Crítica de ‘Sentimental’: Sexo, mentiras y los vecinos de arriba

 

 

En tiempos de incertidumbre como el que nos toca vivir, Sentimental, la nueva película de Cesc Gay, se ha recibido como agua de mayo en una cartelera donde no predominan las comedias inteligentes. El director catalán esta vez ha ido a tiro seguro. Y es que su nueva película se basa en su propia y exitosa obra teatral Los vecinos de arriba que lleva casi cinco años representándose en diversos países. Si sobre las tablas contó con intérpretes de la talla de Candela Peña, Pilar Castro, Eva Hache, Josep Julien o Diego Peretti, para la gran pantalla los protagonistas están encarnados por Javier Cámara, Griselda Siciliani, Belén Cuesta y Alberto San Juan. Es importantísima la selección de un cásting tan potente, ya que estamos ante una película que cede todo el protagonismo a sus personajes.

 

Cesc Gay es un autor que siempre mima sus diálogos y personajes. Es la base de su cine como atesoran En la Ciudad (2003), Una pistola en cada mano (2012) o Truman (2015). No me extraña nada. Al director lo conocí hace un montón de años cuando yo era un estudiante de cine y él era mi profesor en clase de dirección con el único currículum de haber realizado Hotel Room (1998). Recuerdo que en sus clases nos ponía muchos fragmentos de películas de Woody Allen y de Pedro Almodóvar. Probablemente sea el cine del neoyorkino el que lleva toda su carrera intentando emular. No lo digo como algo peyorativo, si no como marca definitoria de un estilo propio. En todo su cine predominan las historias sobre relaciones personales y/o sentimentales, siempre acercándose a ellas desde el humor y la ironía, pero con un toque melancólico y realista.

 

Una comedia ligera de disfrute instantáneo

Sentimental no me parece ni de lejos la mejor película de Cesc Gay. La emoción profunda y sincera que me provocó Truman, por ejemplo, no la encuentro en este texto mucho más superficial y efímero. Y eso que la idea le vino de su propia vida cuando unos fogosos vecinos se mudaron a su edificio. Creo que esta película podría ocupar el lugar en su filmografía que ocupará Perfectos Desconocidos (2017) en la de Álex de la Iglesia. Ambas son películas divertidas que tratan las crisis de parejas y los líos sentimentales, que funcionan muy bien entre el gran público, pero cuyas virtudes se hayan limitadas a lo instantáneo. No va más allá ni en lo temático ni en lo cinematográfico.

 

En Sentimental tenemos a cuatro personajes en un piso. Son elementos suficientes para hacer una película con ritmo muy entretenida. El origen teatral es demasiado obvio y el director nunca encuentra la manera para extrapolar su texto a una puesta en escena cinematográfica. Eso le resta interés. La premisa del intercambio de parejas y los conflictos sexuales están planteados a base de tópicos y clichés, recordando en algún momento a El intercambio (Ignacio Nacho, 2017). Por suerte, la película de Cesc Gay es mucho más elegante y certera a la hora de afrontar temas peliagudos sin caer en lo chabacano. Gran parte de la culpa para que los diálogos funcionen es la implicación del magnífico elenco. Me gustaría destacar a la actriz argentina Griselda Siciliani, tal vez, por serme la más desconocida, aunque reconozco que los otros tres saben explotar sus mayores virtudes a la hora de hacernos reír. 

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