Antes de nada quiero advertiros de que esta crítica la incluyo ante mi sorpresa al ver que la carátula de la cinta Vampiros versus zombies usa como reclamo estar basada en un relato de J. Sheridan Le Fanu, puesto que toma al personaje principal del cuento Carmilla, incluido en el tomo En un cristal oscuro, al que ya hice referencia al hablar del clásico Vampyr.
Desinformación totalmente malintencionada y falsa a la hora de hablar de esta supuesta confrontación entre zombies y vampiros de la que paso a hablaros. En primer lugar, si se puede llamar así, el argumento, porque desde luego la película nos da, al menos en lo que se refiere a calidad, todo lo que el título promete.
Un padre y su hija huyen en coche de una epidemia que convierte a las personas en bestias homicidas sin control, en zombies para entendernos. En su camino encuentran a una mujer que les pide que se lleve a una de sus hijas para intentar evitar que la otra le contagie esa enfermedad sanguinaria.
Sin embargo, la joven a la que acogen guarda el secreto de estar infestada por otra clase de enfermedad, el vampirismo, o al menos ella cree que les engaña, porque el padre que la recoge está bien enterado de ello y esperaba llevarla al lugar adecuado para acabar con ella. Durante esta arriesgada maniobra, la vampira tratará de seducir a la hija del protagonista, primero físicamente para después transformarla en una criatura igual que ella.
Me ha costado mucho esfuerzo explicarlo para que parezca una sinopsis porque ya al hacerlo te das cuenta de lo ridículo que es todo. Por teléfono, el padre, interpretado por C.S. Munro, habla casi abiertamente con otra persona acerca de su plan, y llega a permitir que su hija se quede sola con el vampiro, aún a sabiendas del peligro que entraña.
Durante toda la película he intentado descubrir si la hija del conductor estaba infectada por la pandemia de zombies o por otra cosa que le provocaba alucinaciones o qué, puesto que se entrelazan escenas que hacen pensar que todo no sea más que un delirio, y que no existan los vampiros, y sólo los zombies o… Un lío, vamos. A veces no puedo uno distinguir qué es qué entre tanta infección. Francamente, en ese intento de seducción terminamos viendo algo de cacha, pero incluso esto acaba siendo francamente lamentable y deprimente.
Si descontamos que la introducción de los créditos tiene un estilo totalmente pornográfico y que la banda sonora llega a ambientar con temas de mofa la aparición de alguno de los zombies, o que los efectos sonoros son totalmente ridículos, podríamos pasar al hecho de que a los protagonistas no parece importarles, en plena epidemia, la sangre que se les desparrama por la ropa y por el cuerpo, ni parece darles el menor escrúpulo (a veces incluso les provoca risa) despezar lo que antes fueron personas.
-¿”Hicimos lo correcto?”
-“Qué puedo decir. No tengo ni puta idea”
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