martes, marzo 19, 2024

62 SEMINCI. Sección Oficial. Crítica de ‘Sweet Country’: Una poderosa denuncia del racismo

Las críticas de David Pérez «Davicine» en la 62 SEMINCI:
Sweet Country

Warwick Thornton, que tuvo un gran debut en 2009 con Samson and Delilah, incrementa ahora su brutal estilo de western occidental con esta película inspirada en una historia real sucedida en el interior de Australia en 1929.

En Sweet Country, Sam es un aborigen de mediana edad que trabaja en las propiedades de un amable pastor religioso, Fred Smith. Cuando Harry March, un hombre resentido y malhumorado, vuelve del frente occidental, Sam y su familia son enviados a colaborar en la restauración de su rancho. La relación entre ambos se complica rápidamente hasta el punto en que Sam, intentando salvar su propia vida, mata a Harry en un violento tiroteo. Se convierte así en un criminal perseguido por asesinar a un hombre blanco, lo que le obliga a huir junto a su mujer hacia el inhóspito interior de Australia. El sargento Fletcher lidera una campaña de búsqueda y captura para localizarlos, pero pronto comienzan a conocerse los detalles del suceso y la población local empieza a dudar de la justicia de esta cacería.

Los guionistas David Tranter y Steven McGregor muestran un retrato implacablemente hostil de Australia, donde la violencia racial tiene un gran peso, que se ve reforzado a través de flashbacks y flashforwards que nos predicen o recuerdan momentos de brutalidad. Nos muestran unos personajes impulsados ​​por su odio mientras humillan a los que, aún en los tiempos que corren, consideran sus esclavos. No hay respuestas fáciles en esta película, y nos deja alguna pregunta más cuando terminamos de verla a través de su mirada provocativa de la historia de Australia.

Sweet Country es una película dura e impactante, rodada con cuidado por Thornton, que además de director hace las veces de director de fotografía junto a Dylan River. Entre ambos han creado una película de belleza lírica, con grandes paisajes, entre los que encontramos emotivas metáforas, pues las tierras tribales que los blancos aún tienen que robar y saquear son recreadas como blancos desiertos, puros y sin «contaminar». La película consigue un efecto de ilusión al mostrar en algunas ocasiones la pantalla dividida en dos, que alterna su significado entre la fabricación del armazón de madera del que cuelga una soga, y a la vez la elevación de una iglesia, simbolizando la ley y la iglesia.

Sam Neill, Ewen Leslie y Hamilton Morris encabezan unas interpretaciones excelentes, donde todo el peso interpretativo recae en actores ya maduros, pues este sí que «es país para viejos». A través de los ojos de Sam Kelly, interpretado por Hamilton Morris, es donde destaca el valor de la película, presentando un personaje angustiado y con mucha dignidad, a pesar de la dura vida que ha llevado. El personaje de Harry March, interpretado por Ewen Leslie, dota de cierta complejidad a la película, pues no excusa su comportamiento, pero no es presentado como un mero racista, sino un hombre con un duro pasado destrozado por el alcohol y los efectos secundarios de la guerra. Tremayne Trevorn Doolan debuta como el joven Philomac, un joven ladronzuelo que se debate entre su identidad aborigen y las obvias ventajas que tiene ser considerado blanco.

Sweet Country es una poderosa denuncia del racismo y la violencia sobre los que se fundó la Australia moderna, planteada de forma tan compleja como los temas que aborda.

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