Las críticas de Daniel Farriol:
Ciclo-Retrospectiva – Italia violenta. El cine policiaco italiano.
El día de la lechuza (1968)
Il giorno della civetta / The Day of the Owl (El día de la lechuza) es un thriller policíaco italiano que está dirigido por Damiano Damiani (Yo soy la Revolución, Confesiones de un comisario de policía al procurador de la república), quien también escribe el guion junto a Ugo Pirro, adaptando la novela homónima de Leonardo Sciascia. La historia cuenta las pesquisas de un capitán de la policía que investiga un asesinato y una desaparición en un pueblo donde rige la ley del silencio por miedo a la mafia siciliana.
Está protagonizada por Franco Nero, Claudia Cardinale, Lee J. Cobb, Serge Reggiani, Tano Cimarosa, Nehemiah Persoff, Ennio Balbo y Vincenzo Falanga. La película ha podido verse en el Festival de San Sebastián 2024 dentro de la Retrospectiva Clásica que han dedicado al poliziesco italiano.
La ley del silencio
El día de la lechuza es un efectivo poliziesco donde la investigación de turno queda envuelta por una veraz reconstrucción de la vida costumbrista en un pueblo siciliano en el que impera la ley de la mafia. El guion es la adaptación de una exitosa novela de Leonardo Sciascia, periodista y escritor conocido como «la conciencia crítica de Italia» por ser experto en destapar las vergüenzas de la corrupción política del país y que llegó a formar parte de la comisión de investigación sobre el secuestro y asesinato del ministro Aldo Moro.
La película es un retrato riguroso de los anni di piombo (años de plomo) de finales de los 60 y principios de los 70, pero elude centrarse exclusivamente en la violencia de las calles para hacer hincapié en el entramado que estaba por encima de todo aquello, lo conocido vulgarmente como «maquinaria del Estado». Los mafiosos que aparecen en la película no son gángsteres con gabardina que empuñan revólveres en la esquina de un callejón oscuro, aquí se describen como hombres de negocios respetables que se dedican a la construcción, tienen contactos con las altas esferas políticas y religiosas, y se pasean impunemente a plena luz del día mientras sus esbirros son los que se manchan las manos de sangre.
A uno de esos pequeños pueblos sicilianos llega el Capitán Bellodi (Franco Nero), un hombre del norte de Italia que quiere instaurar la legalidad y se topa inesperadamente con el silencio cómplice de todos los lugareños cuando inicia la investigación del asesinato de un hombre que es tiroteado en una carretera. Entre los que callan está la bella Rosa Nicolosi (Claudia Cardinale), cuyo marido ha desaparecido tras ser testigo del asesinato.
La ética del policía
El personaje del policía en el prototipo que impera en el poliziesco italiano, decidido y hermético, se enfrentará casi en solitario a un poder superior cuyos tentáculos alcanzan todas las instancias y son demasiado extensos para cortarlos desde la legalidad constitucional. En esta ocasión es un policía de apariencia íntegra que a diferencia de sus predecesores en el puesto no hace uso de la violencia contra los malhechores, sin embargo, cae en la misma trampa de la falta de ética cuando utiliza artimañas al margen de la ley como puede ser el inventarse una declaración firmada de un testigo para obligar a confesar a otro sospechoso o encerrar a alguien arbitrariamente sin una acusación formal.
Es muy interesante el planteamiento de lucha de poder que se establece en El día de la lechuza entre el policía y los mafiosos. Es una guerra más intelectual que de plomo en la que Bellodi explorará todas las posibilidades para esclarecer el crimen. El único que colabora con él es Parrinieddu (Serge Reggiani), un confidente poco fiable que manifiesta abiertamente ser un «traidor por vocación» ayudando a policía y mafia por igual para salvar su culo en cada momento. En ese contexto, el retrato de los personajes secundarios está muy bien logrado, más allá de algunos excesos humorísticos que relajan la tensión, cada uno de ellos tiene una personalidad definida y en su conjunto conforman un acertado muestrario que alberga los defectos más notorios inherentes a la condición humana.
Miedo y honor
Todos esos personajes de El día de la lechuza se mueven en base al miedo y al honor, o más bien a la ausencia del mismo, pero en ese sentido el comportamiento de Don Mariano Arena (Lee J. Cobb) puede emparentarse a otros mafiosos del cine como Vito Corleone, hombres de honor y asesinos de despacho, que pueden tomarse tranquilamente un helado en la terraza de su casa mientras uno de sus secuaces ha dado la orden de matar a alguien. El bien y mal se retroalimentan para darse sentido mutuamente y, por eso, Don Mariano respeta al policía, está orgulloso de enfrentarse a él por considerarlo un rival a su altura e incluso decide salvarle la vida cuando otro mafioso pone una bomba lapa en su coche. Como los antiguos emperadores romanos tiene el poder de decidir quién vive y quién debe morir.
En ese juego de poder resulta divertido el uso de unos prismáticos con los que Bellodi vigila las reacciones de sus contrincantes cada vez que decide encerrar o soltar a un sospechoso. El tono pesimista habitual de los poliziescos de carácter político convierte a esos prismáticos en un elemento crítico hacia la sociedad de la época mediante la elocuente secuencia final donde se pone de manifiesto la victoria de la maquinaria del estado sobre el individuo.
Esa idea la potencia visualmente Damiano Damiani en dos secuencias extrañas donde utiliza un objetivo angular tipo «ojo de pez» en las reuniones de confabulación de los empresarios mafiosos para deformar sus rostros mientras mueven a su antojo los hilos de los acontecimientos y el destino de las personas. Con ese truco de cámara los convierte en un ente casi irreal y metafórico que representa el poder fáctico en sí mismo.
Una radiografía naturalista de la época
En definitiva, El día de la lechuza es un estupendo y sobrio poliziesco con trasfondo político que destaca por su naturalista radiografía de la sociedad siciliana de provincias donde el crimen organizado ya había corrompido las altas estancias gubernamentales, por ejemplo, para asegurarse contratos económicos en negocios legales como la construcción de carreteras. Damiano Damiani logra un filme dinámico con más diálogo que acción que refleja con inteligencia la trastienda de ese microcosmos criminal y la incapacidad de la policía para luchar contra la delincuencia institucional.
El reparto es otro de los puntos fuertes del filme para dotarlo de la veracidad adecuada, con su actor fetiche Franco Nero al frente y una enigmática Claudia Cardinale que representa la voz silenciada del pueblo, sin olvidar a Lee J. Cobb o Serge Reggiani. La película es la primera entrega de una especie de trilogía que el director continuaría en Confesión de un Comisario a un Juez de Instrucción (1971) y ¿Por qué se asesina a un Magistrado? (1975), para profundizar en los temas sociopolíticos tratados en esta, no fueron sus únicas incursiones en el poliziottesco, pero sí tal vez las más destacadas.
El día de la lechuza es otra de las obras indispensables para entender la importancia que tuvo el género policíaco europeo a la hora de plasmar las preocupaciones sociales del momento.
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