James Wan y su Warrenverso
Ed y Lorraine Warren son las estrellas
Expediente Warren: Obligado por el demonio sucede a principios de los años 80. Como todas las películas dedicadas a los parapsicólogos Ed y Lorraine Warren están basadas parcialmente en hechos reales acontecidos durante sus investigaciones. Para esta película se centran en el caso de Arne Johnson que fue acusado de asesinar a su casero, Alan Bono (en la película Bruno), tras asestarle 22 puñaladas. Intentó librarse en el juicio de su culpabilidad alegando en la corte haber sido víctima de una posesión demoníaca. Cogiendo esa premisa real como punto de partida el guionista David Leslie Johnson-McGoldrick vincula dicha posesión a una maldición derivada de una trama de brujería y ocultismo un poco rocambolesca y a medio cocer.
No es el mejor guion de la saga. Todo lo relacionado con la resolución del caso adolece de bastante falta de imaginación y abusa de los lugares comunes. Por ejemplo, se desaprovechan las posibilidades que tiene un personaje como Kastner (John Noble). Es un sacerdote retirado que posteriormente se interesó por estudiar ocultismo y que guarda algunos secretos inconfesables. En cambio, otros personajes sobran o faltaría profundizar un poquito más en ellos para hacerlos atractivos al espectador.
Lo más interesante de esta película es centrar la trama en nuestra pareja favorita, Ed y Lorraine. Ellos se erigen en las verdaderas estrellas de la función convertidos en unos Mulder y Scully del terror en que cada uno aporta sus capacidades para desentrañar las pistas que van encontrando por el camino. La película nos habla de sus fortalezas y también de sus debilidades. Después del primer encontronazo con el demonio que mora en el cuerpo del niño exorcizado, el corazón de Ed le empieza a jugar malas pasadas que requieren de una medicación crónica para seguir trabajando. Lorraine utiliza su clarividencia para descubrir la identidad del ocultista que se encuentra tras los ritos con tótems que están provocando las posesiones. Pero de igual modo que ella puede verlo en sus visiones, ella también es vista. Ambos, pues, están expuestos a un serio peligro. Esa creciente vulnerabilidad les humaniza aún más.
¿Un nuevo camino para la saga?
Expediente Warren: Obligado por el demonio homenajea visualmente a películas como El exorcista (William Friedkin, 1973), El exorcista III (William Peter Blatty, 1990) o Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño (Renny Harlin, 1988), de la que coge prestada para una de las escenas más terroríficas la idea de la cama de agua. Sin embargo, ahondando en la temática del thriller el propio director asegura que su mayor influencia para crear esta película fue la atmósfera malsana que desprende Seven (David Fincher, 1995). Esa pasión del director por el cine de género de los años 70-80 queda sepultada bajo un representación formulista del estilo adoptado por la franquicia. No queda demasiado espacio para la innovación estética o los trucos novedosos.
Por eso, una película que empieza ciertamente bien, va de más a menos. Aún así, los 112 minutos no se hacen largos ni aburridos. Y sobre todo hay que reconocer la valentía de incorporar ese romántico cierre donde el miedo es vencido a través del amor. Para mi pone un broche perfecto al relato que mantiene más viva que nunca la leyenda de los Warren. Entiendo que los amantes del terror posiblemente echen en falta más sustos, pero los fanáticos de la saga hallarán suficientes motivos para adentrarse en las nuevas aventuras de sus personajes favoritos. Además, se quiera ver o no, este tercer capítulo abre un nuevo camino para abandonar la temática única de la casa encantada. A partir de ahora podremos seguir las peripecias detectivescas de la pareja más allá de esas cuatro paredes mientras recopilan en futuras investigaciones todos aquellos objetos malditos que llenan las estanterías de su Museo de Ocultismo siempre cerrado bajo llave. Sí, queridos amigos, queda Warrenverso para rato. Y yo que lo celebro.
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