Dramas, comedias, musicales, terror, la ciudad de las luces presta generosamente sus calles a todo género que se lo pida, por las que pasea Antoine Doinel de manos de Truffaut, Gene Kelly baila en busca de una bailarina parisina con la cara de Leslie Caron y Miriam Hopkins exhibe su menage a trois con Gary Cooper y Fredric March.
Desde Un Americano en París a Todos dicen I love you, pasando por Una cara con ángel, el Sena ha acompañado con el sonido de su cauce los pasos de claqué de innumerables musicales. Es comprensible, tanta belleza ha de hacer que tus pies vuelen. Y si nos sentimos melancólicos, la idea de Rick abandonado por Ilsa en Casablanca, o Greta Garbo muriendo en brazos de Robert Taylor en La dama de las camelias, nos ayudará a dejar escapar las lágrimas. Y cuando llega la media noche, como Leon le dice a Ninotchka, «La mitad de París le hace el amor a la otra mitad». Porque si una idea acompaña a esta ciudad es la de la posibilidad de encontrar un gran amor, uno que te haga sonreír por primera vez, como a Greta Garbo.
Desgraciadamente, en estos últimos días el amor ha desaparecido de París y con él el sentido del humor, la humanidad y el derecho a sentirte seguro en tu propia patria. Cuando la sinrazón nos ataque, cuando del odio hagamos nuestra bandera y de nuestras creencias una excusa, cuando una religión entera sea atacada por identificarla con un grupo minoritario de desalmados, cuando estemos a punto de echar nuestra civilización a los leones de la guerra, parémonos a imaginar la Torre Eiffel iluminada, esas calles que nos hicieron soñar con pasar nuestra vida encerrados en una primavera parisina, y sobre todo recordemos eso de que «siempre nos quedará París».
¡Me encanta Cris!
Sólo tú podías escribir algo así
hubiera incluido también como referencia, The Dreamers con una increible Eva Green y basada en los sucesos del marco histórico de mayo del 68 en París, de los que surgieron grandes artistas, algunos se encontraban trabajando Charlie Hebdo.