Las críticas de David Pérez «Davicine»:
Ciclo Takeshi Kitano
Escenas en el mar
Shigeru y Takako son una pareja poco convencional ya que ambos sufren de sordera. Shigeru, quien trabaja en los servicios de recogida de basura, encuentra un día una tabla de surf rota. Movido por la curiosidad, empieza a adentrarse en el mundo del surf, apoyado por Takako. Durante el verano ambos acuden diariamente a la playa, pero cuando llega el invierno las cosas parecen empezar a cambiar. Dirigida por Takeshi Kitano, Escenas en el mar está protagonizada por Kuroudo Maki, Hiroko Oshima y Sabu Kawahara.
Lejos de la violencia de sus películas previas
Takeshi Kitano estaba todavía buscando su camino como cineasta a principios de los 90. Recordemos que casi por casualidad acabó dirigiendo en 1989 su ópera prima Violent Cop tras el abandono de la silla de director por parte de Kinji Fukasaku. Tanto en esa, como en su segunda película, Boiling Point, Kitano intentaba alejarse de su faceta cómica, y se adentró en la violencia como forma de distanciarse completamente de la imagen que el público tenía de él.
Para su tercer trabajo, Escenas en el mar, Kitano admitió no estar tan influenciado por la ambición creativa, sino por preocupaciones prácticas, queriendo trabajar de forma más económica y eficaz, algo que luego ha continuado haciendo hasta el día de hoy. Una manera de reducir coste en el guion fue hacer girar la historia alrededor de dos personas sordas con apenas interacciones con el resto de personajes, y casi ni entre ellos más allá de sus miradas cómplices.
De la misma forma, para facilitar el rodaje y evitar que se aglomeraran los fans, rodó todo en la playa. Puede que esta película se aleje completamente de sus dos trabajos anteriores, y tengamos una ausencia total de violencia, al igual que no tenemos yakuzas ni policías corruptos, pero sorprendentemente podemos notar que esta película inicia el camino de Kitano hacia su estilo más personal, tanto creativa como conceptualmente. No hay un trabajo de cámara sofisticado, empleando un exceso de cortes largos y tomas estáticas, pero eso no implica que no disfrutemos de planos bellamente enmarcadas del mar, la playa y el reparto, mientras acompañamos a sus protagonistas en sus diferentes paseos.
Escenas en el mar está bañada por colores pastel, como si de una película de Eric Rohmer se tratara, aunque en el fondo prevalece un tono gris que marca el devenir de la historia similar al color del horizonte, tanto real como metafórico, que apenas nos hace apreciar la diferencia del cielo con el mar, pero tiene diferentes matices según se vea con los ojos del joven o de su novia, y es que hay muchos matices entre el punto de vista de la persona que mira y de la persona que lo observa en su mirar.
El mar como sinónimo de tranquilidad y de objetivo
Ubicar la historia en la playa aporta esa sensación de tranquilidad que Kitano busca con la película, la cual es reforzada por sus personajes principales, tanto Shigeru (Kuroudo Maki) como su novia Takako (Hiroko Oshima), afectada por la misma discapacidad que él. El mar y la playa sirven de antítesis pacífica de la violencia de la mayoría de las películas de Kitano, pero aquí no solo representa la calma sino también algo que conquistar.
Si algo ayuda también a adéntranos en la calma que transmite tanto el mar como sus protagonistas, es la banda sonora, que supone la primera colaboración de Kitano con el compositor Joe Hisaishi, quien nos deleita con una banda sonora memorable y minimalista, y así da comienzo una larga y fructífera colaboración entre cineasta y compositor.
Personajes que se repiten en su filmografía
A nivel de personajes, Shigeru representa al omnipresente desvalido de Kitano que debe enfrentarse a las crueles burlas de quienes lo rodean, un sentido del humor cruel que claramente proviene de la raíces cómicas de Kitano en la televisión. Kuroudo Maki como Shigeru es inescrutable, una persona para la que, viviendo en el silencio, sus expresiones y miradas son su única forma de comunicarse. Encontrar una tabla de surf rota inicia una reacción en cadena en otros, mientras su novia lo acompaña y ayuda a surfear como apoyo moral. Son personajes que pueden parecer similares, pero Kitano se encarga de mostrar que Takako no es solo un autómata programada para acompañar a Shigeru, sino que durante la película nos deja claro que es alguien a quien se puede lastimar y no necesita de su pareja para ser una persona completa.
La historia de amor entre la pareja protagonista no necesita de conversaciones para estar muy bien narrada, pudiendo aprender con sus miradas y comportamientos todo lo que necesitamos y así apreciar su relación así como los sentimientos que se profesan. Debido a la naturaleza implícita de sus dos protagonistas, la historia se desarrolla prácticamente sin palabras incrementando en nuestros oídos el suave susurro de las olas rompiendo contra la orilla.
La presentación de sus personajes supone algo que veremos en el cine de Kitano durante toda su trayectoria, y es que lo que no cambia el cineasta con el tiempo es su capacidad para deleitarnos con joyas cinematográficas de tramas mínimas, interpretaciones inexpresivas y una narración atípica. El empleo del lenguaje corporal ofrece un resultado sorprendentemente atractivo y emocional que continuará perfeccionando en películas como Hana-Bi y Dolls.
Escenas en el mar es una hermosa y minimalista película, increíblemente profunda y extremadamente sutil, que nos hará acabar con una sonrisa de satisfacción similar a la que se dibuja en el rostro de Shigeru mientras contempla el mar.
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