Las críticas de Laura Zurita:
La hermanastra fea
Elvira, joven considerada poco agraciada, vive con su madre Rebekka y su hermana Alma tras la muerte de su padre. Al casarse Rebekka con Otto, padre de Agnes —una muchacha bellísima—, la familia descubre que la fortuna que esperaban no existía: ambos tienen deudas, ambos dependen de lograr ascenso social. Rebekka decide que quien logre conquistar al príncipe Julian será la salvación de todos, y pone sus esperanzas en Elvira, pese a que la sociedad la juzga “fea”. Para ello, someterá a Elvira a tratamientos dolorosos, modificará su cuerpo, su apariencia, su imagen —con oculta violencia—. En el transcurso, Elvira debe competir con Agnes, y también enfrentar sus propias expectativas y deseos, descubrir si el príncipe merece el sacrificio, y si seguir persiguiendo la belleza vale lo que cuesta.
La hermanastra fea está escrita y dirigida por la debutante Emilie Blichfeldt, basándose en el cuento de La Cenicienta. En el reparto encontramos a Lea Myren (Elvira); Thea Sofie Loch Næss (Agnes, la hermanastra bella); Ane Dahl Torp (Rebekka, la madrastra); Flo Fagerli (Alma, la hermana pequeña); e Isac Calmroth (Príncipe Julian).
Reinterpretación inteligente del mito
La hermanastra fea prueba que algunas reinterpretaciones modernas de los mitos sí merecen la pena. No busca seguir el camino trillado de dulcificar los cuentos clásicos mediante personajes femeninos “fuertes y bellos”, sino que regresa a las raíces oscuras del cuento de Perrault y los Hermanos Grimm, conservando un tono crudo que incomoda y obliga a pensar.
En la hermanastra fea, vemos la conocida historia centrándonos en Elvira, la mayor de las hermanastras de Cenicienta. La competencia por el príncipe se convierte aquí en algo más que la clásica lucha por ser la más bella: es una reflexión sobre los estándares estéticos, el dolor y los sacrificios exigidos, la competencia impuesta y cómo esa presión puede deformar tanto la psique como el cuerpo. En un reino donde la belleza es moneda de cambio, Elvira hará lo que sea para estar a la altura de las miradas ajenas, y se arriesga a perder la suya. Es terrible también que al tan deseado príncipe no le preocupa mucho quién sea su esposa; con que sea hermosa, le basta. La hermanastra fea no nos permite olvidar tampoco la presión subyacente que ejerce sobre las muchachas el saber que necesitan a un marido para su supervivencia.
Elvira es el centro emocional de La hermanastra fea y asistimos a su transformación: de ingenua soñadora a alguien complejo, tanto víctima como agente de su propia destrucción. La madrastra aplasta a todos con su ambición, y Agnes, la hermanastra bella, es amable pero no perfecta, y se ve arrastrada por la tensión del cuento. La hermana pequeña, Alma, es un personaje fascinante, porque su mirada atónita se convierte en aquella que refleja la del espectador, mientras es testigo casi mudo del horror, del que se libra por poco.
Lo peor de todo es la realidad
La hermanastra fea se mueve entre géneros: tiene horror corporal, cierta sátira, fábula oscura, pero también drama. Lo sobrenatural está casi ausente; el terror nace de la carne, del cuerpo y de lo peor de todo, la realidad. No es la película idónea si queremos seguir creyendo en cuentos de hadas, pero sí para quien guste que un cuento le deje algo más que un buen sabor de boca.
Visualmente, La hermanastra fea tiene muchos aciertos: el mundo es oscuro, opresivo, aun cuando hay luz del día. Las estancias, la decoración, los vestuarios, los tocados, todo contribuye a una atmósfera estética que remite a lo barroco, lo gótico, lo excesivo. La dirección artística es encomiable: aunque la ambientación histórica no se sitúa claramente en un momento definido, el artificio estilístico funciona y contribuye al carácter de fábula más que de realismo histórico. De vez en cuando, la directora nos hace un guiño a la escenografía de la versión dominante, como en el color de la Cenicienta en el baile. Este buen resultado es aún más meritorio teniendo en cuenta que la película ha tenido un presupuesto moderado, de unos 4 millones de euros, que le lucen mucho a la directora.
En resumen, La hermanastra fea es una reinterpretación intensa, perturbadora, visualmente potente, que obliga a mirar lo feo y lo hermoso con otros ojos, literal y figuradamente. La hermanastra fea es un cuento de hadas pesadillesco para tiempos en que la belleza es un ideal inasible y un negocio.
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