Las críticas de Daniel Farriol
Modigliani, tres días en Montparnasse
(Modi, Three Days on the Wing of Madness)
Modigliani, tres días en Montparnasse (Modi, Three Days on the Wing of Madness) es un drama biográfico británico inspirado en la vida del artista italiano Modigliani, que está dirigido por el actor Johnny Depp (The Brave), con un guion escrito por Jerzy Kromolowski y Mary Olson-Kromolowski, adaptando la obra teatral «Modigliani: A Play in Three Acts» de Dennis McIntyre. La historia nos sitúa en un torbellino de 72 horas en la vida del artista bohemio Amedeo Modigliani, conocido como «Modi» por sus amigos, en mitad de una caótica serie de acontecimientos en las calles del París desgarrado por la guerra en 1916. En su huida de la policía, sus compañeros Maurice Utrillo, Chaim Soutine y la musa de Modi, Beatrice Hastings, hacen que el artista se replantee su deseo de poner fin a su carrera y abandonar la ciudad.
Está protagonizada por Riccardo Scamarcio, Antonia Desplat, Al Pacino, Stephen Graham, Bruno Gouery, Sally Phillips, Luisa Ranieri, Ryan McParland y Matthew Wolf. Tras su presentación en España dentro de la programación de San Sebastián 2024, se ha estrenado el 28 de marzo de 2025 de la mano de A Contracorriente Films.
El director pirata vuelve al abordaje
Johnny Depp, actor y pirata a tiempo parcial, vuelve a ponerse tras las cámaras 27 años después de realizar The Brave (1997), aquel drama que protagonizó junto a Marlon Brando, donde relataba la precariedad y marginación a la que se veían sometidos los indios norteamericanos en la sociedad contemporánea. Su regreso a la dirección es toda una declaración de intenciones que busca reivindicar su posición como artista independiente e incomprendido por la industria cinematográfica a través del símil que hace con la tempestuosa vida de otro artista igualmente denostado en su época, el pintor y escultor italiano Amedeo Modigliani.
Modigliani, tres días en Montparnasse es una película caótica y histérica hasta decir basta, tal y como pensarían las decenas de espectadores que abandonaron la proyección en el Kursaal durante su presentación en el Festival de San Sebastián cuando aun ni siquiera habíamos llegado ni a la mitad de los eternos 114 minutos de metraje.
Tres días de exceso y locura
Los tres días en Montparnasse del título español equivalen a los tres días en las alas de la locura a que hace referencia el título original, es decir, el filme no se trata exactamente de un biopic sobre la vida de Modigliani sino que se concentra en tres días que acontecieron y marcaron su vida personal y, también, como artista. Habría que decir que esto es cierto, más o menos, ya que la presentación de los hechos en pantalla denota una clara intención de adulterar los hechos con funcionalidad dramática o, mejor dicho, peliculera.
Junto a Modi aparecen dos de sus amigos más cercanos, el pintor francés Maurice Utrillo y el pintor bielorruso Chaim Soutine, además de la escritora inglesa Beatrice Hastings con la que mantuvo una tempestuosa relación pasional.
Desde el principio, la película adopta un tono forzado que transita entre el slapstick (hay escenas en blanco y negro imitando el cine mudo) y la novela picaresca, con una tendencia constante hacia la exageración y el humor escatológico para ridiculizar los rasgos más marcados en la personalidad de los artistas, convirtiéndolos en meros sketches de tebeo en lugar de una representación fehaciente de la personalidad de cada uno. La única que se salva de la quema del inflado guion es el personaje de Beatrice Hastings, por su halo romántico de musa, y que en la vida real fue alguien quien en sí misma merecería su propio biopic por la vida que ella tuvo (probablemente más interesante que este).
Depp se compara con Modi
Modigliani, tres días en Montparnasse juega al exceso verbal y visual, como hubiera hecho el mismísimo Terry Gilliam de los años 80, pero sin su talento. La película finalmente ni resulta transgresora ni innovadora, tan solo aburrida, una de las peores cosas que se puede decir tras salir de una sala de cine. Los bandazos absurdos del guion parecen concebidos como set pieces independientes que buscan al inicio el impacto fácil en el espectador, como para captar su atención, para luego ir serenándose en tono y tempo durante la parte final en busca de una seriedad poco creíble para entonces.
Esa solemnidad del cierre es, en realidad, la manera ególatra en que Depp busca hacer un paralelismo entre su propia carrera cinematográfica con el universo creativo y de rebeldía artística que caracterizaba al pintor italiano. Pero, curiosamente, entre tanto alboroto y ampulosidad lo que destaca es la escena que acontece en un restaurante con la aparición estelar de Al Pacino como marchante de arte que repudia la obra de Modi. En definitiva, Modigliani, tres días en Montparnasse es un filme perjudicado por sus excesos que desenfoca el núcleo central de su historia y del personaje al que pretende representar.
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