Las críticas de David P. «Davicine»: Gloria Victoria
El ‘tema de la invasión’ de la ‘Sinfonía n.º 7, Leningrado’ de Shostakóvich forma el telón de fondo de un explosivo collage para las conexiones visuales entre el arte y la guerra, con imágenes de combates en el frente y de masacres bélicas. Al mismo tiempo, Gloria Victoria es una sinfonía al servicio de la maquinaria de la guerra y de la agitación, y una manifestación artística que llora a los muertos, se hace eco de la indignación y hace un llamamiento por la paz.
En este final de su aclamada trilogía del siglo XX, que también contiene Tower Bawher (2006) y Drux Flux (2008), el diseñador gráfico convertido en cineasta Theodore Ushev sigue brillantemente dibujando con sus fondos de diseño gráfico, haciendo referencia a los elementos constructivistas rusos en una auténtica experiencia de animación con una potente y emocionante energía.
Gloria Victoria cuenta con las capacidades viscerales y auditivas de una película pero sin necesidad de palabras, tan sólo con una intensa música acompañada de suntuosas capas de textura formadas por croquis, imágenes icónicas que se han convertido en poderosos símbolos de la guerra y la devastación, pasando de una pintura del caballo de Troya a una animación cuyo estilo recuerda el horror del «Guernica» de Pablo Picasso.
Este cortometraje es, en gran medida, una obra de arte que se disfruta quizás más expuesta en un museo que en una sala de cine, con formas y movimientos de ideas de conflicto y una construcción de la mala voluntad de las promesas de ciclos de paz que hemos visto pasar una y otra vez durante siglos.
A ritmo sinfónico con toques de música heavy metal, crea una sensación de agitación y enojo que levanta nuestro espíritu y nos envuelve en un caótico frenesí.
Sin necesidad de palabras, sin necesidad de explicaciones, la crudeza de los gráficos y los estruendos de la sinfonía son más que suficientes para lograr hacernos un nudo en el estomago, el cual es el fin de este trabajo, o al menos parece tras visionarlo y reflexionarlo. Ushev acaba con la nota irónica, con el símbolo que todos esperamos pero que difícilmente puede sostenerse a sí mismo con la basura con la que se construye.