sábado, febrero 24, 2024

SUNDANCE 2023. Crítica de ‘Infinity Pool’: Purga y humillación

Las críticas de Daniel Farriol en el Festival de Sundance 2023:
Infinity Pool
(Piscina infinita)

Infinity Pool (Piscina infinita) es un thriller de ciencia-ficción canadiense que está escrito y dirigido por Brandon Cronenberg (Possessor Uncut, Antiviral). La historia sigue a una pareja mientras disfruta de sus vacaciones en una playa con todo incluido en la isla ficticia de La Tolqa, pero un accidente fatal expondrá sobre la mesa una subcultura perversa del turismo más hedonista donde será imposible escapar de la violencia imprudente y de los horrores surrealistas del resort.

Está protagonizada por Alexander Skarsgård (El hombre del norte, The Stand), Cleopatra Coleman (A Lot of Nothing, El lado siniestro de la luna), Mia Goth (X, Mayday), Thomas Kretschmann (Sentinel, Kill the Child), Amanda Brugel, Caroline Boulton, John Ralston y Jeff Ricketts. La película se ha podido ver en Enero de 2023 dentro de la Sección Midnight de la programación del Festival de Sundance 2023. En España puede verse en plataformas como Movistar+, Filmin o Amazon Prime desde el 15 de Julio de 2023.

«No sé si estoy despierto o dormido»

No es fácil acercarse a una película como Infinity Pool ni tampoco escribir sobre ella. La nueva obra de Brandon Cronenberg es radical, irregular, excesiva, provocadora y enigmática. Su visionado es una experiencia tan aberrante como fascinante que, sin duda, acabará volándote la cabeza para bien o para mal, no hace prisioneros. El director hace un planteamiento arriesgado que nos transporta a un espacio inconcreto donde la imaginación se funde con la realidad en un mismo plano espacio-tiempo. Posteriormente, alguien dirá: «no sé si estoy despierto o dormido», y es que discernir entre ambos estados mentales es algo casi imposible.

Ahondando en esa tesis, ya desde la misma escena inicial, se nos presenta a la pareja protagonista despertando en la habitación del hotel donde se alojan tras haber experimentado ella un extraño sueño. Cronenberg lo filma en una pantalla en negro sobre la que solo escuchamos sus voces. «You can’t feed yourself with white-sand brain death?», es la surrealista pregunta que le hace el hombre a la chica en el sueño y que nos sirve de advertencia para todo lo que vendrá después, es decir, la muerte como espectáculo de feria que alimentará el hedonismo de lo más pudientes.

Infinity Pool

Las aguas de la putrefacción

El término Infinity Pool (Piscina infinita en español), adopta entonces un doble significado en la película. Por una parte, es como se conocen a esas piscinas donde el agua se extiende al mismo nivel que los bordes y suelen estar en sitios elevados para producir un efecto óptico donde el agua se extiende hacia el horizonte y más allá (el infinito). Por otro lado, son piscinas construidas en casas u hoteles de lujo que aquí tienen una especie de poder clonador que convierte la inmortalidad en un pasatiempo sibarita mucho más eficaz que el poder rejuvenecedor que tenía la piscina de Cocoon (Ron Howard, 1985). El simbolismo espiritual del agua como elemento de renovación purificadora se convierte aquí en todo lo contrario, es decir, cada baño es un paso más a la putrefacción moral que define los males de nuestra sociedad.

El argumento de Infinity Pool nos traslada hasta la isla ficticia de La Tolqa, un enclave paradisíaco al que acude la pareja formada por James Foster (Alexander Skarsgård) y Em (Cleopatra Coleman), él es un escritor de una única novela que no encuentra inspiración para escribir la segunda. Mientras disfrutan de unas vacaciones de ensueño conocerán a otra pareja formada por Alban Bauer (Jalil Lespert) y Gabi (Mia Goth) de los que se harán inmediatamente amigos. La mujer dice conocer el libro que escribió James, lo adula mediante comentarios que hinchan su ego al tiempo que lo seduce y le masturba a escondidas.

Precisamente, la película está clasificada R por las innumerables escenas de violencia explícita que contiene u otras como ésta que comentamos en la que veremos el (innecesario) primer plano de un pene eyaculando. Para su estreno en salas comerciales se ha editado una versión más «suave».

