados a sí mismos y a sus sueños no cumplidos. Nadie dijo que fuera fácil hacerse mayor ni que naciésemos enseñados para manejar el rumbo de nuestras relaciones sentimentales.
Está protagonizada por Belén Fabra (Diario de una ninfómana, Voces), Francesc Corbera (El Ministerio del Tiempo), Pepe Ocio (Isaac, El resto de mi vida), Verónika Moral (La víctima número 8, L’assiette de mon voisin), Sergio Torrico (Malnazidos), Ana Risueño (Impulsos, No dejaré que no me quieras), Emilio Buale (Black Beach, El hoyo), Laura Rozalén y Miguel Diosdado. La película se presentó en la sección ZonaZine del Festival de Málaga 2022. Se ha estrenado en cines selectos y Filmin el día 4 de Noviembre de 2022.
Una mirada precisa a las frustraciones que conlleva vivir la vida
Lugares a los que nunca hemos ido es la película póstuma del director Roberto Pérez Toledo que murió inesperadamente poco después de finalizar el montaje. Se trata de un filme precioso, inteligente y divertido que nos habla desde la sencillez acerca de toda la complejidad que albergan las relaciones humanas. El filme está formado por cinco historias independientes que podrían verse como cortometrajes individuales, pero que en su conjunto adquieren una mayor dimensión psicológica de los personajes y de su autor. El carácter vital y humanista que tenía el director canario se evidencia en su capacidad quirúrgica para analizar a una generación vencida por la desesperanza al llegar a ese momento tan difícil de la madurez donde toca enfrentarse al reflejo del espejo y comprobar que no sean cumplido los sueños que tuvimos en nuestra juventud.
De ese modo, todas las historias (menos una) están protagonizadas por hombres y mujeres que tienen alrededor de los 40 años. En la primera vemos a una mujer casada que pide comida a domicilio y descubre que el repartidor en su gran amor de juventud. Esta primera historia sirve de apertura y cierre de la película. La segunda nos muestra a un director de cásting que debe hacer una prueba a un joven con el que mantiene una relación. En la tercera, una mujer se dispone a ser infiel por primera vez a su marido con un compañero de trabajo. Y en la quinta y última, tal vez la mejor, dos desconocidos se conocen en una fiesta donde la gente se reúne simplemente para abrazarse.
Todos ellos son gente adulta en la que ya no existe cabida para imaginarse en quiénes se quieren convertir, lo que les toca es asumir en qué se han convertido. La cuarta historia la protagonizan unos veinteañeros y sirve como contraste a todas las demás para simbolizar la etapa de la vida donde esos sueños aún son posibles o, al menos, creemos que lo son. No es de extrañar, entonces, que Pérez Toledo sitúe ese relato con ironía en un momento clave que puede ser el inicio de muchas frustraciones posteriores, es decir, cuando los jóvenes deciden dar el paso de irse a vivir juntos a un apartamento al que estarán atados irremediablemente unos 30 años mientras trabajan para pagar la hipoteca. Pero que nadie se asuste, las reflexiones de Lugares a los que nunca hemos ido nos permiten reírnos de nosotros mismos sin caer en el discurso existencialista.
Actores y actrices en estado de gracia
Lo prodigioso de Roberto Pérez Toledo es conseguir hablar de cosas tan profundas desde la más absoluta simplicidad. La puesta en escena de todas las historias/cortometrajes resulta diáfana y casi imperceptible utilizando un escenario único en el que dos personajes afrontan un pequeño conflicto que se utiliza como detonante dramático. A partir de ahí se sacan a relucir las frustraciones y anhelos de los que hablábamos antes (el título es un buen ejemplo de eso) como acto descriptivo de toda una generación, pero efectuado desde la individualidad de cada uno de los personajes.
La acción de la película se reduce a los diálogos, magistralmente escritos e interpretados por un elenco que se encuentra en estado de gracia. A menudo las películas que están divididas en episodios carecen de una uniformidad o de falta de equilibrio entre los distintos segmentos. Eso no pasa aquí, todos tienen la misma relevancia y se retroalimentan entre sí. Está claro que según sea la vinculación emocional del espectador con lo que se explica, el interés particular de cada historia puede variar, pero ningún fragmento desentona con el resto.
Los actores y actrices soportan con estoicidad esos primeros planos cortísimos con los que el director canario les obsequia para explorar el alma de sus personajes en un entorno de ambiente naturalista que hace que te creas todo lo que dicen. Por destacar a alguien me quedo con Belén Fabra, Ana Risueño, Verónika Moral o Sergio Torrico, pero que nadie se me enfade, me he enamorado de cada uno de los actores y actrices que aparecen en este filme, entre los que hay intérpretes consagrados junto a otros que afrontaban su primera película. Esa era una de las señas de identidad del director, el coordinar un cásting sin tener en cuenta el currículum que tenían los actores.
Lugares a los que nunca hemos ido es una película tan emotiva como divertida, tan sincera como amarga. Nos habla de la soledad, el desamor, el deseo o las segundas oportunidades sin perder nunca la sonrisa. Una de esas joyitas que se quedan a vivir para siempre en tu corazón.
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Lugares a los que nunca hemos ido
