Las críticas de David Pérez «Davicine»:
Quisiera que alguien me esperara en algún lugar
Tras su paso por la Sección Oficial del Bcn Film Fest, ya ha llegado a España la película Quisiera que alguien me esperara en algún lugar, basada en el libro de relatos cortos del mismo título escrito por la exitosa autora francesa Anna Gavalda, y que podemos disfrutar (y nunca mejor dicho) de la mano de Karma Films.
No voy a negar que durante años fui un apasionado del cine francés, tanto de sus dramas como de sus comedias, pero con el paso del tiempo se convirtieron casi en producciones que poco aportaban y tan sólo repetían sus clichés y sus historias para llegar al mismo público. Como era algo que funcionaba, parecía que tenían escaso interés en cambiar sus producciones, y poco a poco me he ido desencantando del cine galo, pero siempre hay alguna grata sorpresa que hace reencontrarte con el mejor cine proveniente de Francia, y esta es una de esas ocasiones.
Dirigida por Arnaud Viard y protagonizada por Jean-Paul Rouve, Alice Taglioni, Benjamin Lavernhe y Camille Rowe, Quisiera que alguien me esperara en algún lugar es un drama familiar que gira en torno a las historias personales de cuatro hermanos y su madre y cuyas vidas se verán condicionadas un día por la inesperada decisión de uno de ellos.
La película arranca cuando en la bonita casa de verano familiar, Aurore (Aurore Clément) celebra su 70 cumpleaños rodeada de sus cuatro hijos. Jean-Pierre (Jean-Paul Rouve) es el mayor y ha asumido el rol de cabeza de familia desde la muerte de su padre; Juliette (Alice Taglioni), de 40 años, está embarazada de su primer hijo y desea convertirse en escritora; Margaux (Camille Rowe), la artista de la familia, es una talentosa fotógrafa que aspira a llegar a lo más alto y Mathieu (Benjamin Lavernhe), el más joven, sueña con seducir a su compañera de trabajo Sarah. Un día, uno de ellos tomará una decisión que cambiará la vida de los demás para siempre.
La historia navega entre momentos emotivos y otros que ayudan a generar cierta distensión, para que podamos compartir las alegrías, los miedos, las dudas y los buenos y malos momentos de esta familia, y en especial de sus 4 hijos. Lo que no se puede negar es que el tercer largometraje de Arnaud Viard emana cierta melancolía, en gran parte gracias a sus protagonistas, en lo que es una gran película coral, logrando todos ellos ser convincentes a la hora de formar una unidad familiar idónea para seguir con la larga tradición francesa de dramas familiares.
El reparto es elogiable y está magnífico, con Jean-Paul Rouve destacando por encima de todos ellos, con una humanidad abrumadora y una capacidad increíble de hacernos partícipes de sus dilemas y los problemas por los que pasa, pero también destaca la increíble energía que transmite Alice Taglioni, con su gran ilusión por vivir (y engendrar una nueva vida) mientras redescubre su faceta más artística. No menos reseñable es la entrañable sensibilidad de Benjamin Lavernhe , el único hijo que no es artista, y cuya timidez hace que tenga cierto encanto y empaticemos con él. Como encanto manifiesta Camille Rowe, un encanto particular que casi queda difuminado por su descaro y su forma de entender la vida, una vida por delante a la que quiere aferrarse mientras cumple sus sueños. Quizás, lo peor de tener un gran reparto, es que no profundice más en sus historias, que habría dado para una serie, y nos habrían hecho disfrutar mucho más tiempo.
Quisiera que alguien me esperara en algún lugar es una película que abruma, llegando a nosotros repleta de sentimientos y emociones de una forma tan íntima que nos hace formar parte de ellos y conmovernos. A través de las historias de los cuatro hermanos somos capaces de identificar muchas partes de nuestras vidas en las suyas, y eso ayuda a que nos emocionemos más fácilmente. Esta película es como la vida misma, tenemos tiempo para llorar, pero también para reír, y debemos intentar aprovechar cada minuto para sentir.
Gracias a esta película me he reencontrado con los dramas familiares franceses. Gracias a esta adaptación he podido emocionarme como hacía tiempo no lo lograba. Ha vuelto el mejor cine francés, y lo ha hecho por la puerta grande, desde guion a dirección, de reparto a banda sonora, todo encaja a la perfección.
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