jueves, octubre 10, 2024

Ciclo Takeshi Kitano: Crítica de ’El verano de Kikujiro’ (1999)

Las críticas de David Pérez «Davicine»:
Ciclo Takeshi Kitano

El verano de Kikujiro

El verano de Kikujiro es una de las películas más mágicas y maduras de la carrera de Takeshi Kitano con ecos de Vigo, Ozu y Kurosawa. Tras el grandioso éxito cosechado dos años antes con Hana-bi. Flores de fuego, en 1999 Kitano volvió a demostrar estar en la cúspide con el estreno de esta película con la que volvió a levantar pasiones entre la crítica.

Sin ser un extraño en el género de la comedia, los grandes éxitos internacionales de Kitano han llegado siempre con sus thrillers más violentos, salvo en el caso de El verano de Kikujiro, que se alzó con el Premio FIPRESCI y el de Mejor Actor en la Seminci de Valladolid, y fue nominada a la Palma de Oro en Cannes, además de conseguir en los Premios de la Academia de Cine Japonesa 2000 tanto el Premio Mejor Actriz de Reparto como el de Mejor Banda Sonora. Escrita y dirigida por Takeshi Kitano, El verano de Kikujiro está protagonizada por el propio Kitano junto a Yusuke Sekiguchi, Kayoko Kishimoto y Kazuko Yoshiyuiki.

La atención al detalle

Ya sea como director o como actor, las películas de Takeshi Kitano tienden a asociarse con films oscuros repletos de violencia, pero la conmovedora El verano de Kikujiro es la película más hermosa en la filmografía del cineasta japonés. Alejarse de su violencia no implica que se olvide de la yakuza, y aquí nos cuenta como Masao es un niño de 6 años al que le toca pasar el verano con su abuela quien no para de trabajar. Aburrido al haberse ido todos sus amigos, decide ir en busca de su madre a la que nunca ha visto, pese a tener poco dinero y solo una fotografía y una dirección como únicas referencias. Una vecina de su abuela le propone que le acompañe su marido Kikujiro (Takeshi Kitano), un antiguo yakuza reformado, quien resultará ser una más que cuestionable compañía para Masao.

Kitano solo necesita unas pocas escenas, y aún menos palabras, para mostrarnos la situación por la que pasa su pequeño protagonista, y para él son suficientes los pequeños detalles para que las situaciones hablen por sí solas. Con este estilo es capaz de lograr que sintamos cariño por el niño protagonista, pero también aplica este mismo estilo al humor, que a veces se basa, como acostumbra Kitano, en escenas repletas de payasadas (lo que llamamos también el humor de comedia física o slapstick).

Una película diferente, pero con el sello de Kitano

Como muchas de las otras películas de Kitano, la estructura toma la forma de una serie de capítulos en los que cada uno tiene su propio interludio completo que se encarga de forma divertida de adelantarnos cuál será la próxima desventura en la que se metan el pequeño Masao y el malhumorado Kikujiro. Esta forma de plantearnos cada capítulo puede parecer algo infantil, como si imitara un libro de niños, pero gracias al vínculo emocional entre los protagonistas notamos como todos los capítulos encajan y fluyen incluso siendo secuencias muy diferentes entre ellas.

El verano de Kikujiro se desarrolla lentamente, e incluso a veces parece que no vayan a llegar a su destino, alternando las escenas dramáticas con la comedia, pero siempre siendo capaz de mantener una atmósfera alegre. Es lógico que algunos espectadores puedan plantearse los motivos por los que parece que a nadie le importe que un niño de tan sólo 10 años viaje por todo Japón con un hombre al que casi no conoce de nada, pero si aceptamos que no tendremos respuesta a todas nuestras preguntas, la película nos encandila con su encantadora historia.

Y si el ritmo pausado es algo evidente en el sello de Kitano, no podemos olvidarnos que de nuevo cuenta con la colaboración de Joe Hisaishi al frente de la partitura, incluyendo uno de sus temas más célebres, “Summer”, siendo la banda sonora capaz de recordarnos que estamos ante una película alegre aunque la narrativa apunte en otra dirección. Como es habitual en las películas de este cineasta, parece que esta película no sería la misma con otro compositor.

El gusto de Kitano por la yakuza

Kitano se reserva en esta ocasión el papel de un yakuza retirado, Kikujiro, y parece que disfruta interpretando a un abuelo gruñón que no tiene nada que decir, mostrándose demasiado indiferente e incluso bondadoso a veces como para ser un personaje verdaderamente horrible para que no nos guste, a pesar de meterse en muchos líos, por lo que no es el típico antagonista de una película que entra en conflicto con el tranquilo Masao.

No hay sadismo detrás incluso de las acciones más rudas de Kikujiro, pues realmente son las reacciones de alguien impetuoso, y vemos todo desde la perspectiva de Masao, convirtiéndose en una especie de ángel de la guarda para Masao una vez comprendamos que tanto él como el niño son más parecidos de lo que pensábamos de inicio. El contraste entre el matón duro de roer y el niño reservado y tímido es maravilloso, y Kitano es capaz de mostrar lo diferentes que son pero todo lo que tienen en común.

Una pareja de Manzai

La mala influencia de Kikujiro no se contagia a Masao, que sigue siendo el joven inocente y bondadoso por el que todos los personajes de la película sienten cariño y hacen lo posible por verlo feliz. El impacto de cada uno de ellos en el otro es evidente, y es agradable ver como incluso acaban vistiendo de forma similar como si fueran una pareja de Manzai, con lo que Kitano regresa a sus raíces de comedia  a través de estos breves diálogos cómicos que recurre a las típicas figuras del payaso serio y el payaso tonto, sabiendo claramente en este caso quién es quién.

No es la primera vez en el cine en general, ni en la filmografía de Kitano en particular, que tenemos hombres duros y malhumorados con un corazón blando, pero El verano de Kikujiro consigue destacar por encima de todas esas películas, siendo imposible no sonreír con algunas de sus bromas tontas, al igual que es imposible no conmovernos al ver cómo un grupo de personas tan diferentes y extrañas logran unirse en un viaje sin igual. Al final, lo que está claro, es que Kitano logra que acabemos con una sonrisa gracias a este verano inolvidable tanto para nosotros como para Masao, siendo todas estas experiencias únicas que ha vivido las que lo ayudarán a crecer con recuerdos felices y una visión más optimista de la vida.

El verano de Kikujiro es una declaración de amor a los perdedores pero también a la vida, una película conmovedora, llena de fantasía y sentimentalismo, maravillosamente peculiar y con personajes que no querremos olvidar.


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El verano de Kikujiro

8.3

Puntuación

8.3/10

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