Las críticas de Daniel Farriol
El hoyo 2
El hoyo 2 es un thriller de ciencia-ficción español que está dirigido por Galder Gaztelu-Urrutia (Rich Flu) que también coescribe el guion junto a Pedro Rivero, Egoitz Moreno y David Desola, autor de la idea original. La historia nos trae una nueva inquilina a El hoyo, la cual se implica en una batalla para luchar contra el brutal sistema de alimentación. Pero cuando alimentarte del plato equivocado se convierte en una sentencia de muerte, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar para salvar tu vida?
Está protagonizada por Milena Smit, Hovik Keuchkerian, Natalia Tena, Óscar Jaenada, Zorion Eguileor, Pedro Bachura, Bastien Ughetto y Ken Appledorn. La película tuvo su presentación en España en la sección Culinary Zinema del Festival de San Sebastián 2024. La película se ha estrenado en Netflix el 4 de octubre de 2024.
Nuevos inquilinos en el ascensor social
Aunque de inicio no sabremos la línea temporal de El hoyo 2 respecto a la primera entrega, se trata de una precuela para la que conviene tener presente la historia anterior, ya que no se dan demasiadas explicaciones sobre el funcionamiento de la plataforma en la que se encuentran encerrados misteriosamente un grupo de personajes. En esta ocasión, son Perempuán (Milena Smit) y Zamiatin (Hovik Keuchkerian) los que deben compartir planta en una especie de celda de hormigón donde los alimentos son depositados en una plataforma que desciende en el edificio como si fuera un ascensor, lo que provoca que si los de las plantas superiores consumen muchos alimentos, los de abajo se quedarán sin poder comer.
Para evitar eso, se han establecido una serie de estrictas normas y hay un grupo sectario que se encarga de que los ocupantes de las celdas las cumplan a rajatabla a riesgo de ser castigados de forma severa si no lo hacen. La principal regla es que solo pueden consumir el plato que escogieron al entrar voluntariamente a la prisión, croquetas para Perempuán y pizza para Zamiatin, cada día lo mismo. Por otro lado, los alimentos de los reclusos fallecidos deben ser desechados para no alterar ese orden establecido y que nadie salga beneficiado respecto a los demás. Lógicamente, habrá personas que no estén de acuerdo o que no puedan soportar el hambre con el paso de los días, así que que acabarán incumpliendo las leyes de El hoyo… ¿Conformismo o libertad?
La reflexión social en lo distópico
El hoyo 2 es todavía más siniestra y pesimista que la anterior entrega. El humor negro brilla por su ausencia y Galder Gaztelu-Urrutia comete el mismo error que en Rich Flu (2024), película aún pendiente de estreno, en ambas se toma a sí mismo demasiado en serio incluyendo sermones innecesarios en una distopía que ya de por sí posee una fuerza alegórica suficiente mediante su planteamiento inicial. El discurso sobre la diferencia de clases y la injusticia en la redistribución de la riqueza del planeta que ya aparecía en la primer película se complementa aquí con una crítica a los totalitarismos, la autocracia, la religión o la ideología comunista. En definitiva, El hoyo 2 escupe una mirada catastrofista acerca de la condición humana y sobre su fracaso a la hora de afrontar una convivencia pacífica.
«Cuanto más arriba más responsabilidad», espeta uno de los personajes en uno de sus diálogos. Si los líderes políticos o sindicales se convierten en tiranos y los mesías en falsos profetas, ¿qué nos queda? La anarquía y la violencia primaria. En esta precuela se plantean debates interesantes acerca de los límites de la libertad individual respecto al colectivo, las líneas éticas se desdibujan según sea el contexto de solidaridad y supervivencia por el que transcurren los personajes, sin embargo, la trama se vuelve confusa en muchos momentos y la parte final aborda lo onírico como salida fácil para no tener que explicar algunas cuestiones que nos asaltan desde la primera entrega. ¿Conformismo o libertad?
Ética y justicia
El hoyo 2 tiene un inicio potente, la presentación de los dos nuevos protagonistas engancha y la caracterización de Hovik Keuchkerian resulta tremendamente inquietante. Explorar sus antecedentes para conocerlos mejor hubiera sido buena idea, pero el director no está para sutilezas y enseguida busca la espectacularidad de la acción llenando la pantalla con situaciones mórbidas que sirven para transmitir su mensaje con efectismos de feria. La fotografía neutra y monocromática contrasta con una apuesta constante por la fealdad que resalta lo peor de las emociones humanas.
«Socialismo o barbarie», aseguraba una organización marxista en la Francia de mediados del siglo XX, pues la película plantea que incluso en la búsqueda de una sociedad igualitaria y de equidad económica existen fisuras y condicionamientos que la hacen injusta. Sin duda, la película aborda comentarios sociales más interesantes que el propio desarrollo de la trama, algo que merma el interés en la película, especialmente a partir de la desaparición de escena de uno de los personajes principales.
Por suerte, El hoyo 2 nos tiene reservadas algunas sorpresas que dan impulso tras el bajón al inicio del segundo acto, gracias a la aparición inesperada de un querido personaje de la primera entrega. No será la única sorpresa, pero la utilización de esas presencias solo acabará añadiendo más desconcierto en el espectador.
Nos siguen faltando respuestas
En definitiva, El hoyo 2 es una precuela intensa y brutal que continúa explorando el original universo distópico de una plataforma-cárcel como metáfora sociopolítica del mundo actual. Es una entrega mucho más oscura y siniestra que la anterior, menos divertida también, pero conserva suficientes alicientes para que nos interesemos por lo que sucede. Eso sí, las respuestas nos llegan con cuentagotas y se suman nuevas preguntas acerca del funcionamiento del lugar y de quién maneja los hilos, algo que debería abordarse en una tercera entrega (si deciden realizarla). Decimos que es precuela por su inicio, aunque el juego con la cronología temporal ofrece dudas después.
El desenlace es decepcionante y resulta bastante errático por su deriva metafísica. La secuencia de los niños escalando la colina como una analogía física al propio hoyo o la plataforma convertida en un purgatorio repleto de fantasmas, son conceptos que no ayudan a la comprensión final del relato, desviando la atención respecto a los temas sociales retratados con anterioridad. Aún así, El hoyo 2 es una estimable incursión en el género de la ciencia-ficción adulta que siempre esconde reflexiones sobre el comportamiento humano.
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