Yôji Yamada nos acercó en 2013 el mundo de las familias japonesas con Una familia de Tokio, ganadora de la Espiga de Oro en la 52 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), y ahora regresa de nuevo con la que bien podría ser la parodia de su predecesora, Maravillosa familia de Tokio (Kazoku wa tsuraiyo), una película muy diferente en estilo a su anterior trabajo, alejándose del drama para hacernos reír con una comedia de enredos sobre el deterioro de la convivencia familiar.
A diferencia de otros títulos del cineasta japonés, donde la delicadeza de los planos y la sutileza de los guiones atrapan al espectador que busca un cine de calidad sobrio y elegante, Maravillosa familia de Tokio es todo lo contrario. Estamos ante lo que podría definirse como un «anime» cómico en imagen real. El «anime» abarca multitud de géneros así como tramas de todos los tipos, pero siempre hay hueco para la familia y el sentido del deber, con muchas referencias a la cultura japonesa. Habitualmente tenemos personajes con personalidades llamativas, de comportamiento bipolar, pasando de la tranquilidad al histerismo en segundos, como aquí. En lo referente a los planos, habitualmente se emplean pocos movimientos de cámara, como sucede en la película, que en ocasiones parece que estamos viendo una «sitcom». Maravillosa familia de Tokio, como en el «anime», incluye bastantes situaciones en las que que los personajes tienen muy marcadas las pausas para provocar la risa, discuten con voces llevadas al extremo e incluso, y lo más llamativo, es que no acostumbramos a ver en imagen real que un gag o situación pintoresca se represente con la caída de algún personaje del fondo de la escena. Hasta se echa de menos algún goterón de sudor en la frente de los actores.
Podría tacharse a la película de machista, pero dada la línea argumental que sigue, y la forma de representarla, es una auténtica y divertida crítica de la sumisión de la mujer dentro del hogar japonés, algo que se transmite generación tras generación. Es difícil destacar un actor en una comedia coral llevada al extremo, pero cada uno de los actores consigue plasmar con credibilidad y buena definición sus personajes, desde el incrédulo y borrachín abuelo, la tranquila, dulce e indiferente abuela, la revolucionaria madre, el padre trabajador, el bufón del yerno y muchos más personajes que aportan diferentes tipos de comedia a la película.
Joe Hisaishi, compositor japonés de fama internacional, responsable de más de 100 bandas sonoras y especialmente conocido por su trabajo con el director de películas de animación Hayao Miyazaki, ha compuesto una ambientación para Maravillosa familia de Tokio que pasa desapercibida, pero se emplea como recurso para incrementar las situaciones cómicas, casi de la misma forma en que se emplean las risas enlatadas, marcando los momentos en los que el cineasta ha querido dejar claro que se trata de un gag.