Las críticas de José F. Pérez Pertejo en el 70 Festival de San Sebastián:
Tres amigos, sus mujeres y… los otros
Tres amigos, sus mujeres… y los otros (Vincent, François, Paul et les autres) es la crónica de un grupo de amigos, en realidad más numeroso de los tres a los que alude directamente el título francés (de ahí lo de los otros) que, con sus mujeres y sus hijos tejen una red de relaciones personales fundamentadas en diferentes tipos y grados de amistad. Las comidas campestres de los domingos con sus posteriores momentos para los juegos y conversaciones son el sustrato sobre el que Claude Sautet y sus coguionistas Jean-Loup Dabadie y Claude Néron (autor de la novela sobre la que se basan) asientan una película de apariencia coral pero que, relativamente pronto, va centrando el protagonismo hacia el personaje de Vincent (Yves Montand).
Podría decirse que Sautet pretende filmar una película sobre la crisis de la mediana edad, una vez atravesados los cncuenta, momento en el cual uno va tomando conciencia de que acaso algunos de los sueños de juventud sean irrealizables y de que los ideales (humanistas, utópicos o incluso filantrópicos) que eran el motor de la juventud han sido anestesiados (cuando no atrofiados) por el aburguesamiento que provoca el acceso a lo que ahora conocemos como “el estado del bienestar” aunque probablemente en aquella época, mediados de los 70, no se llamara así.
Vincent es un mediano empresario con una situación económica que le tiene con el agua al cuello, se acaba de separar de su esposa Catherine (Stephane Audran) a la que todavía quiere y mantiene una fría relación con una amante que no acaba de cuajar. Con estos mimbres, Montand construye otro de esos personajes carismáticos marca de la casa, aunque un poco menos pasional y vehemente que el César de César et Rosalie (Ella, yo y el otro). Su Vincent es un hombre con don de gentes cuya alegría de vivir va sucumbiendo, poco a poco, ante una introversión y una melancolía que acabará causándole problemas serios de salud.
De la salud precisamente se ocupa François (Michel Piccoli) un médico que ha sustituido sus ideales de sanidad pública para todos por su consulta privada y un acomodamiento burgués desentendido de las dificultades sociales de una clase trabajadora que cada vez tiene más difícil vivir en un lugar decente y relativamente cerca de sus trabajos. Su vida personal tampoco es demasiado gratificante, su ambición material ha deteriorado su relación con su mujer Lucie (Marie Dubois) hasta puntos inaceptables (violencia incluida).
Paul (Serge Reggiani) cierra el trío de amigos aludido directamente en el título original del film. Él es un escritor en permanente crisis creativa que hace tiempo que no escribe. Las dificultades para hilvanar relatos no se corresponden, sin embargo, con una locuacidad demasiado sincera que la mayoría de las veces le lleva a meter la pata.
Y el primero de “les autres”, es decir, el cuarto amigo, notablemente más joven que Vincent, François y Paul es Jean (Gerard Depardieu), un veinteañero que, además de trabajar en la fábrica de Vincent, trata de abrirse un camino como boxeador profesional.
Es decir, la crisis vital, ya sea en la vertiente profesional, económica o afectiva de estos tres cincuentones, sirve a Sautet para construir una película sobre el desencanto, la pérdida de los ideales de juventud, la melancolía que acompaña a la sensación de hacerse mayor y las dificultades de mantener una pareja en los años (mediados de los setenta) en los que la mujer ya había empezado a liberarse de los clichés y los roles que se les habían asignado desde su nacimiento.
Tres amigos, sus mujeres… y los otros se beneficia de un espléndido reparto y la afinada dirección actoral de Sautet. Montand y Piccoli, ambos fantásticos, intercambian por momentos sus caracteres, el habitualmente flemático Piccoli se rompe en momentos coléricos y el más sanguíneo Montand se torna más melancólico. Menos rico en matices es el personaje de Paul al que, sin embargo, Serge Reggiani saca partido con sus excesos alcohólicos. Gerard Depardieu tiene una secuencia de boxeo francamente difícil que resuelve con brillantez demostrando a sus veintiséis años el talento que no tardará mucho en explotar y, en cuanto al reparto femenino, resulta inevitable destacar a Stéphane Audran (El festín de Babette) que encarna esa idea de mujer libre para tomar decisiones sin perder la sensibilidad.
Aunque Sautet no alcanza el nivel de virtuosismo y concisión de Las cosas de la vida o Ella, yo y el otro, estamos ante un film más que notable con el que se consolida como un realizador de estilo reconocible, sus secuencias filmadas en interiores de coches, sus personajes fumando como carreteros, sus diálogos cargados de intención en cada frase, la introducción de un narrador (voz en off mediante) hacia el final de la película y su habilidad para cerrar el metraje con una secuencia brillante. Sumemos a todo esto la contribución artística de sus habituales Philippe Sarde (con la música) y Jean Boffety (con la dirección de fotografía).
Tres amigos, sus mujeres… y los otros podrá verse durante el 70 Festival de San Sebastián en tres pases:
- Sábado 17 a las 20:30 en la Sala Príncipe 6
- Miércoles 21 a las 21:30 en la Sala Príncipe 6
- Jueves 22 a las 16:15 en la Sala Príncipe 6