Las críticas de Laura Zurita:
Un cabo suelto
Santiago, un cabo de la policía argentina, cruza la frontera hacia Uruguay huyendo de sus compañeros, que lo persiguen. Sin dinero ni recursos, utiliza su uniforme como disfraz para moverse entre puestos de comida regional, probar productos locales y pasar desapercibido, recibiendo la ayuda de personajes del lugar y encontrando, quizás, una oportunidad inesperada para empezar de nuevo.
Un cabo suelto está escrita y dirigida por Daniel Hendler. En su reparto encontramos a Sergio Prina, Pilar Gamboa y Alberto Wolf, junto a intérpretes de peso como Néstor Guzzini y César Troncoso. La película es una coproducción entre Uruguay, Argentina y España que se estrena en España el 17 de octubre de 2025 de la mano de A Contracorriente Films.
Todo un descubrimiento
Un cabo suelto es una película pequeña en escala, pero también todo un descubrimiento. Es una obra que, con modestas armas narrativas, nos regala una experiencia reconfortante. El director parte de una premisa sencilla y original: La película empieza en mitad de la historia, con un policía que se camufla entre los habitantes de un lugar fronterizo. Es un cabo que anda suelto, en un sentido literal y también figurado, como se nos irá mostrando a lo largo de la película. Esa premisa se convierte en excusa para hablar de personajes muy humanos y de ciertos hechos implícitos.
Y es que Un cabo suelto confía en el espectador y deja que los hechos se muestren por acumulación de pequeños detalles, lo que es todo un acierto. La estética de la película, con una fotografía de apariencia cotidiana, refuerza esa sensación de estar viendo una historia normal de personas normales. En la banda sonora, canciones reconocibles, que refuerzan la sensación de estar ante una crónica íntima.
Un cabo suelto encuentra su mejor tono cuando privilegia lo cotidiano y deja que la comedia y el thriller se entretejan con discreción. Hay un hecho subyacente, crucial para la trama, que revela un lado oscuro de la sociedad y al que solo se refieren de manera oblicua, pero no menos relevante. Sobre ese trasfondo se nos cuenta una historia de segundas oportunidades, en la que el humor nace de lo humano y de los detalles, nunca de la exageración.
Prima la naturalidad
El ritmo deliberadamente tranquilo de Un cabo suelto es un acierto, y la película deja que los distintos hilos fluyan con naturalidad, que, como en la vida, no siempre quedan del todo resueltas. Pero esa misma inclinación por lo sugerido es, para mí, su mayor virtud: Un cabo suelto exige atención a los detalles y muestra en todo momento las pequeñas diferencias entre los dos lados de la frontera, en el lenguaje, el acento y la manera de vivir. Un par de estas diferencias, por cierto, son usadas con donaire y desembocarán en un giro final inteligente y sorpresivo.
Sergio Prina compone a Santiago, un hombre corriente en una situación inusual, que lo fuerza a reinventarse para sobrevivir. Su interpretación en Un cabo suelto se basa en una naturalidad perfectamente construida. Es un hombre que se mueve entre la bonhomía y la torpeza, y consigue que aceptemos al personaje como al vecino de al lado. El reparto de Un cabo suelto demuestra una química sólida que sostiene el tono y que nos ayuda a creer una historia en apariencia sencilla, pero en realidad elaborada de forma inteligente.
En resumen, Un cabo suelto es un hallazgo discreto y reconfortante: una película que merece ser vista por su carácter íntimo, su buena factura y por ser un pequeño milagro, el que podamos disfrutar de esta obra modesta llegada de allende los mares.
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