Las críticas de Daniel Farriol:
Edén
Edén es un thriller dramático español escrito y dirigido por Estefanía Cortés. La historia nos muestra a cuatro desconocidos que acuden a una empresa que opera de forma clandestina para acabar con la vida de aquellos que quieren morir dignamente y no tienen el valor de suicidarse. La culpa, el dolor, los secretos o el puro trastorno mental son algunos de los motivos que pueden llevarles a forzar su muerte, pero ¿es tan sencillo escapar de la vida? Está protagonizada por Charlotte Vega (Wrong Turn: Sendero al infierno, La banda), Marta Nieto (Tres, Feria: La luz más oscura), Israel Elejalde (Madres paralelas, Amarás sobre todas las cosas) y Ramón Barea (Cinco lobitos, Voces). La película se presentó dentro de la programación de la Seminci 2022 y se ha estrenado en salas comerciales de la mano de Syldavia Cinema el día 28 de Octubre de 2022.
Referencias y similitudes
La película Edén de Estefanía Cortés es un thriller dramático que arriesga más de lo habitual mediante una puesta en escena tan fría como posiblemente deudora de cierto cine escandinavo o del siempre malrollero realizador griego Yorgos Lanthimos, ya que posee texturas cinematográficas comunes a El sacrificio de un ciervo sagrado (2017) o Langosta (The Lobster) (2015) en el contraste de interiores/exteriores.
La premisa argumental de la película activó mi dispositivo mental cinéfilo y me trajo a la mente la poco conocida película hispano-argentina Fin (Luis Sampieri, 2010), en la que tres adolescentes que tan solo se conocían por el nick de sus redes sociales pactaban verse en mitad de un entorno natural con la única intención de suicidarse juntos, tomándose un tiempo antes para confrontar sus últimas reflexiones vitales.
En esta ocasión, en la sorprendente película de la debutante Cortés, son cuatro los desconocidos que se citan a través de unos intermediarios para convivir unos días en el interior de una lujosa casa de diseño con el mismo fin. La casa se encuentra alejada de la civilización y en mitad de un idílico lugar rodeado de naturaleza del que no saben cuál es su ubicación exactamente al haber sido llevados hasta allí con los ojos vendados. El rodaje tuvo lugar en el Balneario de Panticosa y el trabajo de dirección artística lo convirtió en la casa que aparece en la película. Aunque Fin y Edén toman caminos distintos, parten de una idea conceptual bastante similar y, de hecho, los respectivos directores aseguran haberse inspirado por una noticia que leyeron en un periódico, así que no descartaría que fuera la misma.
Existencialismo de diseño
En Edén los cuatro personajes vagan como almas en pena por las distintas dependencias de la casa-purgatorio donde pretenden desprenderse de la culpa y el dolor que les embarga en su día a día. Si se hubiera introducido además el elemento de la vigilancia externa o de unas cámaras de seguridad, la historia habría adquirido un enfoque de Gran Hermano orwelliano. Sin embargo, la apuesta que se hace aquí por el cine fantástico es mucho menos evidente, ya que la directora prefiere inclinar más la balanza hacia el drama existencialista que al género puro, planteando cuestiones centrales derivadas precisamente de la soledad intrínseca a los cuatro personajes. Aunque se mantiene cierto suspense al principio respecto al tema principal de la película, si se está un poco atento a lo que sucede, resulta bastante obvio que los cuatro desconocidos han ido hasta allí para suicidarse o para ser ayudados a morir.
Pocos detalles obtendremos por el camino del pasado de los personajes o de los motivos que les han llevado a esa casa ajena tan impersonal, tampoco de quién hay detrás de la organización que gestiona sus muertes, un asunto interesante que está de plena actualidad por el debate político abierto acerca de la eutanasia y la sempiterna disparidad de opiniones entre la derecha y la izquierda. Todo eso tiene algo bueno y algo malo.
Lo bueno es que durante unos 40-45 minutos se mantiene el suspense acerca de la deriva que tomarán los acontecimientos y también acerca del encaje entre las distintas personalidades (algunas un poco extrañas o directamente frikis) de los huéspedes interpretados por Charlotte Vega, Israel Elejalde, Marta Nieto y Ramón Barea (¿por qué no le han dado una Espiga de Honor en Valladolid a este magnífico actor para reconocer de una vez por todas lo grande que es y lo poco reconocido que está dentro de la industria?). Sin embargo, el escamotear tanta información al espectador hace que el desarrollo se vuelva plomizo, las reflexiones banales y la carga alegórica vaya perdiendo fuelle hasta que deje de importarnos cuál va a ser el destino final de los personajes.
Demasiado fría y aséptica
Cortés se muestra paciente para explicar su historia mediante planos larga duración que macera bajo un ritmo extremadamente aletargado dentro de ese escenario aséptico que contrasta con la belleza natural del entorno. La frialdad se vuelve un arma de doble filo y genera una distancia insalvable con lo emocional. La impostura hace aparición mediante diálogos que traicionan el minimalismo escénico para ir rellenando los huecos dejados por una acción inerte que tan solo eclosiona durante un tercer acto desnortado. Esa «locura» llega tarde y acaba siendo efectista sin ofrecer respuestas más allá de la obvio. Durante el lento desarrollo de la tensión dramática hacia esa conclusión los personajes tienen actitudes contradictorias e incoherentes que no ayudan a la comprensión de sus motivaciones.
La película Edén es irregular e insatisfactoria, aunque destaca el trabajo del reparto y un buen diseño de arte para hacer habitable la estancia. La impresión final es que la historia no está suficientemente trabajada y que no daba para más de 60 minutos, quedándose a medio camino en sus reflexiones abstractas sobre la redención y la culpa, o sobre las distintas maneras de afrontar la muerte. Aún así, se agradece que aparezcan nuevas voces femeninas en nuestro cine que no sigan al dedillo el «modelo ESCAC» y sean capaces de ampliar el espectro de temáticas más allá del realismo social para integrar cuestiones éticas dentro del cine de género al igual que ha hecho recientemente Carlota Pereda con Cerdita (2022).
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Edén
