sábado, febrero 24, 2024

Crítica de ‘Apolo 10 1/2: Una infancia espacial‘: Encantadora instantánea de la vida en los años sesenta

Las críticas de David Pérez «Davicine»:
Apolo 10 1/2: Una infancia espacial

Un hombre narra momentos de su vida como un niño de 10 años en el Houston de 1969 y va entrelazando historias nostálgicas con el relato fantástico de un viaje a la Luna. El nominado al Óscar Richard Linklater (Boyhood) escribe y dirige Apolo 10 1/2: Una infancia espacial, inspirándose en su niñez para ofrecernos una instantánea de la vida en Estados Unidos en los años sesenta, que mezcla el paso a la madurez, la observación de la sociedad y una aventura insólita que cuenta en su reparto con Jack Black, Bill Wise, Lee Eddy, Natalie L’Amoreaux, Zachary Levi, Josh Wiggins, Jessica Brynn Cohen y Glen Powell. La película se estrena en Netflix el 1 de abril de 2022.

Una pequeña gran historia

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial cuenta la historia del primer alunizaje, en el verano de 1969, desde dos puntos de vista: el que tienen los astronautas y el centro de mando de ese momento triunfal y el de un niño de Houston (Texas) que tiene sus propios sueños intergalácticos.

Así, la película sigue a un adulto, Stan (Jack Black), que cuenta la historia de su vida cuando era un niño de 10 años (Milo Coy) en 1969, Houston. Stan vive con su madre (Lee Eddy) que es ama de casa, su padre (Bill Wise) que es empleado de la NASA y sus hermanos Vicky (Natalie L’Amoreaux), Steve (Josh Wiggins), Jana (Jessica Brynn Cohen), Greg (Sam Chipman) y Stephanie (Danielle Guilbot). Mientras juega con sus compañeros de escuela, Stan es reclutado por dos empleados de la NASA, Kranz (Zachary Levi) y Bostick (Glen Powell), para una misión secreta para ir a la Luna.

¿Por qué enviar a un niño de 10 años a la Luna y mantenerlo en secreto? Porque la NASA realizó mal los cálculos y construyó un módulo lunar en el que no cabe un hombre adulto. Pero deben hacer posible un viaje a la Luna antes de enviar astronautas «reales», y dado que un niño responde más coherentemente que un chimpancé, deciden que un niño lo suficientemente inteligente y atlético como para encajar en el módulo es lo que necesitan y, por lo tanto, deben mantenerlo en secreto.

Obviamente, no estropeo nada si digo que la historia de Stan sobre su viaje a la Luna no es real, siendo tan real como la historia que se cuenta de cómo el cineasta Stanley Kubrick colaboró con la NASA filmando falsos alunizajes. Pero lo que son reales son las sensaciones y emociones que experimenta este niño, inspirado todo ello en la experiencia personal de Richard Linklater, mostrándonos cómo fue su paso a la madurez en Houston, su relación con su familia y amigos, los programas televisivos que se emitían, las películas que se proyectaban en los cines, el impacto en adultos y niños de la guerra de Vietnam,… Un gran cúmulo de cuestiones que plantean lo que un niño de 10 años piensa que debería hacer con todo lo que acontecía a su alrededor, sintiéndose poca cosa para poder arreglar nada.

La carrera espacial desde los ojos de un niño

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial parece estar menos interesada en muchos tramos en la carrera espacial, centrándose especialmente en los detalles de una infancia estadounidense en ese momento de la vida. Jack Black es un gran narrador, convincente e irónico, y gracias a él recordamos las travesuras de la infancia, los intentos de su padre por ahorrar dinero, las sesiones de cine con su abuela viendo siempre la misma película,… pero también recuerdos más generales que pueden evocar la nostalgia de muchos espectadores, como las series que más audiencia tenían en esos años o la música que servía de banda sonora a toda una generación.

No hay duda que Linklater tiene una habilidad única para mirar hacia atrás con los ojos ingenuos de un niño, siendo capaz de plasmar con emotividad una infancia con todo lo que ello conlleva, desde los momentos más íntimos con la familia y amigos, hasta los problemas en el instituto y los conflictos que ve en las noticias. Crecer en esa época iba acompañado de grandes complejidades, ya que la aventura espacial debía competir por la atención mediática con la guerra y los disturbios civiles, sin olvidarnos de los propios problemas familiares que parecen minimizarse con lo que acontece fuera de su hogar.

La animación al servicio de los recuerdos

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial estaba destinada a ser vista en pantalla grande por cómo luce, con una animación bella e impresionante, realizada de forma bastante similar a trabajos anteriores de Linklater como Waking Life (2001) y A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad) (2006), ya que se rueda digitalmente y luego se anima usando rotoscopia interpolada.

En esta ocasión, se limita la rotoscopia a la animación de personajes, recurriendo a la animación 2D para mostrarnos todo lo que rodea el mundo de Stan, es decir, sus recuerdos, los cómics que leía, las películas que veía o las noticias en televisión, permitiendo diferenciar lo que son recuerdos originales con la historia del joven en sí.

Linklater podría haber contado fácilmente esta historia en acción real, pero esta elección artística permite dejar claro que no estamos ante una realidad clara, sino una selección de recuerdos que han pasado por el prisma de la nostalgia. Gracias a este estilo peculiar, con una sensación muy retro, consigue dotar a la película de una aspecto personal y adquiere un punto idealizado aunque en muchos casos se distorsione la animación para dar una sensación de ensueño, de tal forma que no solo vemos como se vivieron realmente esos eventos, sino también cómo se recuerdan.

La animación encaja a la perfección con el reparto de voces, siendo mucho más disfrutable verla en versión original gracias al increíble elenco con el que cuenta la película, y con todo ello el director plasma sus habilidades únicas a una historia profundamente específica pero que captura el estado de ánimo de toda una generación.

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial está muy centrada en cómo era la vida en Estados Unidos en los sesenta, siendo muy diferente a cómo se vivió esa época en nuestro país, pero funciona como celebración de la infancia mostrando la complejidad del paso a la madurez a la par que sirve como oda nostálgica a la vida en el centro de la carrera espacial, siempre con la magistral habilidad de Linklater de capturar un lugar y momento específicos.


¿Qué te ha parecido la película?

Apolo 10 1/2: Una infancia espacial

8.5

Puntuación

8.5/10

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