Hay episodios históricos que conocemos por el cine. Esto es incuestionable para al menos un importante sector de la población que vive al arbitrio de lo que los medios de comunicación y demás creadores de opinión consideran que es (o no) noticia. Ahora mismo hay abiertos muchos conflictos bélicos en el mundo pero los informativos sólo se ocupan de aquellos a los que se les ha dado voz, hay otras guerras invisibles, guerras de segunda división de las que apenas nadie habla, sus víctimas son menos importantes. Como si no fueran seres humanos.
Pero el cine también es selectivo. También existe una historia de primera división y otra de segunda. Me gustaría creer que los criterios son sólo cinematográficos, que algunos episodios históricos son llevados al cine porque tienen mayor fotogenia, pero no creo que sea así. Una parte de la historia no se lleva al cine porque a casi nadie le interesa hacerlo o porque casi nadie se atreve a hacerlo. Y aquí es donde hay que destacar la tremenda valentía del director francés Robert Guédiguian que ha dirigido Una historia de locos que se estrena en nuestro país con más de dos años de retraso.
Crítica completa aquí.
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