viernes, diciembre 6, 2024

61 SEMINCI. Sección Oficial. Crítica de ‘Dokhtar (Hija)’: Correcta y punto

Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 61 SEMINCI: 
Dokhtar (Hija)

 

Reconozco que siento cierto mosqueo previo cuando veo una película iraní con distribución internacional y presentándose en festivales. El régimen iraní establece unas férreas normas para que las películas puedan ser distribuidas en Irán y exportadas fuera de sus fronteras, a saber, el respeto por el velo, evitar el contacto entre hombres y mujeres, la violencia, las discusiones de política y economía y el realismo sórdido; entendiendo por “realismo sórdido” todo aquello que no guste al «democrático» gobierno de Hasán Rouhaní, lo cual no viene a significar otra cosa que lo que toda la vida se ha llamado censura. 
 
Hoy se ha presentado en la Sección Oficial de la 61ª SEMINCI la película iraní Dokhtar (Hija) dirigida por Reza Mirkarimi y para que vayan haciéndose una idea, les diré que todas las mujeres aparecen con velo, que no hay ningún contacto entre hombres y mujeres, el único asomo de violencia es un bofetón, nadie habla de política o economía y, las ciudades y los edificios son retratados sin asomo de sordidez. Después de ver Dokhtar uno podría plantearse Teherán como una opción perfecta para las próximas vacaciones. 
 
Lo que quiero decir con esto, es que no acepto que la película sea válida como retrato de la sociedad iraní, de la situación de la mujer o del ambiente de libertad que pueda respirarse en las calles. La censura parece planear en cada fotograma. Es cierto que en algún momento un grupo de chiquillas habla sobre la “malentendida libertad” que creen disfrutar, pero son comentarios demasiado livianos como para poderlos considerar subversivos. Otra cosa es hablar de cine, referirse a Dokhtar como el correcto drama familiar que es, como un producto cinematográfico más que digno con una impecable factura y con unas brillantes interpretaciones. Si la película fuera belga o japonesa tal vez me habría ahorrado los dos primeros párrafos de este escrito pero resulta que con el cine belga o japonés la gente no tiene tanta tentación de utilizarlo para tomar el pulso a la sociedad del país. 
 
Así que vamos con el cine. Dokhtar (Hija) gira en torno a un padre autoritario que no permite a su hija hacer un viaje en avión a Teherán para celebrar una pequeña fiesta con su grupo de amigas. La autoridad que ejerce ese padre interpretado por Farhad Aslani no tiene que ver con preceptos religiosos, es una autoridad de padre a hija como la que ha existido toda la vida en el seno de muchas familias. Es cierto que si en lugar de ser hija, fuera hijo, la actitud del padre podría ser más permisiva, pero eso, también ha ocurrido y ocurre en occidente. 
 
El caso es que Setareh (Mahoor Alvand), la “hija” a la que se refiere el título desobedece y las circunstancias se alían en su contra para que su perfecto plan para no ser pillada se vaya al traste. A partir de ahí el padre se adueña de la película y ejerce una furibunda búsqueda de su hija viajando a Teherán. Será inicialmente una búsqueda física, brusca, incluso violenta en un momento (el bofetón que antes cité, no más) pero poco a poco irá derivando hacia una búsqueda emocional. Mirkarimi pone el acento en el dilema personal que ambos, padre e hija, tienen entre hacer valer su postura (de autoridad y rebeldía respectivamente) y el miedo a perderse el uno al otro, pues lo que no deja de estar claro en ningún momento es que padre e hija se quieren. 
 
La primera parte del film, con la presentación de personajes y todo lo que ocurre en Abadán (donde vive la familia alejada de la capital) es más ágil y viva, varias líneas argumentales parecen estar abiertas y hay mucho más pulso en el transcurrir de las secuencias. A partir de la llegada del padre a Teherán la película languidece, el tono se apaga lentamente y a pesar de la aparición de un nuevo personaje, el de la tía de Setareh interpretada por Merila Zarei, todo empieza a perder interés y hacerse previsible. 
 
Como he dicho estamos ante una película de impecable factura, especialmente una dirección de fotografía de lo mejor que se ha visto hasta ahora en la SEMINCI. La utilización de la música en los momentos claves ejerce el adecuado efectismo y todo funciona correctamente. Hasta ahí. Dokhtar es una película correcta que no aporta nada a otros centenares de dramas familiares de corte muy similar ya sean realizados en Teherán, Camberra o Sebastopol.

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