Las críticas de José F. Pérez Pertejo en la 68 SEMINCI:
How to have sex
Lo de encuadrar una película en un género cinematográfico, además de ser una cuestión canónica que no siempre resulta sencilla, útil ni necesaria, tiene también un componente subjetivo en cada espectador. Evidentemente nadie en su sano juicio puede sentir una comedia romántica como un western o un thriller policiaco como una película infantil. Pero puedo asegurarles en primera persona que un drama iniciático como How to have sex para un padre de hijas adolescentes puede convertirse en una película de terror mucho más efectiva que esas llenas de fantasmas, apagones súbitos, portazos inesperados y agudos gritos.
La sinopsis de la película dice literalmente: “tras acabar el instituto, tres amigas británicas se escapan a una isla griega con el firme propósito de emborracharse, follar y bailar hasta que el cuerpo aguante”. Esto se traduce en fiestas en la piscina del hotel en la que los chicos se colocan una lata de cerveza en la entrepierna y fingen orinar desde las latas sobre las bocas de las chicas que sumergidas en la piscina compiten por beber con mas gracia y puntería… u otras fiestas en las que sobre un escenario, dos chicos compiten por conseguir una erección ayudados por chicas que voluntariamente han subido entregadas a la causa de ayudarles en el asunto. Muy edificante todo. Y muy feminista también.
La guionista y directora Molly Manning Walker pone empeño documentalista en retratar a esta fauna pseudohumana en sus rituales de apareamiento que incluyen beber sin control, seducir de la manera más tosca que uno pueda imaginarse y entregarse al sexo con tanta fruición como inconsciencia. De hecho, los primeros cuarenta y cinco minutos del film (o sea, la mitad) son talmente un documental sobre seres de encefalograma plano sumergidos en alcohol y moviéndose al sonido de la música techno (o como la quieran llamar) alternados con los gritos insustanciales de las tres amigas y sus vecinos de habitación del hotel con los que no tratarán en tomar contacto.
Mediada la película comienza lo que podríamos llamar el asunto dramático, el conflicto. Una de las tres amigas, Tara (buen trabajo de Mia McKenna-Bruce), resulta ser virgen, y perder la virginidad no resulta ser tan frenéticamente divertido como parecía al principio, sobre todo si se pierde con un cabestro en celo desprovisto de sensibilidad y que roza la violación. Y es aquí donde radica, quizá, el único asunto del film que tiene cierta profundidad, las oscuras zonas limítrofes alrededor del consentimiento sexual.
Las otras dos amigas son Em (Enva Lewis), lesbiana que no tarda en encontrar pareja, y Skye (Lara Peake), un auténtico bicho (o cómo decían nuestras abuelas, una mala pécora) que no desea nada bueno a su amiga. Sus motivaciones, como las de sus congéneres masculinos, son eminentemente lúbricas y no hay nada de interés que pueda extraerse de sus personajes.
El problema es que una vez presentado el conflicto, Manning Walker lo lleva por el mutismo de Tara, lo cual, aunque es una opción real (bastante frecuente desgraciadamente), impide desarrollar la acción y profundizar en el tema. La segunda mitad de película vemos a Tara con gesto abatido, silenciosa y reacia a sincerarse con nadie. Algunas de sus reacciones son incomprensibles, como incomprensibles (por inconsistentes con el guion) son las de Badger (Shaun Thomas), único de los personajes masculinos que parece albergar algo de dignidad bajo el encefalograma plano común al grupo.
How to have sex no es más que en el retrato de los usos y costumbres de cierto sector de la juventud, pero el guion de Manning Walker necesitaría más trama argumental y una mejor definición de los personajes para no quedarse en la superficie.
How to have sex
Tiene una pinta la película que tira para a tras. Gracias por ahorrárnosla.