Las críticas de Óscar M.:
Immaculate
En Immaculate, una monja americana de fe devota se embarca en un viaje a un remoto convento de la pintoresca campiña italiana. La cálida bienvenida que recibe a su llegada se convierte rápidamente en una pesadilla cuando descubre que su nuevo hogar alberga un siniestro secreto y horrores indescriptibles. Un día descubre que está embarazada y lo que parecía un milagro, por conservar aún su virginidad, resulta ocultar un siniestro secreto que hará que busque salir de aquel lugar desesperadamente.
La película está protagonizada por Sydney Sweeney (Cualquiera menos tú, Euphoria) y Álvaro Morte (La casa de papel), está dirigida por Michael Mohan (Los voyeurs) y cuenta con un guión de Andrew Lobel. Immaculate llega a nuestros cines el 1 de mayo de 2024 de la mano de Diamond Films.
Santas y beatas del cine
El mundo religioso es un recurso recurrente en el mundo del cine, hemos podido ver la recreación en imágenes de los pasajes más destacados de La Biblia o las correrías más perversas de las sectas. Un caso especial y destacado son las películas ambientadas en conventos, esos místicos y misteriosos lugares donde pueden suceder todo tipo de cosas ficticias.
Las monjas y sacerdotes que habitan en ellos son carne de cañón para las películas y series, desde los misteriosos asesinatos de El nombre de la rosa, los números musicales de Sister act, los devaneos amorosos de El pájaro espino o Benedetta, las hilarantes aventuras de Monjas a la carrera hasta incluso el terror de La monja. Son incontables la cantidad de películas donde los religiosos son los protagonistas. En esta ocasión, la premisa del embarazo de una monja en Immaculate la vincula directamente con Agnes de Dios, película de 1985.
Este detalle es el único punto en común entre las películas, puesto que el enfoque y el planteamiento es diferente en las dos producciones. Aunque el misterio del embarazo y el suspense entorno a la concepción o los acontecimientos que suceden en el convento también estén presentes en ambas, Agnes de Dios se centraba más en el drama, mientras que Immaculate apuesta por el terror.
Una escritura sagrada y bien ejecutada
El guión del debutante Andrew Lobel es ágil y rápido a la hora de las presentaciones de los personajes y situar el planteamiento inicial de la trama, siendo destacable la fascinación que siente por ese oscuro y apartado lugar al margen del resto de la sociedad y es muy inteligente al evitar situar temporalmente los acontecimientos narrados, dejando voluntariamente que el espectador rellene ese espacio, al mismo tiempo que permite que la historia sea atemporal.
La rapidez del guión permite que haya un buen ritmo constante durante su corta duración y evita que la película se pierda en lugares comunes relacionados con la vida religiosa. Los hechos suceden de una manera muy natural y los inevitables saltos temporales están bien justificados en la historia.
El director Michael Mohan demuestra su experiencia en el mundo del cortometraje representando en escena toda la información que necesita el público, para dedicarse plenamente a la acción y a los personajes. Es apreciable su habilidad para llevar el guión a imágenes y aprovechar todos los recursos que ofrece la ubicación, centrándose la mayor parte del tiempo en destacar la belleza de Sydney Sweeney, con quien ya trabajó en Los voyeurs y la serie Todo es una mierda.
Sydney de todos los santos
Es innegable que Immaculate es un vehículo para el lucimiento de Sweeney, quien también ha ejercido como productora. Sabe aprovecharlo para desarrollar al máximo su lado dramático (como ya nos tiene acostumbrados en la estupenda Euphoria) y así olvidarnos del ninguneo sufrido este mismo año en Madame Web.
Su magnífico físico permite que encaje bien en un personaje que acaba de pasar la adolescencia y su bella juventud que sea capaz de llenar la pantalla sólo mostrando su rostro, saliendo favorecida de vestir el hábito de monja. Ambos detalles son destacados constantemente en la película, se aprecia que está cómoda con el director y esa relajación permite que su interpretación sea más creíble.
Está acompañada de Benedetta Porcaroli, una sorpresa agradable para el espectador en un personaje que en ciertos momentos representa a la audiencia dentro de la historia y que supone el contrapunto cómico cuando es necesario. También destaca Álvaro Morte (que continúa arrastrando la sombra de El profesor de La casa de papel), quien demuestra que sabe defenderse con el inglés, aunque da la sensación de que va de mejor a peor (podría ser por el orden del rodaje).
Las señales del santificado terror
La película está rodada en italiano e inglés, la mayoría de las actrices y actores utilizan ambos idiomas indistintamente y es muy recomendable verla en versión original, puesto que el guión lo utiliza mucho para representar la incapacidad de la protagonista para controlar la situación.
Por su parte, la música compuesta por Will Bates se centra en música de cámara y se alterna con canciones religiosas, incluida la archiconocida «Carol of the bells», aunque se han disimulando los versos relacionados con la navidad.
Junto a un logradísimo ambiente de recogimiento, la iluminación y la excelente elección de la ubicación real permite que los contados sobresaltos que suceden en Immaculate lleguen a asustar al espectador. Mohan consigue llevarnos a un nivel de suspense que roza el terror en escasas ocasiones, pero con un resultado satisfactorio.
Immaculate concluye como una interesante propuesta de suspense y terror que alcanza su objetivo a todos los niveles, gracias tanto a sus acertadas interpretaciones como a su adecuado nivel técnico y artístico, mereciendo la pena sufrir junto a Sydney durante sus escasos noventa minutos.
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Immaculate
