Las críticas de Daniel Farriol:
Loli Tormenta
Loli Tormenta es una comedia dramática española que está dirigida por Agustí Villaronga (El vientre del mar, Incierta gloria) quien coescribió el guion junto a Mario Torrecillas (Una pequeña mentira, Heavies tiernos). La historia nos presenta a una abuela que vive en el extrarradio barcelonés que en su juventud fue una reconocida atleta profesional. Tras la muerte de su hija tuvo que hacerse cargo de sus nietos, pero su vida dará un giro inesperado al entrar en un proceso avanzado de Alzheimer. Los niños ocultarán lo que sucede a los demás para evitar que su abuela sea internada en una residencia o acabar ellos en un centro de acogida.
Está protagonizada por Susi Sánchez (Cinco lobitos, Vasil), Mor Ngom, Joel Gálvez, Celso Bugallo (Trote, El practicante), Fernando Esteso (Cuidado con lo que deseas, Burga), Maria Anglada Sellarès y Pepa Charro. La película se ha estrenado en salas de la mano de Caramel Films y YouPlanet el día 31 de Marzo de 2023.
La obra póstuma de Villaronga es una inesperada comedia familiar
Hace apenas unos meses fallecía el director mallorquín Agustí Villaronga, sin duda, uno de los cineastas más inclasificables de nuestro cine que desentrañó como nadie la oscuridad de la mente humana o los recovecos de la sexualidad en obras referenciales como Tras el cristal (1987), 99.9 (1997), El mar (2000) o Aro Tolbukhin: en la mente del asesino (2002) aunque el reconocimiento mediático lo obtuviese con películas ambientadas durante la Guerra Civil como Pan negro (Pa negre) (2010) e Incierta gloria (2017). Llama la atención, pues, que su testamento cinematográfico sea Loli Tormenta una fábula familiar tan naif y luminosa en la que cuesta reconocer los signos vitales que caracterizaron todo su cine.
Esta última obra que nos llega a título póstumo es una comedia agridulce relatada a modo de cuento sobre Lola (Susi Sánchez), una abuela vital y exatleta que, tras la muerte de su hija, tuvo que ocuparse de cuidar de sus dos nietos, Edgar (Mor Ngom) y Robert (Joel Gálvez). Los tres forman ahora una familia peculiar con sus típicas rencillas intergeneracionales aún desconociendo que están a punto de afrontar el mayor reto de sus vidas al comenzar la mujer a experimentar los primeros síntomas de Alzheimer. Se invertirán los roles y será entonces cuando los niños deban ocuparse de cuidar de su abuela para evitar así que sea encerrada en un asilo o ellos mismos llevados a un centro de acogida.
Tras maravillarnos con una película tan densa, artificiosa y perturbadora como es El vientre del mar (El ventre del mar), esta Loli Tormenta nos regala la cara más amable de su autor, la que según todos los que le conocieron en vida resaltan en su trato cotidiano siempre tan repleto de ternura y humor.
Cuentos y murciélagos
Sería ventajista asegurar que Villaronga quiso despedirse de nosotros con una sonrisa, estoy convencido que en su cabeza había varios proyectos en marcha que no tuvo tiempo de rodar, pero sí que desprende esta Loli Tormenta la sabia sensación de alguien que en la recta final de su vida reconoce la importancia de las pequeñas cosas que te hacen grande o que la base de la felicidad es estar rodeado de la gente que te quiere. La analogía con la ecolocación que sirve a los murciélagos para orientarse en la oscuridad a través del sonido es una forma de describir a esta familia imperfecta (¿no lo son todas?) que debe estar más unida que nunca para lidiar con la oscuridad que se cierne sobre ellos.
El director opta por una comedia de aspecto ligero y para todos los públicos donde la música de Marcús Jgr o la colorista fotografía de Josep M. Civit resaltan una sensación fabulesca donde encontramos referencias al cuento de «Blancanieves» con la salvedad que en este retrato de vida de extrarradio los besos no resucitan a nadie. Y como pasa en todo cuento Loli Tormenta también tendrá a su propio villano, el Tío Ramón (Fernando Esteso), pero incluso él está caricaturizado con tanto cariño que los auténticos y peligrosos antagonistas de Loli serán la enfermedad degenerativa junto a la deshumanización social promovida por las instituciones bancarias.
El humor blanco e inofensivo tiene curiosas fugas hacia un humor más negro cuando la película afronta temas serios o, por ejemplo, al mostrarnos el recital de un coro de hombres a los que han practicado una traqueotomía y cantan con laringófono. Ni siquiera en esos momentos la película puede ofender a nadie, Loli Tormenta navega entre los universos familiares humanistas construidos por Koreeda y las viñetas de un cómic.
Manzanas envenenadas y calor humano
Dicho todo esto, hay que reconocer que Loli Tormenta no será recordada como uno de los mejores trabajos de Agustí Villaronga. Las señas de identidad de su cine son aquí casi imperceptibles más allá de algunos gestos hacia la multiculturalidad o en su representación de las clases sociales desfavorecidas que deben luchar a diario por la supervivencia. De ahí que Loli fuera corredora de los 3.000 metros obstáculos, otra analogía con su propia vida.
Loli Tormenta es una tragicomedia costumbrista que elude la sensiblería barata para utilizar una mirada casi infantil que, sin embargo, oculta reflexiones sobre preocupaciones adultas (la economía, la seguridad, la enfermedad, la muerte…). Su acercamiento al Alzheimer se hace desde el respeto mostrando los atisbos de lucidez que llevan a la mujer en plena crisis a tirar un televisor por la ventana para reutilizarlo después como caseta para unos pájaros que acabarán anidando allí. Son esas contradicciones con las que nos sorprende la vida durante un camino lleno de manzanas envenenadas que solo se disfruta mediante la empatía y el calor humano. Y de eso Villaronga iba sobrado.
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