viernes, abril 19, 2024

Crítica de ‘El poder del perro’: La sombra del mito que se desvanece

Las críticas de Daniel Farriol:
El poder del perro

El poder del perro es un wéstern dramático de nacionalidad australiana que está escrito y dirigido por Jane Campion (El piano, Retrato de una dama) adaptando la novela homónima de Thomas Savage. La historia nos sitúa en Montana, en el año 1925. Los hermanos Phil y George Burbank tienen formas muy distintas de encarar sus vidas. El primero es un rudo cowboy que quiere seguir cabalgando y cuidando de las reses, mientras que el segundo está pensando sentar la cabeza y casarse con Rose, una viuda que regenta una taberna junto a su hijo Peter, un chico afeminado que se convierte en el centro de las risas de los vaqueros.

Está protagonizada por Benedict Cumberbatch (El espía inglés, Patrick Melrose), Jesse Plemons (Antlers: Criatura oscura, Jungle Cruise), Kirsten Dunst (La seducción, Melancolía), Kodi Smit-McPhee (2067, Alpha), Thomasin McKenzie (Última noche en el Soho, Tiempo), Frances Conroy, Keith Carradine y Peter Carroll. La película pudo verse en la Sección Perlas del Festival de San Sebastián 2021. Se estrenó en España en salas comerciales el día 19 de Noviembre de 2021. Y en Netflix el 1 de Diciembre de 2021.

El mito deconstruido del vaquero

El poder del perro (The Power of the Dog) es una de las mejores películas del año. Una auténtica maravilla que Jane Campion se saca de la chistera tras 12 años alejada de las pantallas de cine. Con la avalancha de estrenos que tenemos cada fin de semana, uno se pregunta que se está haciendo tan mal en el ámbito de la producción y distribución cinematográfica para que alguien de su talento tarde tanto en sacar proyectos adelante y, además, deba hacerlo como tantos otros cineastas de renombre a través de una plataforma como Netflix, la gran «amenaza» del cine convertida ahora en la tabla de flotación de proyectos tan personales como esta adaptación de la icónica novela de Thomas Savage. Pero eso sería un debate que mejor dejo para otro día.

El poder del perro es un wéstern de hechuras clásicas en su aspecto formal, en su fachada estética de clasicismo fordiano, pero que en realidad lo que hace es deconstruir con extremada sensibilidad e inteligencia la eterna formulación del mito del héroe inherente al género. La película afronta y cuestiona aspectos de plena actualidad como la masculinidad tóxica o la herencia homofóbica que ya formaba parte del ADN de aquellos hombres que cabalgaban por las grandes llanuras y que el cine se encargó de mitificar como modelo a seguir. Me refiero al hombre-macho encarnado por John Wayne del que recogió el testigo décadas después Clint Eastwood en una versión más abstracta y espectral en los spaghetti westerns de Sergio Leone. En El poder del perro el personaje de Bronco Henry es el símbolo de todo eso, el vaquero perfecto, el mejor tirador, el mejor jinete, el mejor hombre. Sin embargo, Savage y Campion convierten a ese personaje en un fantasma, en alguien del pasado que nunca llegaremos a conocer del todo en la película.

Pasado y presente

El poder del perro está protagonizada por los hermanos Burbank: Phil y George. Llevan muchos años juntos regentando un rancho en Montana, pero tienen formas distintas de afrontar sus vidas. George se enamora de Rose, una viuda que regenta junto a su hijo Peter una pequeña taberna y a la que decide proponerle matrimonio. Phil entiende que la presencia de la mujer es una injerencia nociva para su relación fraternal, siendo la actitud afeminada del hijo el centro de sus bromas machistas. Los pueblos áridos y polvorientos del lejano Oeste se encuentran inmersos en una época de cambios. La creciente industrialización y modernización de la sociedad está poniendo en pie los verdaderos cimientos del país. La distinta actitud de los hermanos simboliza la manera de adaptarse a esos cambios, los que siguen anclados en el pasado y los que prefieren mirar hacia el futuro.

