En 2017 Lino Escalera presentaba en el Festival de Málaga No sé decir adiós, consiguiendo varias Biznagas, además del Premio Especial del Jurado. Ahora, Lino Escalera regresa a ese mismo certamen para presentar su segundo largometraje, Hamburgo, que llegará a los cines el 30 de mayo de la mano de Filmax.
Germán no es un conductor normal y corriente: es el encargado del traslado de mujeres que trabajan como esclavas en clubes de alterne en la Costa del Sol. Arruinado y completamente perdido, trata de salir adelante trabajando para Cacho, un viejo amigo de la juventud que administra varios de estos locales para una mafia local, hasta que una noche, se encuentra con la oportunidad de dejar todo eso atrás y decide arriesgarse. Lo que parece una ocasión para cambiar de vida le pondrá más en peligro que nunca. Solo le quedará una opción, la misma en la que piensan las chicas que, como Alina, cada noche lleva de un lado para otro: conseguir escapar.
Jaime Lorente (La Casa de Papel, Cristo & Rey, Élite) encabeza el reparto de Hamburgo interpretando a Germán, un conductor que trabaja para una mafia de trata en la Costa del Sol. Un personaje para el que Lorente se ha preparado especialmente y ha adaptado su físico, con una imagen impactante y dura. Junto a él, como coprotagonistas, Roger Casamajor (premiado por sus trabajos en Pa negre, La isla del holandés o El vientre del mar y nominado a los Feroz por La Mesías) y la exitosa actriz rumana Ioana Bugarin, (dos veces nominada a los premios Gopo – los Goya del cine rumano- y cuyos trabajos en la película Milagro y la serie de HBO Ruxx la han dado a conocer a nivel mundial), se mete en la piel de una de las chicas que trabaja esclavizada en un club.
El reparto lo completan actores de gran registro como Asia Ortega (El Internado: Las cumbres) y los andaluces Mona Martínez (nominada al Goya por Adiós), Tamara Casellas (Biznaga de plata por su personaje en Ama y nominada a los Feroz por El hijo zurdo), Manolo Caro (Entrevías) y el oscense Antonio Buil (Al otro barrio, Los renglones torcidos de Dios, Un año, una noche).
Rodada en Súper 16mm, en una clara apuesta estética con una fotografía dura y contrastada y una textura ideal para retratar un mundo tan sucio y oscuro como el de la trata, la película discurre en diversos escenarios de los clubs de alterne de las zonas deprimidas de la Costa del Sol, iluminados por neones y revestidos de terciopelo barato.
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