viernes, abril 26, 2024

63 SEMINCI. Punto de Encuentro: Crónica y crítica de La Noche del Corto Español

En la noche del jueves 25 de octubre se ha celebrado en el Teatro Zorrilla de Valladolid  la Noche del Corto Español, una de las proyecciones más esperadas por los aficionados a los cortometrajes y que ya goza de cierta solera entre las sesiones de la Seminci. Formando parte de la sección Punto de Encuentro, tiene desde hace varios años carácter competitivo y los cortometrajes participantes optan a premio con dotación económica.

Este año la sesión ha presentado seis cortometrajes a concurso que por orden de proyección han sido: De repente, la noche, de Cristina Bodelón e Ignacio de Vicente; Kafenio Kastello, de Miguel Ángel Jiménez; Viudas, de María GuerraTahrib, de Gerard Cidal Cortés; Cactus, de Alberto Gastesi y Gusanos de seda, de Carlos Villafaina.

En una edición de la SEMINCI en el que los cortometrajes a concurso en su Sección Oficial está teniendo un nivel medio bastante bajo, es de destacar la elevada calidad media de los seis cortometrajes presentados en esta «Noche del corto español» en la que cualquiera de ellos es notablemente mejor que algunas de las mediocridades que optan a la Espiga de Oro. Vamos con ellos. 

De repente, la noche. Dirigido por Cristina Bodelón e Ignacio de Vicente.

Cristina Bodelón e Ignacio de Vicente dirigen un guion de Enrique Esteve y Alphonse de la Puente sobre una familia viviendo un momento emocional muy intenso. Y precisamente es la intensidad una de las principales virtudes de este film gracias, fundamentalmente, al excepcional trabajo de sus protagonistas Marta Nieto y el kamikaze Cristóbal Suárez. Ambos transmiten veracidad a través de interpretaciones de gran naturalidad y llenas de matices. Sobre el rostro de Marta Nieto se dibuja el miedo, la pulsión sexual, los celos y el tormento interior de una madre embarazada con la enorme presión de que sobre su gestación se apoyan las vidas de sus dos hijos, la del aun no nacido y la de su hija mayor, enferma de leucemia, que depende de la donación de su hermano para continuar viviendo. Cristóbal Suárez está especialmente brillante en la secuencia final donde deja salir todas las emociones contenidas hasta el momento.

Muy buena producción con una excelente fotografía y una dirección apoyada fundamentalmente en planos fijos con pocos movimientos de cámara, lo cual exige una meticulosa puesta en escena en la que aciertan sus directores. Extraordinaria localización la del plano final con las rampas y barandillas de algún lugar de un hospital que consigue componer una imagen efectiva y de gran mérito estético.

En el debe del cortometraje cabría apuntar el envaramiento de los actores en las secuencias médicas y cierta debilidad del guion a la hora de explicar la razón por la que la niña necesita la donación de su hermano. ¿Un ictus hemorrágico y la niña se va de alta al poco tiempo?

Cristina Bodelón
Cristina Bodelón, codirectora de De repente, la noche.

Kafenio Castello. Dirigido por Miguel Ángel Jiménez.

Con un intenso contenido político, Kafenio Kastello nos sitúa en Atenas durante el 2018. «Los hijos de puta han ganado la batalla» se dice nada más comenzar y, a partir de ahí, se nos cuenta la historia de los perdedores como un homenaje a los que nunca tiraron la toalla, a los que se aferraron a unos principios ideológicos por los cuales han decidido quedarse y luchar por aquello que han sido y tenido toda su vida.

Filmado en griego en un barrio de aspecto decadente, se despacha a gusto en críticas al capitalismo y a la iglesia de los que se hacen llamar amigos de los pobres. Miguel Ángel Jiménez demuestra gran firmeza en la dirección dotando de nervio y pulso cinematográfico a sus imágenes y a los testimonios de quienes cuentan una historia que también se ocupa del choque generacional: un padre que quiere dejar a su hija el edificio que ha sido su vida y se resiste a vender mientras su hija no ve futuro quedándose y busca una salida lejos del pozo.

El guion de Miguel Ángel Jiménez, Gorka Gómez Andreu y Javier Arsuaga está cargado de mensajes pesimistas que denuncian el individualismo y la falta de humanidad pero consiguen evitar los lugares comunes, las soflamas políticas y caer en el panfleto. El conjunto es más que notable.

Kafenio Kastello
El cortometraje Kafenio Kastello fue presentado por el padre de Miguel Ángel Jiménez

Viudas. Dirigido por María Guerra.

