La veterena y glamorosa actriz de la década de los 30, Gloria Stuart, que regresó a la popularidad de Hollywood con 80 años gracias a su interpretación de la versión anciana de Kate Winslet en la exitosa película Titanic, murió ayer en Los Ángeles a los 100 años de edad, según confirmó su hija Sylvia Thompson al diario Los Angeles Times.
Stuart había sido nominada al Oscar por este papel en 1997 y se convirtió en la persona de más edad nominado al Oscar en la historia de la Academia. De hecho, el director James Cameron dijo que estaba buscando para Titanic una actriz cuyo apogeo hubiera sido en la era dorada de Hollywood, y Stuart era claramente su actriz. Aunque, más tarde, y entre bromas, dijo que con 87 años era una de las pocas actrices de su edad que estaba «aún disponible, sin problemas con el alcohol, ni con reuma ni cayéndose por la edad»
Stuart apareció en más de 40 películas en la década de los 30, comenzando su carrera haciendo teatro en Pasadena y consiguiendo pronto un contrato con los estudios Universal. Su debut en la pantalla grande llegó con Street of Women, en 1932, y poco a poco se hizo un hueco como una de las primeras «reinas del grito» por su participación en películas de terror como Frankenstein, El caserón de las sombras, El hombre invisible y Un beso ante el espejo.
Tras la era dorada que vivió se retiró del cine alrededor de los años 40, regresando en los 80 a la televisión, con series como Se ha escrito un crimen. Aunque su mayor éxito llegó más de medio siglo después de su debut, con Titanic, al que le siguieron papeles en la película de Wim Wenders Tierra de abundancia, y otras series como General Hospital.
En 1999 apareció su autobiografía, I Just Kept Hoping, donde Stuart habló de su tardía floreciente carrera con gran sentido del humor: «Cuando me gradué de secundaria en Santa Mónica en 1927, fue votada la mujer con más posibilidades de éxito. No sabía que sería a tan largo plazo.»
A pesar de su tardío éxito, la recordaremos siempre por sus grandes películas de la era dorada de Hollywood… descanse en paz.
Fuente: WashingtonPost