Las críticas de David Pérez «Davicine»
en la 70 Seminci:
La cronología del agua
La cronología del agua se ha presentado en la 70 edición de la Seminci, donde ha tenido su estreno mundial en la Sección Oficial, antes de llegar a las salas de cine el 9 de enero de la mano de Sideral Cinema.

Las dificultades para levantar un proyecto
Kristen Stewart pasó de ser superestrella taquillera con la saga Crepúsculo a actriz relevante en el panorama del cine independiente para lanzarse ahora a la dirección de una película interesante especialmente en el apartado visual, como queda patente desde la primera imagen rodada en analógica de 16 mm, no sin antes una buena remesa de logos de productoras, confirmando lo difícil que es lograr financiación incluso para una estrella como ella.
Ocho han sido los años que ha dedicado Stewart para sacar adelante esta adaptación cinematográfica de la autobiografía homónima de Lidia Yuknavitch, una película que cumple con lo que su título indica, y es que el agua juega un papel importante tanto en la puesta en escena como en la vida de Lidia Yuknavitch (interpretada por Imogen Poots).

Propuesta visual arriesgada y poética
Más allá de la historia en si que nos cuenta La cronología del agua, que bien podría ser ficción pero es una historia real que, quizás, muchos espectadores no conocíamos antes, lo que realmente destaca es claramente la fotografía, el montaje y la edición, siendo relevante para la película el planteaminto fragmentado y dinámico de lo que nos quieren contar.
Stewart opta por mostrarnos una poesía visual radicalmente fragmentada para recrear con crudeza la vida de Lidia Yuknavitch, una vida que nos relata de forma conmovedora y sin escatimar en recursos para generar malestar en el espectador que aprecia como su padre abusó de ella, pero también como la natación jugó un papel importante en su vida, siendo su carrera a la par salvadora pero también destructiva para su vida, plagada de adicciones y dolor.
La película, fragmentada en 4 capítulos, nos lleva desde la infancia a la adolescencia, la madurez y su etapa adulta, y cada una de estas etapas nos la muestran sin tapujos, con un estilo casi de película experimental sin casi coherencia narrativa y pocos recursos clásicos. Incluso sus estados de ánimo alteran la forma de mostrar los planos, siendo la película una disección de su estado anímico. Solo algunos pasajes de su vida se muestran cercanos al género de la biografía cinematográfica clásica, lo que no quiere decir que sea más convencional.
En resumen, La cronología del agua es una cruda y honesta adaptación cinematográfica de la autobiografía de Lidia Yuknavitch, que si bien no es apta para todos los espectadores, demuestra que Stewart tenía claro lo que quería contar en su debut, especialmente en el apartado visual.
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