Las críticas de Laura Zurita:
Desmontando a Lucía
Lucía es detenida conduciendo el coche de su novio Héctor a 200 km/h, aturdida y ensangrentada. Compartía un fin de semana en la playa con él y con Elena, su mejor amiga. Ahora los dos están desaparecidos, y Lucía solo recuerda una “pequeña” discusión que terminó con una botella rota en la cabeza de Héctor, pero eso es todo. Esto complica la vida de Simón. ¿Un investigador privado? No, gracias. Simón prefiere considerarse a sí mismo un simple “perito judicial”. Cuando su socio Óliver, un abogado con problemas económicos a causa del juego, le encarga investigar a Lucía y las desapariciones, Simón no sabe que está a punto de llevar el peritaje a otro nivel. Obsesionado con las películas de cine negro de Bogart, Simón traspasará todos los límites al enamorarse de Lucía, la amnésica sospechosa del asesinato que investiga.
Desmontando a Lucía es una película española escrita y dirigida por Alberto Utrera. Protagonizada por Susana Abaitua, Hugo Silva, Julián Villagrán, Rodrigo Poisón y Álvaro Lafora, se estrena en España el 29 de noviembre de 2024 de la mano de Tripictures.
La sinopsis no le hace justicia
Desmontando a Lucía no se parece a otras películas. Es una especie de película de suspense, de comedia y también un ejercicio de estilo en el que los creadores dan rienda suelta a su imaginación y sus ganas de divertirse, al tiempo que mantienen una estructura básica que sigue las reglas de escritura de guion, logrando que la película progrese y funcione. Contar la sinopsis no hace realmente justicia a la película, porque la fuerza de esta no está en los hechos que cuenta, sino en cómo los narra.
Explicar la sinopsis de Desmontando a Lucía no es fácil. Está Lucía, su novio, una amiga (¿desleal?), un ludópata, un cuñado, esqueletos en los armarios y un perito o dos. Lucía, la protagonista de la película, aparece en una situación un tanto sospechosa: con una camisa manchada y dos personas desaparecidas. La policía la investiga, y ella parece confusa, desmemoriada, contradictoria y obstinada. Su abogado intenta ayudarla, y para ello tendrá que buscar ayuda externa. Así se forma un triángulo de personajes: una chica rarita, un perito descolocado y un abogado que tiene su propia agenda (y algunas de las mejores réplicas).
Al principio Desmontando a Lucía parece un caso de «quién hizo qué», pero luego se va complicando hasta convertirse en una comedia algo enredada, con algunas cosas muy serias que apenas se vislumbran. La trama, que entrelaza elementos del cine negro con un toque de comedia ácida, nos sumerge en un misterio intrigante que no para de dar sorpresas. El guion funciona bien como soporte de la acción, y los diálogos son ágiles y con mucha chispa. Eso es una de las bazas más fuertes de la película: una comedia verdaderamente divertida, con chistes que funcionan, la mayor parte del tiempo sin caer en lo fácil.
Conforme progresa la película, el guion empieza a introducir elementos que chirrían un poco, y hay que recordarse que es pura ficción y solo un divertimento. Pero esas irregularidades en el guion se perdonan porque la película es claramente una ficción gamberra y excesiva, que ni es real ni lo pretende ser. Como dice un personaje (Hugo Silva): “La realidad es una mierda”. Ese punto de vista es consistente con la visión del mundo del personaje, pero también sirve como un guiño al espectador sobre la filosofía de la película.
Gran trabajo visual
Desmontando a Lucía está muy trabajada visualmente, tanto en la caracterización de los personajes (Lucía está preciosa, pero tiene una apariencia casi irreal) como en el mundo que retrata. Este parece, al mismo tiempo, muy corriente pero casi fantástico.
Mención especial merecen las miradas de Simón en Desmontando a Lucía, miradas que transforman unos escenarios cotidianos de Madrid en esquinas dignas de míticas películas del cine negro. La luz y la atmósfera cambian, y por algunos segundos entramos en otro mundo. Estamos viendo la vida a través de los ojos de otro, y el efecto es notable.
El trío protagonista, Susana Abaitua, Hugo Silva y Julián Villagrán, se entrega a su trabajo, y consigue captar nuestra atención. Hacer buenas interpretaciones de comedia no es fácil, pero ellos lo consiguen con creces.
En resumen, Desmontando a Lucía mezcla suspense, comedia y cine negro en una trama intrigante y divertida. Con personajes excéntricos, diálogos ágiles y una estética cuidada, transforma lo cotidiano en algo casi irreal. El guion es irregular, pero no importa porque la película es un divertimento lleno de sorpresas.
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Desmontando a Lucía