El único de los cortometrajes exhibidos en la sección que puede ser calificado de comedia a pesar de que su planteamiento inicial podría ser el más dramático de todos. Un hombre acaba de morir y en su lecho de muerte se dan cita Julia (Cristina Alcázar) su mujer actual y Susana (Raquel Pérez) su ex esposa. Durante unas horas hablarán, beberán más de la cuenta, llorarán y reirán. Ajustarán cuentas con el finado al que, a pesar de poner a parir, ambas parecían querer y se disputarán de forma amigable el rol de viuda.  

El tono tragicómico está bien conseguido, las actrices están bien, especialmente Raquel Pérez y el finado (Javier Tolosa) mantiene el tipo haciendo de cadáver. Distendido, frívolo y un poco insustancial, Viudas se ve con agrado.

María Guerra
María Guerra directora de Viudas

Tahrib. Dirigido por Gerard Vidal Cortés.

Un auténtico puñetazo en el estómago supone el cortometraje Tahrib. Sobre un guion propio, Gerard Vidal Cortés nos cuenta la noticia que tantas veces vemos en los informativos pero desde el otro extremo, es decir, no nos cuenta la llegada de pateras con inmigrantes sino la salida desde la costa magrebí. Muy bien filmado, consigue generar tensión continua a lo largo de sus diez minutos gracias a sus nerviosos planos cámara en mano, tanto en la costa como a bordo de la patera.  

Este retrato de las mafias que extorsionan, engañan y abusan a la gente cobrando barbaridades, exigiendo sobreprecios a la hora de salir y poniendo a su disposición endebles pateras y chalecos salvavidas de ínfima calidad. Gente sin ningún escrúpulo para los que la vida humana no tiene ningún valor.

Personaje central del relato, Tahrib (Said Chatiby), piloto de la patera parece el único personaje lúcido que advierte los peligros que se ciernen, sobre su rostro se dibujan los auténticos dilemas morales como intermediario que es entre los infames mafiosos y sus pobres clientes que van a arriesgar su vida en pos de un sueño que puede tornarse en pesadilla. Sólido y potente cortometraje.

Gerard Vidal Cortés
El director de Tahrib, Gerard Vidal Cortés

Cactus. Dirigido por Alberto Gastesi.

Alberto Gastesi dirige Cactus sobre un guion de Alex Merino, un cortometraje que a lo largo de sus 13 minutos se acerca a temas como la incomunicación, la incapacidad afectiva, la memoria y la pérdida. Un hombre mayor y un joven coinciden en una floristería y tras una petición de consejo del primero al segundo sobre qué flores comprar, inician un paseo por San Sebastián durante el cual tendrán una conversación cada vez de mayor profundidad en la que el choque generacional será el eje sobre el que inicialmente se vayan tratando los temas anteriores.

Con un excepcional trabajo interpretativo de Kandido Uranga y el más que notable de Iñigo Gastesi, Cactus es un cortometraje de creciente emotividad en el que la dirección de Alberto Gastesi juega perfectamente con la ambigüedad, existente en el guion,  sobre el vínculo entre estos dos hombres cuyo camino coincide durante unos minutos.

Gastesi, sin caer en la sensiblería, imprime ternura a sus imágenes hasta culminar con un final muy emocionante en el que se apoya en la infalible voz de Chavela Vargas y su maravillosa interpretación de la canción «Luz de Luna».

Alberto Gastesi
Cactus fue presentado por su director Alberto Gastesi

Gusanos de seda. Dirigido por Carlos Villafaina.

Segundo cortometraje de Carlos Villafaina tras su galardonado Silencio por favor, en Gusanos de seda se ocupa en un guion coescrito junto a Agustín Elizalde de los problemas afectivos y de comunicación de Dani, un joven adolescente que, en una edad endiabladamente difícil, con muchas necesidades afectivas difíciles de expresar, habrá de apoyar a su madre, ayudar a su abuela y cuidar de su pequeña hermana Laia.

Interpretado con mucha solvencia por actores no profesionales, destaca el trabajo del joven Víctor Ortega Albert que sostiene el peso de los 16 minutos de duración con una naturalidad y una contención muy inusual en un actor de su edad sin experiencia previa. Ayuda a ello una adecuada dirección actoral y la inteligente planificación de las secuencias de Carlos Villafaina que parece tener claro en cada momento dónde quiere colocar la cámara y la distancia que quiere adoptar.

Especialmente bien tratada está la relación madre-hijo en un momento crítico de la vida de ambos, cuando la primera está sobrepasada por las exigencias laborales y familiares y el segundo tiene la sensación (real) de que su madre está preocupada por todo menos por él. Un más que eficaz montaje culmina la narración creada en el guion y desarrollada en la dirección. Gusanos de seda es un muy buen trabajo en todos los aspectos técnicos y artísticos al que es muy difícil poner algún pero.

Gusanos de seda
David Tejedor y Carlos Villafaina, productor y director respectivamente de Gusanos de seda

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