Ese juego dialéctico entre lo pretérito y lo venidero es una forma de acercarse al presente en los cambios ideológicos que están sacudiendo y confrontando a nuestra sociedad actual. El poder del perro nos habla de discriminación sexual, de abuso de poder, de la persecución de la homosexualidad y del encorsetamiento existente en los roles de género entre hombre y mujer. Todos son temas que nos preocupan y ocupan hoy día en ciudades que parecen tan alejadas de aquellos pueblos construidos hace un siglo en mitad del desierto. La directora ofrece una mirada severa, sin caer en el adoctrinamiento ideológico, incorporando incluso referencias a su propio legado cinematográfico como la fabulosa e inquietante escena en la que un piano vuelve a tener protagonismo.

Lo que oculta ‘El poder del perro’

Más allá de las distintas lecturas que regala la película en un subtexto rico en matices, hay que regocijarse también en la excelsa fotografía de Ari Wegner (In Fabric, Lady Macbeth) y en la majestuosa banda sonora compuesta por Jonny Greenwood (El hilo invisible, The Master), elementos básicos para impregnar el filme de un aura clásica arrebatadora que nos remite directamente a John Ford y Howard Hawks. La elección de encuadres de cámara no es aleatoria y, poco a poco, a medida que vamos adentrándonos en la mente de los personajes, los planos lejanos que en un principio se centran en descubrirnos el entorno paisajístico van acercándose a los rostros para enfocarse en toda su intensidad en el alma torturada de cada uno de ellos.

El poder del perro es una frase extraída del Salmo 22:20 del Antiguo Testamento que alberga distintas interpretaciones en los estudios bíblicos. Aquí puede entenderse como la influencia que ejerce el recuerdo de Bronco Henry en Phil (le descubrió que la sombra de un perro se dibuja sobre unas montañas), pero en las escrituras el perro también puede verse como el símbolo del pecado, del Diablo y la tentación. Es algo que atormenta el interior del vaquero que quiere conservar su hombría a toda costa, reprimiendo sus verdaderos sentimientos hacia quien venera como ideal de masculinidad y hacia el joven que pretende «reeducar» de igual forma a que probablemente hicieran con él mismo de joven. Peter, el hijo de Rose, necesita adaptarse a un entorno hostil para sobrevivir, por eso se acerca a su enemigo Phil y por eso busca una manera inesperada para liberarse del señalamiento que sufre por su condición sexual. La ley del más fuerte se transforma en la ley del más inteligente.

Una obra mayúscula sobre la masculinidad tóxica

La presencia en la película de la masculinidad tóxica se refleja de una manera cruel en la relación casi sin palabras que entablan Phil y Rose. Campion muestra con una sobriedad escénica impecable el deterioro anímico que sufre la mujer ante el acoso psicológico del vaquero. Es una tortura que carece de maltrato físico, pero igualmente dolorosa, lo que lleva a la mujer a refugiarse en el alcohol para así lidiar con sus inseguridades.

El poder del perro es una obra magistral que no sería lo mismo sin las generosas interpretaciones de todo el elenco. Benedict Cumberbatch realiza un trabajo perfecto en la reconstrucción del arquetipo de macho alfa en sus actitudes, pero conservando una sombra oculta en su mirada que denota el sufrimiento y las dudas que hay en su interior. Es muy difícil conseguir hacer lo que hace, esa dualidad constante. Kirsten Dunst está maravillosa, probablemente sea este uno de los mejores papeles de toda su carrera. Nunca cae en la exageración al encarnar a una mujer vulnerable y llena de heridas que intenta proteger a su hijo absorbiendo todo el dolor que le cabe en el pecho para ofrecerle un futuro mejor. No les van muy a la zaga Jesse Plemons y Kodi Smit-McPhee, que se ajustan a sus roles como un buen par de botas de cowboy.

El poder del perro es una obra mayúscula en lo visual, en lo narrativo y en el aspecto reivindicativo. Una película indispensable de culto instantáneo que disecciona el wéstern clásico desde el respeto y la admiración, pero encontrando su propio camino para expresar sentimientos que actualizan los postulados del género para reflexionar sobre la necesidad de desprenderse de los mitos como vehículo de crecimiento personal y social.


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El poder del perro

9.2

Puntuación

9.2/10

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