Las críticas de Cristina Pamplona «CrisKittyCris»: La gran boda
Cuando visioné el trailer de La gran boda la pereza me invadió, el argumento era el de La cage aux folles y el de su remake americano Una jaula de grillos. Tan sólo había que cambiar a la pareja de homosexuales por un matrimonio divorciado y la familia ultraconservadora por una recalcitrante católica colombiana. Pereza, pereza, pereza…Y sin embargo, ¡qué grata sorpresa me he llevado!.
Justin Zackham, un joven director con una carrera aun en pañales, pero que ya dirigió a dos grandes, Morgan Freeman y Jack Nicholson, en la comedia lacrimógena Ahora o nunca, escribe y dirige esta comedia de enredo, a su vez remake de la coproducción franco-suiza Mon frère se marie, donde tal vez el argumento sea a veces algo deslucido, pero los golpes de humor son constantes y fantásticos.
El elenco de actores es de quitarse el sombrero:
Robert De Niro, al que vimos hace nada en
El lado bueno de las cosas, repite como padre y marido protagonista al que la boda de su hijo adoptado le llena de orgullo y satisfacción (que dirían algunos), pero también amenaza con desmontar su tranquila vida. Sus dos mujeres, la divorciada y su actual compañera, están interpretadas por
Diane Keaton y
Susan Sarandon, y ambas brillan especialmente en compañía de
De Niro, que es sin duda lo mejor de la película. Como secundarios tenemos a
Amanda Seyfried (
Los Miserables),
Catherine Heigl (
La cruda realidad) y
Robin Williams que interpreta al cura católico y alcohólico.
De entre ellos cabe destacar el papel de Catherine Heighl, una de esas actrices insulsas que abandonaron la tele para convertirse en estrellas de cine y que finalmente se han visto relegadas a comedias románticas sin mucho fundamento. Aquí, sin embargo, he de decir que está fabulosa, y ha abandonado las sonrisas histriónicas que buscaban ablandarnos el corazón, pero que a mí me despertaban ganas de asfixiarla en algodón de azúcar.
El guión gira en torno a una familia americana de clase media que deja el término ‘disfuncional’ a otro nivel, pero que viven casi felices entre un matrimonio fracasado, una hija desapegada a su padre que guarda un secreto (predecible, eso sí, desde el minuto cinco), un hijo treintañero virgen, y otro adoptado, el feliz novio, que teme romper el corazón de su familia biológica, compuesta por una madre católica y una hermana algo ligera de cascos) y decide sacrificar con una mentira a su familia de acogida.
Con momentos que recuerdan a películas como
El padre de la novia o
Los padres de ella o
Dos familias y una boda.
El guión busca la risa fácil, pero no estúpida, con un humor más amable que ingenioso que hace que te encariñes con los personajes y que realmente salgas contento, que no entusiasmado, de la sala. Sin duda es una de esas películas que es mejor medirla por sus momentos que por su totalidad, porque lo cierto es que el ritmo de risas se mantiene hasta el inevitable, desinflado y cursi final algo forzado al que ya nos tienen acostumbrados las comedias sobre enlaces matrimoniales, pero que se puede perdonar por la hora y media de humor. Estamos ante uno de esos títulos que se perderán en el olvido dentro de unos años, pero que te tragarás de principio a fin siempre que la pilles en la tele.
Recomendada para todo aquel que quiera pasar hora y media de risas en este fin de semana que amenazan con que será frío y lluvioso. Así que nada mejor que esperar a que se apaguen las luces, meterle mano a las palomitas recién hechas y regalarse un poco de bondad y alegría, que está claro que a veces se pide a gritos.
Besos de cine…
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