No tiene suerte Philip Roth con las adaptaciones de sus novelas al cine. Uno de los grandes narradores de nuestro tiempo, eterno candidato al Nobel de literatura, tiene que sufrir, una detrás de otra, fallidas versiones cinematográficas de sus obras. No he visto todas ellas pero nada me hace pensar que Goodbye, Columbus(Larry Peerce, 1969) o Portnoy’s Complaint (Ernest Lehman, 1972) sean ninguna maravilla cuando no han trascendido lo más mínimo y ni sabía de su existencia hasta que me he puesto a buscar cuántas películas se han hecho sobre novelas del autor de Nueva Jersey. Recuerdo con soporífero aburrimiento haber visto La mancha humana (Robert Benton, 2003) pero apenas conservo nociones de cuanto ocurría. Tampoco me entusiasmó el acercamiento que Isabel Coixet hizo en 2008 a “El animal moribundo” con su Elegy a pesar de las meritorias interpretaciones de Ben Kingsley y Penélope Cruz. La mejor hasta la fecha me parece la irregularmente notable La sombra del actor (Barry Levinson, 2014) sobre la que ya tuve ocasión de escribir en No es cine todo lo que reluce hace un par de años y que adaptaba su novela “La humillación”.
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