sábado, octubre 18, 2025

Critica de ‘Caza de brujas’: Cuando la verdad no importa

Las críticas de Laura Zurita:
Caza de Brujas

Una profesora universitaria (Julia Roberts) se encuentra en una encrucijada personal y profesional cuando una estudiante estrella (Ayo Edebiri) acusa a uno de sus compañeros de trabajo (Andrew Garfield) y un oscuro secreto de su pasado amenaza con salir a la luz.

Caza de Bujas está dirigida por Luca Guadagnino sobre un guion de Nora Garrett. En su reparto encontramos a Julia Roberts (Alma Imhoff), Ayo Edebiri (Maggie Resnick), Andrew Garfield (Hank Gibson), Michael Stuhlbarg y Chloë Sevigny. La película llega a las salas el 17 de octubre de 2025 de la mano de Sony Pictures España.

Critica de ‘Caza de brujas’: Cuando la verdad no importaAmbigüedad creativa

Luca Guadagnino abandona en Caza de brujas el registro más sensorial y erótico que lo hizo reconocible para situarse en un terreno público y deliberativo: el de la acusación, el rumor y la arquitectura del poder académico. Esa decisión marca toda la película. A mi juicio, la apuesta de Guadagnino intenta traducir cinematográficamente la complejidad ética y emocional de las denuncias contemporáneas, intentando no elegir bando. El problema no es esa intención y los debates que provoca, sino la manera en que la película administra sus recursos narrativos.

Caza de brujas no entrega un veredicto rotundo sobre lo ocurrido y de ahí viene parte de la tensión. Por sobre este contenido, la obra tiene algún problema de forma: Por un lado, hay escenas de confrontación verbal que tensan la cuerda con precisión; por otro, demasiados pasajes se dejan llevar por la verborrea académica y discursiva. En varias secuencias, Guadagnino cede el lugar a debates que, si bien son pertinentes, resultan grávidos de conceptos y poco drenados dramáticamente; la reflexión tiene el protagonismo por sobre la narración.

La película se toma su tiempo, tejiendo planos largos y escenas de conversación que exigen al espectador disciplina y concentración. Eso favorece la introspección, pero también provoca descompensaciones. En no pocas ocasiones la acción se ralentiza por exceso de discurso filosófico y por un guion que se muestra proclive a la digresión. Esa densidad discursiva, que pretende profundizar, termina por aletargar el pulso dramático. Para mí, la película navega peligrosamente en la frontera entre lo solemne y lo tedioso.

Caza de brujas plantea la pregunta urgente de qué hacen las instituciones y las personas cuando hay una acusación y la reputación y la supervivencia profesional están en juego. El film comprende que la acusación entra en un complejo entramado de manipulación de la óptica pública, la fragilidad de la reputación y el modo en que los vínculos afectivos y laborales se ahogan en esta marea.

No obstante, Caza de brujas a veces privilegia el discurso sobre la fisonomía íntima. Cuando uno introduce debates filosóficos y terminologías del poder, es necesario que la dimensión privada —el dolor, la contradicción interna, la sorpresa moral— tenga el mismo peso dramático. Aquí ocurre a menudo lo contrario: la teoría toma la escena y los personajes devienen portavoces más que sujetos en crisis.

Visualmente, Caza de brujas lleva el sello de Guadagnino: cuidado compositivo, interiores que hablan y una textura que pone en evidencia las superficies pulidas del mundo académico. La fotografía dota a las imágenes de un cromatismo que alterna la frialdad institucional con la calidez de lo doméstico; esas diferencias de tono ayudan a situar los conflictos morales. La película transcurre entre largas pausas, respiraciones entre planos, y un tempo que acompaña al espectador a contemplar la acción. Pero la reiteración de ciertos planos de escucha y reacción acaba por subrayar la sensación de repetición verbal.

El diseño sonoro y la banda de Trent Reznor y Atticus Ross funcionan en Caza de brujas como un metrónomo inquietante (literalmente): motivos sonoros insistentes que crean una atmósfera opresiva y, a ratos, claustrofóbica. Es un acierto porque encarcela a los personajes en una caja de ruido y desasosiego; sin embargo, a mi juicio, ese recurso resulta a veces excesivamente agresivo, empujando la película hacia una sensación de coerción emocional que no siempre casa con la contención escénica.

Critica de ‘Caza de brujas’: Cuando la verdad no importaFinal decepcionante

El final  de Caza de brujas es, sin ambages, decepcionante. La película sostiene una tensión durante la mayor parte de su metraje y, cuando llega la resolución, opta por un cierre  postizo: parece diseñado para ofrecer un consuelo narrativo que el material no se había ganado ni pedía. Esa decisión empaña el rigor ético del relato; después de una construcción que alimenta preguntas incómodas y matices morales, el epílogo busca una especie de conclusión satisfactoria que no encaja con la lógica ambigua que había dominado hasta entonces. En mi opinión, allí se pierde una oportunidad valiosa para dejar la pregunta abierta y verdaderamente inquietante.

En cuanto al reparto, está dominada por Julia Roberts. Ella construye a Alma como una figura fría y cerebral, contenida hasta la austeridad. Es, creo, uno de los trabajos más medidos de su trayectoria reciente: una mujer poderosa que ha sabido domesticar la emoción para sostenerse en un entorno competitivo. Roberts consigue que creamos esa contención y que, al mismo tiempo, intuyamos el desgaste interior que la empuja a decisiones ambiguas. Ayo Edebiri ofrece una Maggie mimada y combativa; su personaje es central, incluso cuando no resulta simpático. Edebiri impone una energía que tensiona la narración en su contradicción: es privilegiada, pero finge ser oprimida. Andrew Garfield afronta un papel complejo: Hank es ambicioso, carismático, pero queda sin mecanismos de defensa ante la acusación. Su actuación me parece rica y matizada; aporta una humanidad que el guion, en determinados momentos, no termina de explotar.

Caza de brujas es una película que enfrenta de un modo valiente un tema candente. Sin embargo, el equilibrio entre lo discursivo y lo dramático se rompe con frecuencia: la película es a la vez densa, pero también lenta y, en determinados tramos, excesivamente verbosa. El diseño sonoro impone una atmósfera eficaz pero a veces demasiado estridente. Es una obra ambiciosa, lastrada por decisiones de escritura y ritmo que impiden que el conjunto alcance su verdadero potencial.


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Caza de brujas

7

Puntuación

7.0/10

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