Las críticas de Daniel Farriol:
El agua
El agua es un drama español dirigido por la debutante Elena López Riera que también co escribe el guion junto a Philippe Azoury. La historia nos lleva hasta un pequeño pueblo del sureste de España donde una tormenta amenaza con volver a desbordar el río que lo atraviesa. Entre los lugareños existe una vieja creencia popular que afirma que algunas mujeres están predestinadas a desaparecer con cada nueva inundación porque tienen «el agua adentro». Ana vive con su madre y con su abuela en una casa a la que el resto del pueblo mira con suspicacia.
Está protagonizada por Luna Pamiés, Bárbara Lennie (Los renglones torcidos de Dios, El desorden que dejas), Nieve de Medina (Un franco, 14 pesetas, La madre), Alberto Olmo, Pascual Valero y Lidia María Cánovas. La película se presentó en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2022 y compitió en la sección Zabaltegi-Tabakalera del Festival de San Sebastián 2022. Se ha estrenado en salas comerciales de la mano de Filmin Cinema y Elástica Films el día 4 de Noviembre de 2022.
El misticismo rural de Orihuela y la Vega Baja del Segura
Desde su paso por la prestigiosa Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, El agua ha sido una de las películas más aclamadas en el panorama del cine español en un año ya de por sí repleto de obras prodigiosas que han encandilado a público y crítica. La ópera prima de Elena López Riera amplifica el universo por ella creada a través de sus cortos Pueblo (2015), Las vísceras (2016) y Los que desean (2018), sirviéndose de sus orígenes oriolanos para trazar una historia en la que habitan personajes varados en un entorno rural donde las tradiciones son las que marcan el destino.
Ana (Luna Pamiés) es una joven que sueña con escapar mientras hace botellón con sus amigos cerca de un río de aguas sucias que atraviesa el pueblo. Vive con su madre Isabella (Bárbara Lennie), una mujer independiente que regenta un bar, y su abuela Ángela (Nieve de Medina), alguien que le cuenta historias acerca de la influencia que ejerce el agua en algunas mujeres a las que «se le mete dentro» y que están predestinadas a desaparecer con las inundaciones que provoca el desborde del río de manera cíclica.
Elena López Riera envuelve un relato costumbrista en la Vega Baja del Segura mediante un halo fantástico de tono incierto que transforma los lugares comunes de un típico coming of age en una fábula de empoderamiento femenino acerca de la necesidad de reescribir las tradiciones y las leyendas con las que crecemos. También busca reflejar la sensación de incertidumbre de una generación de jóvenes que siempre «ven la misma carretera» y no encuentran un horizonte donde ir.
Cuando lo cotidiano queda salpicado por lo fantástico
Es curioso comprobar que toda una nueva generación de cineastas españoles, especialmente mujeres, están dedicando sus primeras películas a explorar las raíces que nos alejan de las grandes ciudades y del mundo moderno. Elena López Riera con El agua se une así a una tendencia evidenciada en obras del calibre de Alcarràs (Carla Simón, 2022), As Bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022), Suro (Mikel Gurrea, 2022), Destello Bravío (Ainhoa Rodríguez, 2021), Espíritu Sagrado (Chema García Ibarra, 2021) o Secaderos (Rocío Mesa, 2022), por citar solo algunos ejemplos que me vienen a la cabeza y que conforman una visión caleidoscópica del costumbrismo a lo largo de todo el territorio español.
En El agua, esa mirada a los orígenes a través del autodescubrimiento de una adolescente, se cruza de forma tangencial con un cine de género translúcido. Son cuentos de la luna pálida, de fantasmas y brujas, un fantástico que se aleja del terror y que está arraigado a las creencias populares que se transmiten de generación en generación para conformar el folclore intrínseco a cada zona y que determina el comportamiento de los lugareños hacia lo inexplicable. En este caso, son las habituales tormentas que provocan la crecida del río y la inundación de las tierras de la zona.
De la desdicha surgen leyendas inculpatorias hacia determinadas mujeres como antaño eran perseguidas las presuntas brujas por la Inquisición. Todo ello con la coartada de un cuento de romanticismo trágico donde se dice que a veces el río se enamora de una mujer que lleva «el agua dentro» y se la lleva consigo cuando el pueblo se inunda como respuesta rabiosa a que la mujer quiera casarse o estar con otro. Ana, la protagonista, al parecer lleva ese estigma y tendrá que decidir si cede a los deseos del río o rebelarse para decidir cuál será su destino para contar su propia historia.
Naturalismo y experimentación
La apuesta que hace Elena López Riera en El agua no aprovecha todas las posibilidades de ese enfoque fantástico y abusa de querer mostrarse realista con esa otra moda del cine actual que es contar con actores no profesionales en los papeles principales. Pese al estupendo trabajo de Luna Pamiés o Alberto Olmo, el riesgo que se asume a veces se ve forzado mediante diálogos guionizados que sacuden la improvisación a la hora de reconducir la trama. La serenidad y el buenhacer de dos grandes actrices como Bárbara Lennie y Nieve de Medina ponen el contrapunto a esa manera de trabajar, encontrando ellas un verdadero equilibrio entre «naturalismo» y «método».
En su forma de adoptar lo místico a un contexto cotidiano, en El agua conviven gestos de cineastas como Kenji Mizoguchi o Apichatpong Weerasethakul acurrucados bajo la cálida sombra de la lírica de Valle-Inclán y del «cinema verité» francés. La directora también ha expresado que le influenciaron la novela «Nuestra parte de la noche» de Mariana Enríquez o el filme La mujer pantera (Jacques Tourneur, 1942), aunque entiendo que en este caso es más por el concepto de «mujer maldita» que por su estilo cinematográfico.
El agua tiene una estructura que experimenta con los formatos insertando imágenes de archivo o que han sido grabadas en vertical con dispositivos móviles, también trasciende las fronteras entre ficción-documental con entrevistas a personas del pueblo que explican sus recuerdos acerca de las leyendas sobre las mujeres y el agua. No estoy seguro de que está combinación de estilos funcione siempre en la película ni de hasta que punto son completamente necesarias para clarificar la historia central. De hecho, a su conclusión, queda una sensación de incompletud o suspensión en la mayoría de subtramas expuestas. Aún así, El agua es una obra poderosa y un debut prometedor que posee un inteligente discurso de plena actualidad sobre la insurrección del individuo ante las tradiciones colectivas que le impiden expresarse en toda su plenitud.
¿Qué te ha parecido la película?