viernes, abril 26, 2024

Crítica de ‘RoboCop (2014)’: Dramática y elegante revisión de la frontera lícita entre el hombre y la máquina

Las críticas de Carlos Cuesta: RoboCop (2014)

En 1987 se estrenaba RoboCop, de Paul Verhoeven, una violenta película ambientada en una ciudad futurista y dominada por el crimen donde la vida de una persona no valía nada y la de un agente de Policía menos que nada. Los medios de comunicación de masas y las corporaciones ya ni siquiera tenían el pudor de esconder su ambición a la opinión pública en ese entorno vital despiadado. El agente Alex Murphy era brutalmente mutilado por una banda de criminales y su única posibilidad de sobrevivir resultaba un experimento para aunar hombre y máquina en el policía definitivo. RoboCop fue una de las primeras películas que vi en el cine, sino la primera, y por eso tenía un terrible pavor a que esta nueva producción fuera uno de esos remakes que toma sin escrúpulos el título de una película para hacer caja sin respetar el trabajo previo ni la admiración de su público. Sin embargo, los responsables de esta nueva versión han sido tan inteligentes como para dotar a la historia de las posibilidades técnicas del momento, manteniendo la esencial original y adentrándose en nuevas facetas de la trama.
Robocop (2014) toma muchas de las premisas de su predecesora y parte de la investigación de Alex Murphy (Joel Kinnaman) contra un traficante de armas. Él sospecha que varios de sus compañeros están a sueldo del criminal pero sufre un atentado antes de poder demostrarlo. La mujer de Murphy (Abbie Cornish) decide aceptar la oferta de una multinacional para participar en este experimento de hibridación biomecánica como única forma de salvar a su marido. Cree que de esta manera podrá recuperar al padre de su hijo, pero la corporación está más interesada en utilizarlo para romper las reticencias de ciudadanía acerca de los drones y los agentes robóticos que en satisfacer los intereses de la  familia o de la propia Policía.

El desarrollo de la película fue desarmando poco a poco mis suspicacias a base de planteamientos acertados tanto en la estética, el ritmo (con una equilibradísima proporción entre acción y drama), los ángulos para plantear los temas y el trasfondo de futuro próximo escogido. En él la industria armamentística despliega sus tentáculos por el mundo bajo la bandera de la pacificación. Estados Unidos sin embargo no admite el uso de drones ni robots agente que una empresa patria ha creado para la tarea de patrullar las calles. El Senado no está dispuesto a que una máquina que no conoce el valor de la vida tenga derecho a quitarla. RoboCop les sirve como artimaña para ofrecer a la población lo que quiere: un héroe, un hombre superior gracias a la tecnología pero que sigue siendo uno de ellos. Sin embargo la corporación ha disminuido hasta tal punto sus condicionantes humanos que lo ha convertido en un muñeco a sus órdenes.
El argumento explora a fondo el trauma familiar, los cambios que su hijo y su mujer deben afrontar, el shock del policía conforme toma conciencia de todo lo que ha ocurrido y cómo se ha trastocado su vida. La esposa va sufriendo cómo alejan a su pareja progresivamente de él conforme van permitiendo que la máquina se apodere del control. Mientras, un excelente Gary Oldman interpreta al científico responsable del proyecto, que plantea dentro de la empresa los problemas éticos que supone esta manera de actuar. ¿Dónde termina el hombre y lo que lo define? ¿Hasta qué punto tienen derechos sobre nosotros los estados que nos gobiernan y nos protegen y las corporaciones que cohabitan con ellos y les prestan servicios?
Aunque acometa cuestiones de gran profundidad, Robocop (2014) no deja de ser una película de acción y los interrogantes que arroja al público no dejan de ser el planteamiento de un debate y no el debate; maneja ideas clave de nuestro tiempo (el derecho de unas naciones a imponer la paz sobre otras, el conflicto entre seguridad, control y libertad) de una forma lúcida pero obligadamente superficial. Y con superficial no digo que su planteamiento sea erróneo ni pueril, sino que se adentra en ellas lo estrictamente necesario y permite al tiempo disfrutar de unas escenas de acción fabulosas, fluidas, potentes y de una estética impecable.
Esta película dirigida por José Padilha (Tropa de Élite) se suma a la corriente de actualizar a nuestro tiempo héroes de otras décadas asumiendo una estética oscura, fría y con propósito de realismo cruel. Incluso en algunos momentos uno tiende a recordar el Batman de Nolan. Michael Keaton (curiosamente interpretó a Batman en la adaptación de Tim Burton, muy cercana en el tiempo al estreno del Robocop original) asume un papel obvio de antagonista, pero con ese toque escalofriante de cercanía y normalidad que nos obliga asumir que conciencias realmente desalmadas son personas como nosotros, pertenecen a la vida pública y no seríamos capaces de distinguirlos en el vecindario. Porque la Robocop original ya era bastante violenta y cruel, pero sus antagonistas mucho más obvios y estereotipados. 
Aunque ya lo haya mencionado, merece insistir en la importancia de Gary Oldman, en la intensidad dramática de sus personaje que actúa como pivote de los temas principales de la historia, compensando sobradamente la anulación expresiva que supone para el protagonista meterse en esa coraza metálica e interpretar cómo se apaga su conciencia. La veteranía de Oldman y Keaton es clave en la credibilidad de toda la historia (sin olvidar a Samuel L. Jackson en el papel del ultraderechista Pat Novac, mediático portavoz de los intereses de la industria armamentística).
Salí de la sala plenamente satisfecho y con mis temores totalmente despejados. El nuevo Robocop es un sucesor más que digno que permite adaptar a nuestro tiempo un clásico del cine, superar las limitaciones de los efectos especiales de hace tres décadas y actualizar cuestiones como la intromisión tecnológica en la seguridad humana. Han pasado 27 años desde entonces. El cine donde yo vi la primera entrega de esta saga es ahora un restaurante de una cadena de pizzas. Hay cosas que cambian irremediablemente, unas para mejor y otras para peor, pero es innegable que el futuro inhumano que nos plantearon hace 27 años, y esto si que es escalofriante, es cada vez más cercano y posible. 

3 COMENTARIOS

  1. llámame nostálgico. Incluso puede que clásico. Pero la ví hace poco y lo que han hecho en mi opinión es el más olvidable e innecesario de los remakes. De acuerdo con tu crítica, sin embargo la cinta produjo en mí la insatisfacción más grande. Nos vendieron en los trailers lo que finalmente no ha sido. El Robocop de Verhoeven era una cinta ácida, dura, violenta y crítica. El de Padilha es un Robo para chavales de 12 años. La han enfocado desde otro punto de vista, sí, pero eso no la convierte en mejor película. Este robocop está fabricado para vender menús en el McDonald que vengan con la figura y la moto. Y a mí, esa moto no me la venden.

  2. Puede que mi visión sea tan visceral debido a que guardo muy buen recuerdo de la original. Pero simplemente hay pelis que no deberían remakearse, y esta es una de ellas. Para convertir Robocop en un producto más comercial y accesible, se destruye su espíritu, el que consiguió imprimirle Verhoeven, y eso que al principio tiró el guión a la basura. También había villanos de altura en la original. Aquí, salvo a Keaton y Oldman que son lo más rescatable de todo.

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