lunes, marzo 20, 2023

Crítica de ‘Slaxx’: La venganza de los tejanos asesinos

Las críticas de Daniel Farriol:
Slaxx
 
Slaxx es una comedia de terror canadiense dirigida por Elza Kephart (Graveyard Alive). La propia realizadora co-escribe el guion junto a su colaboradora habitual Patricia Gomez. La historia nos lleva hasta unos grandes almacenes que se están preparando para presentar su nuevo producto estrella. Son unos tejanos que se adaptan al cuerpo del cliente, eliminando el problema de las tallas. Hasta el almacén llegan unos pantalones tejanos poseídos que comienzan a asesinar a todos los trabajadores mientras se preparan para la gran apertura de la tienda al público. Está protagonizada por Romane Denis (Guerra en el buen sentido), Brett Donahue (Un marido en la sombra, Traición a tres esposas), Sehar Bhojani, Kenny Wong, Tianna Nori, Erica Anderson, Stephen Bogaert y Jonathan Emond. La película tuvo su premiere en España durante el pasado Festival de Sitges 2020. Sin pasar por salas comerciales, su estreno se ha efectuado en Filmin el día 25 de Junio de 2021.
 

Pantalones con vida propia

Slaxx es una comedia que parte de una idea tan descabellada y demencial que a todos los fans del fantástico ya nos tiene ganados de antemano. Por desgracia, finalmente la propuesta acaba siendo menos incisiva y más infantiloide de lo que pretende. Esta historia sobre unos pantalones tejanos asesinos (sí, cómo lo lees) ya causó cierto revuelo en las míticas maratones de la Midnigth X-Treme del Festival de Sitges 2020. Esta sección acontece en esas noches golfas reservadas para los festivaleros más cañeros ávidos de sangre y risas. No pude verla allí, pero mis expectativas se mantenían altas, así que tengo que decir ahora que me ha decepcionado bastante. Slaxx es una de esas películas que pueden resultar muy disfrutables si las compartes en una sala de cine con ganas de fiesta y, tal vez, llevando algunas cervecitas en el cuerpo. Por contra, si la ves solo en el televisor o el ordenador de tu casa es cuándo sobresalen sus defectos y (nunca mejor dicho) sus costuras.
 
La historia nos sitúa en unos grandes almacenes donde la marca de ropa Cotton Clothiers tiene la intención de presentar su nuevo producto estrella: los pantalones tejanos Super Shapers. ¿Qué tienen de especial estos vaqueros? Pues que están hechos de un material que incorpora una inteligencia térmica que hace que se adapten al cuerpo de cualquier persona, es decir, ya no hará falta preocuparse por las tallas. Para los que no nos gusta ir de compras sería el invento perfecto. Sin embargo, este descubrimiento revolucionario esconde un oscuro secreto que pronto ocasionará el caos durante los preparativos que se efectúan para ponerlos a la venta. Los pantalones cobrarán vida propia y se dedicarán a asesinar uno a uno a los trabajadores durante la noche anterior a la gran apertura para el público. La joven e idealista Libby (Romane Denis) intentará impedirlo cuándo descubra la verdad oculta tras esa venganza tejanil. 
 

Una comedia de terror con conciencia de clase

Situar la acción de Slaxx en unos grandes almacenes de ropa nos traerá de forma inmediata a la memoria la enigmática y fascinante In Fabric (Peter Strickland, 2018). Ambas realizan una crítica al consumismo voraz, pero la sutileza de sus postulados así como el planteamiento estético son casi antagónicos. Esta pequeña película canadiense dirigida por Elza Kephart poco tiene que ver con el giallo italiano y sí mucho más con la Serie B y Serie Z que se hacían de manera alimenticia en los años 70 y 80. Hay unos contrastes muy bestias en el filme. Se combina el humor canalla y naïf de La pequeña tienda de los horrores (Frank Oz, 1986) con una crítica a la explotación infantil en los países del tercer mundo, pero con la misma mirada distante que tenía Slumdog Millonaire (Danny Boyle, 2008). Demasiado para el body, ¿no?

Es evidente que hay un mensaje importante y bienintencionado tras el absurdo planteamiento de su argumento, pero se siente forzado y demasiado evidente. Sería algo semejante a esas personas que tras donar 5 euros a una causa benéfica tienen la necesidad de publicarlo en todas sus redes sociales para demostrar lo buena gente que son. Demasiado tosco para que cale. Se podría decir que Slaxx es una comedia de terror con conciencia de clase. Sin embargo, no estoy seguro que funcione adecuadamente el mensaje político o social dentro de una comedia que no podemos tomar en serio en ninguno de sus otros aspectos. El filme es cutre, de bajo presupuesto. Tiene el espíritu de un episodio vintage de Historias de la Cripta (Steven Dodd, 1889-1996) pasado por el infame filtro de La Troma o de Asylum. ¡Eso no es malo! ¡Lo friki me gusta! Pero poner tan en primer término sus reflexiones profundas acaba desconcertando en una película en la que unos pantalones tejanos cobran vida para ponerse a bailar canciones de Bollywood con la misma energía que asesinan a sus víctimas. La sensación de WTF es mayúscula.

Los nuevos hábitos consumistas

Sin duda, son esos momentos más delirantes los que mejor funcionan en Slaxx. Los movimientos en escena de los vaqueros utilizan una animación casera y sin grandes alardes técnicos o digitales. Eso le da cierto encanto a la película. De aquel cine casposo y polvoriento en las estanterías de los videoclubs de antaño. Y es que cuánto menos ambiciosa es y más se enfoca en el puro divertimento del slasher sangriento es cuando más me interesa a mi. La directora ha manifestado sin rubor en muchas entrevistas que sus grandes influencias para hacer cine han sido nombres como Antonioni, Pasolini y Argento. No te flipes, Slaxx se parece bastante más a Killer Sofa (Bernie Rao, 2019). Está bien que en el terror y el fantástico haya reflexiones sociales, pero últimamente parece un requisito indispensable para el género. Empieza a ser muy cansino e innecesario.  

También me ha recordado en algunos momentos a la infravalorada Halloween III: El día de la bruja (Tommy Lee Wallace, 1982). En aquella película bastarda de la mítica saga dedicada a Michael Myers también se hablaba de la influencia que tenía la publicidad en los hábitos consumistas de la gente. Slaxx actualiza su discurso sobre los mensajes subliminales lanzados a través de un televisor y los extrapola al ascendente predominio que tienen los youtubers e influencers en la opinión pública de los jóvenes. Una nueva manera de fijar tendencias bajo las directrices de las marcas y grandes corporaciones que lo controlan todo. Creo que había material e ideas suficientes para conseguir una sátira más afilada y menos obvia. Aún así, Slaxx tiene momentos divertidos y puede ser un pasatiempo ligero para los fans del fantástico más chusquero. 


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Slaxx

5.8

Puntuación

5.8/10

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