Las críticas de Daniel Farriol
Strange Darling
Strange Darling es un thriller psicológico estadounidense que está escrito y dirigido por J.T. Mollner (Ángeles y forajidos). La trama sigue a una joven que tiene una aventura de una noche con un asesino en serie, comenzando una persecución de pesadilla.
Está protagonizada por Willa Fitzgerald, Kyle Gallner, Barbara Hershey, Ed Begley Jr., Maidsen Beaty, Steven Michael Quezada y Eugenia Kuzmina. La película ha podido verse en el Festival de Sitges 2024 dentro la Sección Oficial. La película se ha estrenado en salas en España de la mano de Vértice 360 el 11 de octubre de 2024.
Una estructura a modo de puzzle que logra sorprender
Strange Darling fue una de las grandes sensaciones del pasado Sitges 2024, recibida con un entusiasmo exacerbado que en muchas ocasiones superaba las propias cualidades que posee la película. En realidad, su planteamiento a modo de puzzle tarantiniano nos propone un entretenido juego «del ratón y el gato» entre los dos protagonistas y, al mismo tiempo, entre la película y el propio espectador. El director J. T. Mollner, nacido en Las Vegas, sabe bien de qué va esto, no en vano es también actor, productor y un empresario que regenta un negocio de casas embrujadas llamado «Freakling Brothers», es decir, está acostumbrado a jugar con las expectativas de la gente para ofrecerles espectáculos que les sorprendan.
La trama de Strange Darling nos presenta a dos personajes que tienen un encuentro sexual esporádico que se irá transformando en algo mucho más oscuro. La tramposa sinopsis nos habla de una mujer que tiene una aventura con un asesino en serie y, de primeras, ese parece ser el planteamiento, sin embargo, la estructura episódica desordenada que tiene la película es una forma más para engañarnos constantemente y proponernos situaciones que tienen un desarrollo inesperado y que solo adquirirán su verdadero significado cuando ordenemos todas las piezas.
Hay que reconocer que el entramado del guion acaba siendo más inteligente que la propia historia que explica. En el caso de que la película se hubiera montado en orden cronológico la trama no distaría demasiado de cualquier telefilme de sobremesa, pero esa forma de explicar los eventos resulta tan audaz que consigue atraparnos en su maraña de falsas apariencias, dobles sentidos y medias verdades.
Referencias cinematográficas en 35 mm.
Otro de los aspectos principales que caracteriza a Strange Darling es su estética setentera. Está filmada en glorioso celuloide Kodak de 35mm., algo que ayuda al director de fotografía de la película, Giovanni Ribisi (si el nombre te suena, sí, es el actor), a la hora de emplear una gama cromática llena de matices con una luminosidad espectacular que hace eclosionar los colores más vivos en la pantalla. El rojo, color de la pasión y de la sangre, destaca sobre los fondos desenfocados y, en otros momentos, como la escena del interior del coche del principio, el neón azulado del hotel recorta la silueta de la pareja mientras se besan. La belleza que poseen algunas decisiones de puesta en escena contrasta con la crudeza de una trama que apela a los instintos más primarios de la supervivencia.
Director y fotógrafo tuvieron como referencia a cineastas clásicos como Freddie Francis, David Watkin, Douglas Slocombe o Joseph Losey, pero también se evidencian en el tratamiento visual elementos de Lynch o del cine de Serie B de los años 70, por no hablar de su dependencia narrativa de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) o del humor negro de los primeros trabajos de los hermanos Coen. Todas esas referencias tan heterogéneas y muchas otras confluyen de una manera orgánica sin convertir a la película en una mera sucesión de guiños cinéfilos si no que las incorpora a su propio universo, por eso la película está gustando tanto y se asimila como algo repleto de originalidad.
Una pequeña controversia
Pero no todos son elogios para Strange Darling, también han surgido algunas voces que fruncen el ceño ante determinadas decisiones de guion y cuestionan a su presunta fagocitación del comportamiento femenino en las relaciones o su esquematización del pensamiento de la cultura woke, haciendo chistes sobre ello y acerca de temas tan delicados como el maltrato o el consentimiento. Podemos hallar varias escenas donde se busca la complicidad del espectador con todo esto (por ejemplo, la secuencia de la llegada de unos agentes de policía al lugar del crimen y su resolución).
En mi caso encontré que todo formaba parte del espectáculo. Tiene un tono tan pretendidamente exagerado y envenenado, con personajes que son caricaturizados de manera ridícula como si estuvieran dentro de una viñeta de cómic, que no me lo tomé parte de un discurso de ideología reaccionaria si no más bien como bromas de trazo grueso que, en definitiva, casan a la perfección con el tipo de cine grindhouse que homenajea, aquellas películas a menudo eran sexistas y con una violencia desmedida como eje del disfrute palomitero del personal. No era un cine precisamente realista.
Cine exploitation en el Siglo XXI
Strange Darling se transforma entonces en un «doble» survival políticamente incorrecto que busca provocar al espectador, sorprenderle, sacudirle y molestarle (ahí entra lo que comentábamos en el párrafo anterior). No será considerado el trabajo más sutil del año, pero es de agradecer que haya cineastas que se atrevan a nadar a contracorriente del discurso biempensante y preponderante en la actualidad para hacernos reflexionar sobre la evolución del cine en paralelo al pensamiento social colectivo. Por otro lado, resulta un refrescante ejercicio de estilo que revitaliza el noir contemporáneo usando herramientas del pasado, algo que también nos tiene que hacer pensar sobre lo acomodaticio que resulta gran parte del cine comercial actual.
En definitiva, Strange Darling es una película divertida, sangrienta y con mucha mala baba, que explora la toxicidad de las relaciones humanas a través de los códigos del cine negro clásico. Un filme lleno de giros inesperados que propone un burlesco espectáculo de autocine y videoclub recuperando las sensaciones del cine exploitation de antaño para las nuevas generaciones, en ese sentido, su impacto fílmico es comparable a La sustancia (Coralie Fargeat, 2024), aunque ambas estén en las antípodas en su acercamiento ideológico a ese pasado cinematográfico.
Más allá de su estética visual y esa historia capitular desordenada, destaca sobremanera el espectacular trabajo que realiza Willa Fitzgerald con una interpretación muy física en un personaje de múltiples capas. ¡Así que prepara las palomitas y a disfrutar!
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