Las críticas de José F. Pérez Pertejo en el 72 SSIFF:
Sección Oficial
Soy Nevenka
Tengo a Icíar Bollaín por una de las personas que mejor dirige cine en este país, y si formulo así la frase es porque no quiero decir “de las mejores directoras” y que pueda entenderse que la considero de las mejores solo entre las directoras. No. La considero de las mejores entre todos cuantos ejercen la dirección cinematográfica en España. He releído hace un momento la crítica que hace tres años escribí, en este mismo festival, sobre su anterior película, la fantástica Maixabel, de la que destaqué, entre sus muchas virtudes, precisamente la portentosa dirección de Bollaín.
Lamentablemente, no puedo manifestarme con elogios similares acerca de la decepcionante Soy Nevenka, una película de fórmula, rutinaria y plana, de las que da todo masticadito al espectador sin que este pueda, en ningún momento, no ya disentir sino siquiera plantearse nada. El camino por el que tenemos que transitar está marcado desde el primer minuto, lo que tenemos que pensar, dónde tenemos que sentir lástima, dónde enfadarnos y dónde asentir con la cabeza ante una exposición monocorde de los hechos. Los buenos son muy buenos, los malos, muy malos.
Los hechos narrados en Soy Nevenka ocurrieron en Ponferrada, la capital del Bierzo en la provincia de León, pero la película ha sido rodada en Zamora ante la falta de permisos del consistorio ponferradino para filmar en la ciudad. Entiendo que eso no es culpa de la producción y soy consciente de que no debería afectar a la verosimilitud de la historia y que para cualquier espectador que no conozca Ponferrada ni Zamora, el asunto será un detalle menor. Estoy absolutamente convencido de que como espectador me habré tragado en mi vida cientos de películas filmadas en ciudades que no se corresponden con dónde se desarrollan los hechos y me las he comido sin rechistar y, probablemente, sin enterarme de ello. Pero ocurre que en esta película no puedo abstraerme de conocer muy bien Ponferrada por haber vivido allí durante más de una década y de conocer bastante bien Zamora por haber pasado temporadas allí.
Ver el Ayuntamiento de Zamora y múltiples edificios zamoranos que me resultan fácilmente reconocibles me sacan continuamente de la película. Como me saca no reconocer apenas detalles de la idiosincrasia berciana incluido el particular acento que, en la película, únicamente reconozco en Pepo Suevos el actor que interpreta al padre de Nevenka.
La película se sitúa en la Ponferrada de 2000 cuando una joven estudiante Nevenka Fernández (Mireia Oriol) es tentada por el equipo del alcalde de la ciudad Ismael Álvarez (Urko Olazabal) para integrarse en las listas de la candidatura del Partido Popular para concurrir a las elecciones municipales próximas a celebrarse. Tras una atronadora victoria por mayoría absoluta, Álvarez es reelegido alcalde y coloca a Nevenka Fernández en una de las concejalías de mayor responsabilidad, la de hacienda.
El primer tramo de película presenta a un alcalde carismático (mucho más de lo que era en realidad) y como tras su viudedad, inicia una (bastante torpe) seducción a la joven concejala que terminaría en una breve relación sentimental entre ambos. Cuando Nevenka da por finalizada la relación, el alcalde deja de ser tan carismático y empieza a rebelarse como un auténtico depredador del tipo “estás conmigo o contra mí”, la campaña de hostigamiento psicológico, profesional y sexual sobre la joven, desembocará en una grave crisis personal y de salud que la llevará primero a dimitir de su cargo y después a denunciar al alcalde por acoso sexual en la que sería la primera denuncia de este tipo contra un político en España.
Los hechos fueron rescatados hace tres años para Nevenka, una miniserie documental de tres episodios producida por la periodista Ana Pastor y dirigida por Maribel Sánchez-Maroto para Netflix. En la serie participaba la propia Nevenka y algunos personajes reales que vivieron los hechos y está contada con buen pulso periodístico.
El problema de Soy Nevenka es que no aporta gran cosa a la serie documental, de hecho, clona algunas de las imágenes de archivo que emplea el documental como fragmentos de telediarios en los que Ana Blanco o Matías Prats cuentan las noticias, incluida la reacción de buena parte de la ciudad que se puso de parte del alcalde. El resto consiste, prácticamente, en representar en secuencias lo que se contaba de viva voz en aquella miniserie.
El hecho de ficcionar a los personajes no nos proporciona ningún valor añadido más que algunas interpretaciones destacables, especialmente la de la joven Mireia Oriol que recrea muy bien la evolución del personaje y tiene un par de secuencias magníficas. Tampoco está mal Urko Olazabal, aunque no le beneficia un guion lleno de frases bastante artificiosas que son casi imposibles de decir con naturalidad. Del resto del reparto destacan Font García como el abogado de Nevenka, Ricardo Gómez como su amigo y posterior pareja y Mabel del Pozo y el citado Pepo Suevos como los padres de la concejala.
En conclusión, película bienintencionada de esas a las que se les ven las buenas intenciones a kilómetros de distancia, que se apoya en un guion de la propia Icíar Bollaín e Isa Campo basado en la obra de Juan José Millás “Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra la realidad”. El problema es que las buenas intenciones no bastan para hacer buen cine, y cuando a una película con hechuras de cine se le ven costuras de telefilm de sobremesa, no queda si no apuntar a la dirección como responsable del desaguisado.