Las críticas de José F. Pérez Pertejo:
La viuda negra
Carlos Sedes tiene un amplio bagaje como realizador televisivo y aunque en su historial hay títulos tan variopintos como Desaparecida, Guante blanco, Hispania, Gran Reserva, Gran Hotel, Velvet, Fariña o, la reciente El caso Asunta, destaca su predilección por el género de crimen basado en hechos reales (true-crime en jerga contemporánea). Y eso es precisamente La viuda negra, la adaptación a la pequeña pantalla, aunque en este caso no en forma de serie sino de largometraje, del tristemente célebre crimen de Patraix que en 2017 conmocionó a nuestro país con el asesinato a sangre fría de Arturo Ferrer, un joven recién casado que fue hallado apuñalado en el garaje de su vivienda.
Es inevitable hacer destripes (spoilers en jerga contemporánea) cuando se trata de un crimen real, así qué, si alguien no conoce la historia, será mejor que deje de leer y regrese a estas líneas cuando haya visto la película que, por cierto, se estrena el 30 de mayo en Netflix. De hecho, no saber nada será ventajoso para el espectador de una película que reproduce con mucha fidelidad los hechos que trascendieron a la opinión pública fruto de la laboriosa investigación policial del grupo de homicidios de la Policía Nacional de Valencia que, por lo visto, tiene la mayor tasa de resolución de homicidios de nuestro país.
Desconozco si el proyecto surgió ya como largometraje o inicialmente se planeó como serie televisiva, el caso es que, sea por esto o por la amplia experiencia de su realizador en series televisivas, la película tiene un formato episódico que fragmenta el relato con los tres puntos de vista de los tres personajes principales. La primera parte, titulada Eva, ofrece el punto de vista de la inspectora de policía al mando del grupo de homicidios de la policía valenciana a la que da vida Carmen Machi demostrando una vez más (y van…) que no hay personaje que no pueda interpretar. El segundo se titula Maje (Ivana Baquero) que es como era conocida María Jesús, la esposa de la víctima y autora intelectual del crimen aunque no empuñara el arma homicida. El tercero de los episodios se titula Salva (Tristán Ulloa) que fue el hombre que perpetró el crimen, obsesionado como estaba, con la joven y seductora Maje. Finalmente, podríamos hablar de un cuarto episodio centrado en la resolución policial del caso y, como cualquier película del género que se precie, los correspondientes rótulos informativos de qué ha sido de cada personaje en la vida real.
Desconozco porqué se decidió que La viuda negra fuera un largometraje y no una serie, formato que suelen adoptar este tipo de “ficciones”, pero el caso es que como película resulta un poquito larga (120 minutos) a pesar de que uno tiene la sensación de que se podía haber profundizado más en los personajes, especialmente en el caso de Maje, cuya personalidad seductora y manipuladora queda más sugerida que explicitada. Tampoco ayuda que el hecho de comenzar por el episodio de la investigación policial (el más logrado de la película) haga que la intriga se diluya a los treinta o cuarenta minutos de metraje. No se juega con presentar a varios personajes como sospechosos y el instinto de la inspectora que desde el principio apostó por el móvil pasional, desvirtúa el suspense propio del género.
El caso es que, a pesar de esta falta de intriga, la narración está bien articulada por el dispositivo de guion y el ritmo de realización es lo suficientemente tenso como para mantener el interés del espectador. También ayuda el brillante desempeño interpretativo general (muy bien Pepe Ocio y Pedro Casablanc a pesar de la brevedad de sus papeles) y del trío protagonista en particular, especialmente un poco reconocible Tristán Ulloa gracias a una meritoria caracterización física y la magnífica Carmen Machi que sabe combinar como muy pocas actrices su registro dramático con su célebre vis cómica que, aquí, toma forma de brillante socarronería en el tramo final del film.
En cuanto a Ivana Baquero, de quien confieso no haber visto nada (o al menos no recordarlo) desde El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006), consigue llenar de matices al personaje de Maje sin cometer ningún exceso interpretativo. Conjuga la aparente inocencia, sus momentos de fragilidad y el carácter manipulador con la carga erótica que requiere el personaje pero sin caer en el (fácil) riesgo de convertirla en la femme-fatale arquetípica que no era.
Quizá un poco más de metraje (pero entonces habría que haber adoptado el formato de serie) habría permitido desarrollar un poco mejor el arco de sentimientos, emociones y pensamientos que atraviesa su complejo personaje. Y lo mismo podría decirse de los demás personajes. Para los interesados en el caso, hay un podcast con el mismo título producido por Onda Cero radio, que desarrolla más los hechos centrándose en la investigación policial y en las escuchas que llevaron a la resolución del caso.
En conclusión, La viuda negra funciona como entretenimiento televisivo sumando un título más a la larga nómina de adaptaciones de crímenes reales made in Spain. Se ve con agrado y, probablemente, se olvida con facilidad.
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