viernes, abril 26, 2024

Crítica de ‘La impaciencia del corazón’: Compasión y culpa

Las críticas de Daniel Farriol:
La impaciencia del corazón

La impaciencia del corazón (Kysset / The Kiss) es un drama romántico danés que está dirigido por Bille August (Corazón silencioso, La casa de los espíritus). El guion está escrito por el propio realizador junto a Greg Latter (Adiós Bafana, Tren de noche a Lisboa), adaptando la novela «La impaciencia del corazón / La piedad peligrosa» de Stefan Zweig. La historia sigue a un oficial de caballería que durante el entrenamiento decide pararse a ayudar a un aristócrata que como agradecimiento le invitará a su casa a una cena de gala donde le presentará a su hija con intenciones de emparejarlos.

Está protagonizada por Esben Smed Jensen (La ruta del dinero, El secuestro de Daniel Rye), Clara Rosager (Morbius, 1899), Lars Mikkelsen (The Kingdom Exodus, Algo en que creer), Rosalinde Mynster (Persona non grata, Atelier), David Dencik, Thalita Beltrão Sørensen y Lukas Toya. La película se estrenó en España dentro del marco del BCN Film Fest 2023 y en salas de la mano de Alfa Pictures el día 28 de Abril de 2023.

Un amor forzado por las circunstancias

La impaciencia del corazón es la lujosa y fiel adaptación de la novela homónima escrita por Stefan Zweig en la que disecciona con detenimiento la moralidad adoptada por la burguesía de la sociedad de principios del siglo XX en los albores de la Primera Guerra Mundial. Es, también, un complejo retrato psicológico acerca de las relaciones y emociones humanas a partir de un personaje principal de talante ingenuo que se ve envuelto en un romance no deseado debido a su concepto del honor y de la compasión.

La trama comienza cuando el oficial de caballería Anton Hofmiller (Esben Smed Jensen) decide detener unas maniobras militares de entrenamiento para socorrer al barón Løvenskjold (Lars Mikkelsen), cuyo vehículo ha quedado atorado en el barro. Ese acto desinteresado hará que el aristócrata lo invite a una cena de gala en su castillo donde le presentará a su hija Edith (Clara Rosager) con intenciones de emparejarlos, aunque el militar se sentirá de primeras mucho más atraído por Anna (Rosalinde Mynster), la prima de la chica.

Tras una velada plácida en un ambiente que no es el suyo, se iniciará el tradicional baile donde el joven teniente querrá, por cortesía, sacar a bailar a la hija del barón sin haber percibido hasta entonces que está parapléjica, lo que causará un gran revuelo. Al día siguiente, avergonzado por lo sucedido, el militar decidirá enviar un ramo de rosas a Edith a modo de disculpa y, a partir de entonces, la chica lo invitará cada tarde a su casa para charlar, tomar el te o cenar, de modo que se iniciará entre ellos una estrecha relación de amistad que la chica entenderá como algo más profundo sin percibir que él solo siente lástima.   

La impaciencia del corazón

Dos títulos para una misma novela

La prosa del austríaco Stefan Zweig se caracteriza por la combinación de lo humano con lo sociopolítico a través de la exploración psicológica de unos personajes que a menudo son atormentados por la culpa o las dicotomías morales a las que se enfrentan en sus decisiones vitales. El escritor fue un alumno aventajado de novelistas rusos como Dostoievski o Tolstói, de los que también fue biógrafo, y en La impaciencia del corazón nos describe una amalgama de emociones contradictorias en las que tanto Anton como Edith se convierten al mismo tiempo en víctimas y verdugos uno del otro, sin maldad ni pretenderlo.

El título original de la novela (a mi entender más certero con lo que se cuenta) era «La piedad peligrosa», una frase que describe a la perfección cómo un sentimiento que nace de la bondad puede convertirse después en una prisión emocional o desembocar en una tragedia inesperada debido a la cobardía de no expresar los verdaderos sentimientos que mueven nuestras acciones.

El título actual está extraído de una frase formulada por el propio autor: «Existen dos clases de compasión. Una cobarde y sentimental que, en verdad, no es más que la impaciencia del corazón por librarse de la emoción molesta que causa la desgracia ajena, aquella compasión que no es compasión verdadera, sino una forma instintiva de ahuyentar la pena extraña del alma propia. La otra, la única que importa, es la compasión no sentimental pero productiva, la que sabe lo que quiere y está dispuesta a compartir un sufrimiento hasta el límite de sus fuerzas y aún más allá de ese límite.».

La impaciencia del corazón

Un clasicismo que se echa de menos

Entre esos dos tipos de compasión se dirime el sentir del protagonista de La impaciencia del corazón y no será hasta su huida final cuando descubra lo que de verdad desea, aunque para entonces ya sea, tal vez, demasiado tarde tras haberse producido el estallido definitivo de la Gran Guerra. El cineasta Bille August realiza una adaptación impecable de corte clásico donde saca a relucir su enorme oficio y elegancia para la puesta en escena, sumándose un trabajo espléndido tanto en la ambientación histórica como en la preciosista fotografía de Sebastian Blenkov.

Se trata, pues, de un melodrama de época con viraje hacia el thriller moral que se nos presenta influenciado por el clasicismo de ropajes estéticos propios del cine de Max Ophüls u otros directores europeos exiliados en el Hollywood dorado de los años 40-50. Sin duda, un filme de enormes virtudes que aborda lo romántico desde un prisma inusual atravesado por un contexto histórico convulso y que nos llega ahora en tiempos igualmente cínicos donde la película difícilmente encontrará su sitio. La verdad es que se echa de menos el clasicismo que desprenden sus imágenes en el cine reciente.

La impaciencia del corazón nos habla del chantaje emocional y de la responsabilidad social en un ambiente burgués muy dado a observar los convencionalismos como ejemplo de comportamiento sin medir las verdaderas consecuencias que pueden llegar a tener las mentiras piadosas. La cursilería de las imágenes finales son un disfraz que aligera la carga del dolor inevitable y no empaña la majestuosidad en la que se desenvuelve todo el relato hasta entonces. Como curiosidad final comentar que ya existía una versión cinematográfica anterior de la misma novela que fue rodada en 1960 por el director chileno afincado en México Tito Davison.

La impaciencia del corazón


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La impaciencia del corazón

7.8

Puntuación

7.8/10

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