Llega a las pantallas de nuestro país El Sr. Henri comparte piso, uno de los éxitos de taquilla de nuestros vecinos franceses durante el año 2015, vecinos que han demostrado sobradamente dominar a la perfección este género de la comedia de tono amable, buenas intenciones y resultados entrañables, es decir, eso que los anglosajones llaman “feel-good movie” y que en España, tan aficionados a los anglicismos, algunos se han apresurado a importar y a mí me resulta un tanto estomagante (el término, no las películas).
El caso es que el realizador Ivan Calbérac adopta el tono de comedia desenfadada para acercarse con más descaro a temas mucho más trascendentes como la soledad de un anciano viudo, los temores de una jovencita estancada en esa puñetera edad de tomar decisiones vitales o la complejidad de los vínculos paterno-filiales y la necesidad de liberarse de los influjos castradores para poder elegir el camino que uno quiere seguir y no el que los progenitores han trazado para su prole siguiendo la tradición familiar a modo de “tu abuelo fue, yo he sido y tú vas a ser”. Esa necesidad de derribar los muros interiores construidos en nuestra personalidad desde la más temprana infancia a través de la educación recibida, tanto en el colegio como el ámbito familiar, tiene mucho que ver con el modo en el que cada uno manejamos nuestras debilidades y nuestra falta de confianza (tantas veces inculcada: ¿dónde vas tú si no vales para eso?) en las propias posibilidades.
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