Las críticas de Óscar M.:
Gen V. Segunda temporada
En la segunda temporada de Gen V, un nuevo curso está en marcha. Mientras el resto de América se ajusta a la mano de hierro de Homelander, en la Universidad Godolkin, el misterioso nuevo decano promueve un plan de estudios que promete hacer a los estudiantes más poderosos que nunca. Una guerra entre Humanos y Supers está gestándose tanto dentro como fuera del campus, mientras que el grupo descubre la existencia de un programa secreto que se remonta a la fundación de la Universidad Godolkin.
La segunda entrega está protagonizada por Jaz Sinclair, Lizze Broadway, Maddie Phillips, London Thor y Derek Luh, Asa Germann y Sean Patrick Thomas y se une al reparto de esta nueva temporada Hamish Linklater. La serie estrena sus 3 primeros episodios el 17 de septiembre de 2025 en Prime Video.

Ficción duramente real
La segunda temporada de Gen V se inicia varios meses después del apoteósico y sanguinario final de la primera parte (aunque en la actualidad hayan transcurrido dos años) la masacre universitaria prácticamente que dejó al centro educativo mermado de alumnos y profesores. Tras este tiempo indeterminado en el que hemos estado ausentes, la historia de los personajes ha seguido su camino pero apenas ha evolucionado y la lamentable desaparición del actor Chance Perdomo, quien daba vida al personaje de Andre (uno de los ejes de la trama general) va a marcar de manera importante el inicio de este nuevo curso.
El vacío dejado por Perdomo y su personaje se ha integrado en la historia y se convierte en el eje vertebral de los primeros episodios de esta segunda temporada. The boys y, por extensión, su serie hija Gen V no se ha caracterizado por las resoluciones fáciles ni por “saltarse el tiburón” (como se acusa a la mayoría de series que obvian un problema que les afecta de manera no ficticia y que recurren a escurrir el bulto), en esta ocasión se ha tomado el camino más difícil posible, pero también el más honesto con la audiencia.

Reducción de personalidad e independencia narrativa
Al contrario que en la primera temporada, donde Gen V luchaba por su independencia propia sin recurrir a los personajes de The boys, ahora la conexión se vuelve imprescindible para seguir el argumento (de hecho, es recomendable ver ambas series para evitar estropear las sorpresas o, como mínimo, la cuarta temporada) y han convertido a los personajes de la serie madre y a sus acciones en un apoyo necesario para el desarrollo de la vuelta a las súper-clases.
Como era evidente, la segunda temporada recupera el misterio de una nueva conspiración y la presencia de los nuevos personajes han de estar en la mayoría de las escenas, pero sin abandonar a los supervivientes conocidos en la anterior temporada y sus nuevas aventuras. La drástica reducción de sangre y desmembramientos digitales durante los primeros episodios defrauda en su intento por mantener la atención del público, algo que hace prever una deseable y previsible escalada salvaje y violenta a medida que avanzan los acontecimientos y todo se va complicando.

Una historia menos novedosa y más cohesionada
La trama general de esta segunda tanda de episodios se vuelve más dramática y reducida para casi todos los personajes, centrándose principalmente en el misterioso nuevo decano y la investigación que hacen el grupo de chicas protagonistas, este centralizado relato hace que el interés y la atención del espectador decaiga un poco hacia mitad de la temporada.
Al igual que la vida real va modificando inexorablemente nuestro comportamiento y la importancia que le aportamos a las cosas, en los nuevo capítulos de Gen V, el fallecimiento de uno de sus personajes ha trastocado indiscutiblemente su línea argumental y la escala de valores ha cambiado.
Aunque la segunda temporada de Gen V intenta mantener el tipo con la introducción de nuevos misterios y personajes, se aprecia una decadencia respecto a la temporada anterior. La falta de originalidad y novedades destacables durante los primeros episodios, así como la dependencia hacia The boys, provoca cierta indiferencia y una sensación de preámbulo constante en el espectador, que asiste a una visualización de episodios con poca evolución de los personajes y muchísima menos violencia gratuita y descontrolada, una de las marcas de ambas series.
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