viernes, abril 26, 2024

Crítica de ‘Ahora sí, antes no’: Intimo relato sobre un romance que pudo ser y que fue

Las críticas de David Pérez «Davicine»: Ahora sí, antes no

No puedo negar mi predilección por el cine asiático en general, y el japonés en particular, de la misma manera que no puedo negar que en los últimos años el cine coreano ha logrado captar mi atención en casi cualquier género, sorprendiéndome con grandes películas de acción, trepidantes producciones de aventuras, acongojantes cintas de terror y, sobre todo, intimistas dramas donde demuestran  una gran sensibilidad, como es el caso de Ahora sí, antes no.

Hong Sangsoo (Noche y Día, The Day He Arrives, En otro país) dirige esta bella historia de amor, o más bien historia de un romance, que podríamos catalogar como dos historias paralelas dentro de un único mundo de la imaginación, funcionando cada una de ellas perfectamente por separado, pero unidas armonizan en una nueva expresión de lo que pudo ser.
En Ahora sí, antes no, un director de cine independiente llega a su destino un día antes por error. Aprovechando el exceso de tiempo libre, entra en un palacio restaurado donde conoce a una joven artista, con la que pasa el resto del día: visitando su estudio, conociendo su obra, cenando, tomando algo juntos… hasta que ella plantea una pregunta cuya respuesta lo cambia todo. Es probable que si el día volviera a comenzar ambos se comportarían de forma diferente, pero eso ya no se podrá saber ¿o tal vez sí?
Jung Jaeyoung y Kim Minhee son los encargados de llevar todo el peso interpretativo de la película, siendo quienes deben ser capaces de trasmitirnos como los pequeños detalles pueden cambiarlo todo. Jung Jaeyoung, en el rol del director, nos hace enamorarnos con él de la joven Yoon Hee-jeong, descubriéndonos las fases por las que pasamos al encontrarnos con un amor a primera vista: los calores, las miradas, las sensaciones que recorren nuestro cuerpo y nos hacen cometer locuras. En ambas historias paralelas nos desvela el flujo de sentimientos que provoca en él el amor, y como a pesar de las pequeñas diferencias en ambas historias, es capaz de intentar ir hacia el corazón de su amada por diferentes vías. Por su parte, Kim Minhee nos enamora con su delicada belleza, su sutileza, su timidez, a la vez que nos atrapa en una espiral de emociones con su arte. Ambos actores llevan a cabo una clase magistral de interpretación, para que sin apenas darnos cuenta lleven ambas historias paralelas, con las mismas situaciones, y aparentemente pocas diferencias, hacia dos finales distintos. 
Nunca los pequeños detalles han tenido tanta importancia en el cine, y Hong Sangsoo es capaz de hacernos perceptibles los matices gracias a los cuales una misma historia de amor puede declinar la balanza hacia sentimientos más profundos o la amistad. Si importante es el trabajo de los actores, no menos relevante es la fotografía en Ahora sí, antes no, el movimiento de cámara así como su ubicación. Al inicio de cada parte pensamos que estamos viendo la misma película, pero ángulos distintos, enfoques más centrados en el otro personaje, planos fijos en detalles que antes no se nos mostraban y planos más largos en tiempo en una parte que en otra, evidencian que estamos ante historias «diferentes», y es que lo que aparentemente son diferencias triviales, no tienen por qué serlo. La falta de distracciones estilísticas, con apenas unos pocos acordes en la banda sonora, ayuda a palpar los sentimientos que emanan en los diálogos entre estos dos extraños que forjan una peculiar conexión
A pesar de que la forma narrativa de cada historia es la misma, con situaciones idénticas a nivel de desarrollo argumental (un encuentro en un templo, una parada en una cafetería, una visita al estudio de Hee-jeong,…), los ritmos son muy diferentes, y nos muestra constantemente lo que realmente sucedió con lo que se esperaba que sucediera, separados ambos hechos por el título de la película, escrito en distinto orden. Puede que sea necesaria visualizar varias veces la película para apreciar todas las diferencias, pero se trata de un bello y entretenido juego de encontrar las sutilezas, donde la suma de sucesivas opciones nos llevan a algo mucho más importante. 
Por poner un ejemplo, en ambas versiones de la historia, el director se ofrece a llevar la bolsa de plástico de la joven, pero en la segunda parte, o más bien la segunda historia, ella se percata de cómo fisgonea en la bolsa, lo que conlleva un inicio de conversación que deriva en una conexión más íntima que lo acontecido en la primera parte y a partir de ahí un desarrollo sutilmente diferente. En ese primer encuentro el juego de poder se desplaza ligeramente a favor de Hee-jeong, quien es menos crédula, y no muerde tan fácilmente el anzuelo.
Hong Sangsoo lleva a cabo un impecable retrato emocional y nos muestra como las interacciones y pequeñas frases pueden provocar grandes diferencias. Cada parte por separado funciona como una película independiente, dulce, emotiva, a veces cómica pero siempre intensa. Ambas partes unidas forman una bella historia con la que enamorarnos de nuevo con el séptimo arte.

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