Infinity Pool

Sin perdón (a no ser que puedas comprarlo)

Si viste la película danesa Speak No Evil (Christian Tafdrup, 2022), ya sabrás que no es aconsejable relacionarse tan rápidamente con desconocidos. El viaje idílico de los Foster se convertirá en un auténtico descenso a los infiernos donde James deberá confrontar su verdadera esencia animal convirtiéndose al mismo tiempo en la mascota preferida de sus nuevos amigos. El ejercicio de poder se volverá un proceso egoísta de humillación constante que despellejará uno a uno todos los valores éticos que deberían guiar el comportamiento en cualquier sociedad. La paz quedará truncará del todo cuando, tras una festiva escapada nocturna, el coche en el que viajan los cuatro amigos conducido por James, atropella accidentalmente a un lugareño y lo matan.

Es un punto de inflexión en Infinity Pool similar al que contiene la novela «Los perdonados» de Lawrence Osborne que ya pudimos ver en una reciente adaptación cinematográfica bastante interesante efectuada por John Michael McDonagh. Ambas historias tienen otras cosas en común, en especial, la representación que se efectúa de una clase alta untada en banalidad que arrasa con todo lo que le rodea «porque pueden». Tras ese trágico hecho, los cuatro amiguetes serán detenidos y apresados en una cárcel local que se rige bajo el estricto código penal de la zona que considera la pena de muerte como el único castigo posible para un atropello mortal. La ejecución será inminente… a no ser que puedas costearte tu salvación.

Infinity Pool

La desafección emocional como germen de la violencia

Cronenberg sigue fiel a su estilo y convierte Infinity Pool en una inmersión alucinógena en el océano de la perversión cuyo discurso de divergencia identitaria conecta a la perfección con el que ya encontrábamos en su anterior y absorbente obra Possessor Uncut (2020). Ambas tienen también un estilo visual arrebatador que experimenta con la imagen y las texturas, los neones y las luces estroboscópicas, destilando a través de ellas una cinefilia galopante que va principalmente enfocada al género puro y al body horror que, sin duda, el autor ha heredado genéticamente por parte de su progenitor.

La fisicidad orgásmica de la «nueva carne» sufre aquí un proceso evolutivo autoconsciente que la conecta con la congoja abismal que caracteriza a las nuevas generaciones ante un futuro incierto y, también, a esa desafección emocional a la que nos hemos acostumbrado donde se ensalza lo trivial como entretenimiento cotidiano. La falta de empatía es el germen de la violencia y la masculinidad frágil un cáncer para consagrarla.

El director canadiense se asocia al Buñuel de El discreto encanto de la burguesía (1972), al Fellini de La dolce vita (1960) o al Pasolini de Saló o los 120 días de Sodoma (1976), para satirizar acerca de la mesocracia, el hedonismo clasista de los ricos y el ejercicio de poder ante los más desfavorecidos (ya sean personas o países). Es una sátira extraña que causa pavor y repulsión, pero que también conlleva consigo cierta fascinación hacia la oscuridad de lo prohibido.

Infinity Pool

Máscaras humanas en descomposición

La cámara de Cronenberg a menudo se mueve en círculos como si quisiera trazar un itinerario sin retorno a través del subconsciente humano, el lugar donde se concentra todo aquello que nos convierte en hombres y monstruos en un mismo ser, Jekyll y Hyde. Los «planos holandeses» retuercen la imagen como si fuera la visión que tendría un borracho, mientras una música de sintetizador noventera construye paisajes sonoros que resaltan lo onírico en el viaje interior que realiza el protagonista junto a sus múltiples identidades. Es un recorrido inmisericorde hacia la sinrazón y el caos que definen una sociedad inmoral, pero también retratan la manipulación de Gabi hacia James y la del propio Brandon hacia nosotros mismos como público. Nuestra experiencia será más o menos gratificante según sea la predisposición de cada espectador a dejarse llevar hacía el vacío existencial que representan esos personajes.

Observar en primera persona la purga de cualquier resquicio de humanidad resulta algo desolador y nada complaciente, así que no se trata de una película fácil de ver. Pero aún teniendo altibajos de ritmo y algunas tomas de decisión cuestionables, Infinity Pool acaba siendo una obra magnética y tan perturbadora como esas máscaras Ekki que simbolizan la descomposición interior y la corrupción moral que se desprende de personas cuyas acciones tienen nula repercusión legal. En La Tolqa no existe un «método Ludovico» para hacerles cambiar.

Respecto al reparto cabe destacar la entregada interpretación que hace el camaleónico Alexander Skarsgård y la portentosa (nueva) demostración de Mia Goth, aquí en un rol de femme fatale perturbada que solo podrá competir este año con la granjera soñadora de instintos psicópatas que ella misma encarna en la maravillosa Pearl (Ti West, 2022).


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Infinity Pool

8.2

Puntuación

8.2/10

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