Tras varios años de observación de los convencionalismos y también de los problemas a los que se enfrentan las relaciones de pareja, el director griego Yorgos Lanthimos nos trae Langosta, una película de ciencia ficción brillante y nada convencional.
En un mundo en el que mantenerse en pareja es obligado, permanecer soltero es considerado delito. Por suerte, el gobierno pone a disposición de estas personas hoteles para encontrar a su media naranja y no terminar siendo sacrificados y trasformados en un nuevo animal. Tienen cuarenta y cinco días para que surja la chispa con alguien con quien compartan alguna particularidad. Mientras, cada noche han de jugarse la vida en una cacería de solteros en la que poder ganar más tiempo para el emparejamiento.
El guión del tándem Yorgos Lanthimos y Efthymis Filippou, que tanto éxito de crítica consiguió anteriormente con Alps o Canino, vuelven a tejer una historia absurda que en este caso se convierte en una comedia distópica, tan extraña como fascinante, que explora algunas realidades de las relaciones de pareja sin abandonar un marco abstracto, y lo hace con un tono cómico e inteligente que recuerda a la filmografía de Wes Anderson o Charlie Kaufman. La estructura parece estar compuesta de dos actos, un primero que transcurre en el hotel y un segundo en lo salvaje, lugar donde malviven los solteros proscritos. A este respecto hay que reconocer que la segunda parte, a pesar de contener la historia de amor, desmerece un poco la primera, pero igualmente componen un todo que no deja indiferente. Una sátira dentro del género de la ciencia ficción en la que el totalitarismo está basado en la idea de que solo en la compañía de otro puede ser útil un ser humano. Una premisa surrealista digna de Ionesco.
En su primer trabajo en lengua inglesa, Lanthimos se ha rodeado de un elenco de reputados actores entre los que destacan John C. Reilly, Ben Whishaw, Rachel Weisz o la última chica Bond, Lèa Seydoux. El único cuyo personaje tiene nombre propio es David, el protagonista, interpretado por Colin Farrell. El galés muestra aquí el talento que ha ocultado durante años con una interpretación que, si bien puede parecer impávida al principio, construye de forma impecable al personaje; un hombre extraño, reprimido y resignado hasta la exasperación que cuanta menos emoción muestra más divertido resulta. Sus compañeros están todos más que correctos en sus pequeños papeles, pero brillan con más fuerza John C. Reilly en el papel de hombre que cecea y Olivia Colman como directora del hotel.
Todos los personajes, solteros o emparejados, se caracterizan por una frialdad casi inhumana que contrasta con una banda sonora y potente con piezas del modernismo soviético compuestas por Shostakóvich, Schnittke o Stravinski o del más puro romanticismo de Bethoven, que acompañan a una fotografía de tonos grises a juego con la gélida emoción de los individuos
Langosta es una sátira sobre las presiones a las que nosotros mismos nos sometemos a la hora de entender nuestra vida en compañía de alguien o en soledad. Pero su más notable peculiaridad no está en lo singular de la historia —eso no es más que un ejemplo de la brillante y desamueblada cabeza de Yorgos Lanthimos y Efthymis Filippou— sino en un sentido del humor de principio a fin que la convierten en una de las sorpresas más gratas de la cartelera 2015.
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Una película que me ha sorprendido gratamente, por ese humor negro que implante el director hacia esas situaciones surrealistas y sobre todo ver a Colin Farrell en un papel muy diferente al que nos tiene acostumbrado.